A un fallecido le es imposible responder a mis líneas y preferiría no tener que escribir este comentario. Sin embargo, luego de haber leído en la página de Carlos Alberto Montaner "El día en que le pedí perdón a Huber Matos" por Camilo Venegas, y también "El último mambí. Ante la muerte de Huber Matos" escrito por el propio Montaner, determiné expresarme públicamente. Por otra parte admito que tampoco me han frenado las declaraciones de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, Directorio Democrático Cubano, Movimiento Democracia, MAR por Cuba, etc. publicadas en Diario de Cuba. Ni algunos mensajes como el recibido de Cuban Canadian Foundation. No dudo que el Sr Venegas cuando fue un niño en Cuba estuvo desinformado. Sin embargo junto a lo que oficialmente le inculcaron acólitos de la tiranía castrista, hay que incluir la culpabilidad de sus padres y abuelos puesto que en 1959 a lo largo de toda Cuba se supo que la desaparición de Camilo Cienfuegos tuvo lugar después que Huber Matos fue arrestado. De hecho una tremenda mayoría de jóvenes cubanos hoy saben poco de la tragedia nacional en un principio porque sus mayores callaron, e inclusive muchos que todavía no han muerto callan la verdad. ¿Complicidad? ¿Colaboración? ¿Canallada? ¿Algo más? La reflexión es necesaria para llegar a una conclusión, ya que en Cuba no todo ha sido secreto y siempre mucho se ha sabido. De ahí que rechazo categóricamente la frase "Me engañaron" usada como excusa tanto allá como entre exiliados cubanos. Me parece excesivamente patético y ofensivo que el Sr Montaner considere a Huber Matos el último mambí, aunque desconozco quien en verdad ocupó el postrero y glorioso lugar. Por supuesto, defiendo el derecho a la libre expresión, pero al mismo tiempo invoco las páginas de la historia de Cuba repletas de genuinos patriotas a partir de la mitad del siglo XIX. Por eso replico, sin siquiera olvidar que de acuerdo a la perversa tiranía castrista José Martí fue el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada. Y que hace cinco décadas, en el momento inicial del camino al abismo, gran parte de la radio cubana transmitía la grabación del cantar "Ya estoy de nuevo a tu lado madrecita... pero te traigo desde la sierra donde he peleado, como emblema de heroismo y dignidad, estas barbas y esta melena que me has besado, el saludo de un ejército mambí, el nombre de _ _ _ _ _ (el tirano cubano cuyo nombre jamás escribiré) y ver a Cuba como lo soñó Martí". A pesar de no haber simpatizado con el Dictador /Presidente Batista, por cuestiones que no vale la pena explicar jamás me incliné al M-26-7 y mucho menos a la marea verde olivo que bajó de la Sierra Maestra. Mi interés siempre fue y sólo es Cuba, mi patria. Razón por la que no vacilé en evitar a Huber Matos luego que finalizaran sus años como prisionero en la fortaleza de La Cabaña y en Miami, la capital del Exilio Cubano, hasta cierto punto recibió una canonización por su conflicto con el tirano cubano y el tiempo detrás de las rejas. No obstante en 1991 lo ví de lejos al ser él invitado a disertar en una sesión de Los Municipios de Cuba en el Exilio, una organización en la que como miembro del Municipio de Pinar del Río en el Exilio yo traté de hacer una diferencia con diversas actividades, y en cuestión de un año terminé igual que lo escrito por José Angel Buesa en el Poema del Renunciamiento:"Pasarás por mi vida sin saber que pasastes".
En 1996 pude comprobar una vez más lo impredecible que es la vida a veces. En algún momento durante aquel año -la fecha exacta no la recuerdo- varias organizaciones de ex-presos políticos cubanos celebraron un evento en el restaurante "La Carreta" de Hialeah, Florida, y entre otras cosas se rindió un merecido homenaje a Heinrich Brechtmann, un alemán ya cargado en años, pero muy interesado en la causa de Cuba libre de tiranía. Yo no patrociné el viaje del singular IGFM personaje desde Essen, Alemania, pero aquella noche asistí al restaurant puesto que también fui su anfitrión. Lo conocía desde hacia algunos años y sus actividades en ciudades alemanas denunciando las atrocidades que tenían lugar en Cuba, recibían mi limitado apoyo. Lo acaecido en "La Carreta" fue un éxito rotundo por el sentir de la numerosa concurrencia y el reconocimiento a Brechtmann. No obstante en un momento mientras me encontraba solo en una mesa, de repente apareció Huber Matos y se sentó junto a mí. ¿Porqué? Nunca lo sabré. De acuerdo a las reglas de educación lo correcto hubiera sido que por lo menos yo lo saludara de alguna manera. Pero me fue imposible y a diferencia del Sr Venegas en la República Dominicana a mediados de la década pasada, no le pedí perdón. Pensé en la noche negra de Guanabaquilla, otros fusilamientos en la Provincia de Camagüey y me limité a enfrentarlo cara a cara. ¿Que pasó por su mente al yo no intercambiar ni una palabra con él? También lo desconozco, aunque en cuestión de pocos minutos se levantó dirigiéndose a otra mesa y nunca más volví a verlo. Huber Matos murió hace pocos días y los panegíricos han sido significantes. Tal parece que entre muchos de nosotros la amnesia histórica que también aupa el desconocimiento, es irreversible. O que de manera selectiva solo se menciona lo que se quiere saltando mentalmente con una garrocha que no es olímpica. No me cabe dudas que si continúo leyendo tantos elogios llegaré al asco por mis recuerdos de los acontecimientos en Camagüey, desde Enero hasta Octubre de 1959, cuando finalmente el Sr Matos fue destituido del mando de esa provincia. Por ejemplo, punto y aparte de su callada aquel Marzo ante el segundo juicio a pilotos militares en Santiago de Cuba, al mes siguiente precisamente en la Ciudad de Camagüey se lanzó la consigna "Revolución primero. Elecciones después" Luego hubo otras "minucias" como la intervención- léase robo- de numerosas fincas camagüeyanas en Junio con el pretexto de garantizar el abastecimiento ganadero, algo que coincidió con la fuga hacia suelo norteamericano de Pedro Díaz Lanz, el comandante de la FAR y quién lanzó la primera alarma ante lo que había y lo que venía. Por supuesto nada de eso y mucho más, puede compararse con el paredón también establecido en Camagüey. No puedo asegurar por ejemplo que el Coronel Armando Suárez Suquet, golpeado, herido y prácticamente inconsciente, fue fusilado en una silla de ruedas. Aunque el número de ejecutados en esa provincia cuando el Sr Matos era el jerarca verde olivo no es mitología. Es muy curioso que todavía en el mismísimo Miami hay quien dice que todos los caídos entonces merecían morir porque eran asesinos batistianos. De hecho un cruel subjetivismo con el que no concuerdo por diversos factores. Pero en fin no insisto con mis argumentos. Nadie regresará del viaje a la muerte. Cordialmente,
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