Cinco sólidas razones que señalan al castrismo como el asesino de Oswaldo Payá. Por Jorge Hernández Fonseca.
11 de Agosto de 2013
Apareció en la prensa del exilio opositor cubano un artículo de Juan Orlando Pérez, firmado en Londres el pasado 10 de Agosto, que sustenta una tesis como mínimo discutible: “la dictadura cubana no tenía razones por qué haber mandado a asesinar a Oswaldo Payá en estos momentos”, como un aporte razonado en un caso controversial, sobre el cual -en su primer aniversario- ha habido varios desdoblamientos de peso relacionados con colocar a la dictadura castrista en el banquillo de los acusados por el crimen del opositor cubano y de Harold Cepero.
No quiero enjuiciar las causas que decidieron a Pérez para escribir el artículo que motiva mis razonamientos al respecto. Baste solamente decir que en los momentos actuales, que la familia Payá comienza a recibir apoyo internacional de cierto peso y que uno de los principales testigos de los hechos, Ángel Carromero, ha hecho declaraciones fuertes acusando a la dictadura castrista de asesinato y de que han comenzado a llegar desde la isla informaciones que se encajan en el rompecabezas acusando al castrismo, los argumentos vertidos por Pérez van en sentido contrario al esfuerzo opositor de sentar a los verdugos en el banco de los reos.
Claro que lo anterior no cambia sustancialmente los argumentos del articulista, razón por la cual quiero en mi análisis obviar aspectos relacionados con compromisos asociados a estrategias democráticas, motivaciones o intenciones, para tomar el toro por el cuerno de sus argumentos.
Según el punto de vista que defenderé en mí análisis, la dictadura castrista cubana tuvo muchas razones (todas torvas) para haber mandado a asesinar a Oswaldo Payá y a Harold Cepero, gravemente heridos en un accidente de tránsito cerca de Bayamo. Entre estas razones he seleccionado solamente cinco de ellas, para refutar la esencia del artículo referido arriba:
- Primero: No es verdad, como asegura Pérez en su artículo, que “sólo Raúl Castro podría dar semejante orden (de asesinar Payá) ni siquiera, ya, su hermano”. Fidel Castro conserva todavía en Cuba poder de ‘vidas y haciendas’ --y en este caso-- es uno de los posibles culpables por semejante orden, probablemente para perjudicar los planes reformistas de Raúl, como se ha hecho en otras ocasiones. El articulista que rebato hace una conjetura, “Fidel ya no tiene ese poder” yo hago otra “si lo tiene”. Es sabido que en la isla hay dos tendencias: la de los cambios que llevan adelante Raúl y sus generales y la tendencia conservadora, que se opone a los cambios, muy probablemente centrada en la figura --y quizá las ordenes-- del anciano dictador retirado. En defensa de este punto de vista aporto la reciente “chapucería” con el contrabando de armas en un barco de Corea del Norte. Una posible coartada de los conservadores fidelistas contra los reformistas de Raúl. Adicionalmente, tanto Raúl cuanto Fidel, sí darían gustosos la orden de asesinar Payá y Cepero en circunstancias como las que se sucedieron después del accidente, donde tanto Payá como Cepero salieron con vida, pero probablemente muy mal heridos. La orden en ese caso podría haber sido “sáquenlos del lugar del accidente y mátenlos”, con la seguridad de que posteriormente se montaría un circo para encubrir el asesinato. Algún día sabremos si la orden de ejecución salió desde un sembrado de matas de “morringa”, desde una finca de recreo --entre tragos del mejor whisky-- o de la mente de un ‘agente’ enardecido.
- Segundo: La razón que esgrime Pérez para decir que el castrismo no tenía “razones” para haber mandado a matar a Payá y a Cepero es que “ya Payá había pasado sus mejores días” y que por eso “no habría que eliminarlo”. La deducción es claramente falsa: si Payá pasó sus mejores días, es precisamente el momento de matarlo. De la misma manera que Fidel y Raúl mantienen intactas las lecciones marxistas aprendidas del “librito”, en sentido de aferrarse al poder a toda costa (y a todo costo) también mantienen la lección de “eliminar físicamente a sus enemigos más destacados y prominentes”, principio que ambos hermanos llevan más de medio siglo aplicando sin contemplaciones. No es necesario que ese enemigo destacado esté en sus mejores días, todo lo contrario. La ocasión se preparó en momentos que la figura de Payá era menos mencionada a nivel internacional, lo cual, en lugar de ser un argumento válido para decidir “no matarlo” es todo lo contrario, favorece la opción “matarlo”; pasadas las mejores glorias y sabiendo que es un enemigo destacado, valiente y enérgico, “aprovecha y mátalo”, en las complejas circunstancias de un accidente claramente provocado previamente.
- Tercero: La versión de la dictadura cubana --“accidente imprudente” de Carromero-- no ha tenido en cuenta las grabaciones de los mensajes de los extranjeros envueltos en el accidente, en sentido de que “un auto los chocó por detrás y los tiró de la carretera”. En favor del “accidente provocado” hay mucho más que las declaraciones actuales de Carromero y/o los testigos cubanos del lugar de los hechos, que no lo refieren. Hay grabaciones de mensajes hechos (y grabados) a través de los teléfonos móviles de los dos extranjeros envueltos en el accidente, que en una investigación imparcial, tendrían un fuerte impacto, sobre todo, contradiciendo la versión oficial en sentido que el accidente fue causado por “imprudencia del chofer del auto”. Si bien no hay pruebas del trato que recibieron Payá y Cepero después del accidente --camino al hospital de Bayamo-- en lo que respecta a que el accidente fue causado por un auto de la policía política, caben muy pocas dudas y fue este elemento precisamente el obviado, ocultado y no llevando en cuenta durante el juicio, por razones asociadas a las características de la orden recibida desde el alto mando de asesinar a Payá, --o a falta de esas órdenes-- de someter a los heridos a condiciones mortales durante el traslado al hospital por parte de los policías políticos envueltos en el accidente y posterior asesinato.
- Cuarto: La dictadura prepara una transición amañada, para la cual está seleccionando elementos supuestamente comprometidos con la oposición política cubana, con vistas a conformar una oposición dócil y sometida que le permita “lavarse la cara” a ante la comunidad internacional --sobre todo frente a EUA y Europa-- que exigen una apertura política. En este caso, Oswaldo Payá jugaría un papel muy importante como pieza de denuncia y/o validación, según la óptica externa –sobre todo europea-- suponiendo que los raulistas preparen “opositores amañados” como delegados por ejemplo a la Asamblea Nacional del Poder Popular, sin darle a Payá el sitio que le pertenece. Con Payá en vida dentro de Cuba, nada de esto podría ser estructurado sin darle un asiento --donde quiera que fuera-- a Oswaldo Payá, que sería la pieza que convalidaría –o no-- semejante intento de apertura. El poder “hacer desaparecer” a Payá, facilita este importante paso del plan general de “transición” raulista.
- Quinto: No es necesario imaginar una orden de asesinar a Payá desde que él salió a viaje a Oriente con sus amigos visitantes y Harold Cepero. Es claro que fueron seguidos por un auto --reconocido también en el artículo que analizo-- y parece evidente --porque otras veces ya había sucedido con Payá y las grabaciones lo expresan-- que le dieron un “empujoncito” que los tiró de la carretera provocando el accidente, del cual Payá y Cepero salieron gravemente heridos y los dos extranjeros quedaron atontados (o sin conocimiento). Es así que se da la ocasión de la posible orden de asesinato de parte de Fidel o de Raúl, o simplemente, como el artículo también conjetura, de un exceso de celos por parte de los policías políticos que actuaron en los hechos, sometiendo a los heridos a condiciones mortales durante el traslado al hospital. Es este el momento clave de la decisión “mátalos” o “protégelos”. Habidas cuentas que había sobradas razones de parte de la dictadura castrista para “eliminarlos”, la orden de parte de Raúl sería “mátenlos” y la orden del anciano dictador sería la misma, como sería también el libre albedrío de los esbirros envueltos en el “accidente provocado” y posterior asesinato durante el traslado.
Finalmente quiero expresar mi completa solidaridad con la familia Payá en su intento de hacer justicia con este injustificable crimen y dedicar mi modesto homenaje a Oswaldo Payá como patriota y luchador, que no merece otro análisis que no sea del agradecimiento por su ejemplo.
jfonseca@amazonet.com.br
Artículos de este autor pueden ser encontrados en http://www.cubalibredigital.com
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