Un comentarito de sangre. Por Alberto Gutiérrez Barbero.
A grandes razgos rechazo "The Miami Herald" y "EL Nuevo Herald" por diversos motivos.
De todas maneras, lo publicado recientemente en ambos periódicos y escrito por Juan O. Tamayo sobre el asesinato de los cubanos "anticastristas exiliados" Manuel Ramírez y Lilian Rosa Morales en 1995, me recordó aquel hecho sangriento. No es necesario entrar en detalles, ni tampoco especular absolutamente nada. Bién se sabe porqué sucedió y quién fue el autor intelectual. En el siglo pasado, paralelo a la gran purga que desató en Rusia durante la década de los treinta, Stalin "limpió" Paris de muchos rusos llamados blancos. La mano fue tan larga que inclusive después alcanzó en Ciudad Méjico a Leon Trotsky, el siniestro padre del Ejército Rojo. Luego que muriera o "fuera muerto" Stalin, el NKVD con el nombre KGB continuó la costumbre de matar. Entre sus víctimas menciono al cuestionado Stepan Bandera, el líder nacionalista ucraniano asesinado en 1959. También a Georgi Markov, el búlgaro que en 1978 fue el blanco de un perdigón envenenado disparado desde una sombrilla en una parada londinense de autobuses. Según algunas versiones El Kremlin igualmente estuvo implicado cuando se intentó ultimar al Papa Juan Pablo II en la romana Plaza San Pedro. Desconozco si aquellos asesinatos fueron una inspiración para el tirano cubano, aunque lo pongo en duda basado en sus actividades desde que él era estudiante universitario. ¡Qué pueblo el mío! Estuvo muy bien la oposición en contra de Fulgencio Batista porque él no vaciló en burlar la Constitución de 1940, la misma que en 1959 terminó arrojada a la basura sin que nadie al menos se desvelara. Pero, ¿aplaudir como paliativo un remedio peor que la enfermedad? En un principio callaron los que sabían quien era el sujeto al frente de la marea verde olivo. Y en definitiva la complicidad llegó a ser popularmente arrolladora, aunque también canalla y "guataca". De ahí que jamás he aceptado la excusa "me engañaron" tan usada por un enorme porcentaje de mis compatriotas, al quejarse porque la revolución "les apretó el zapato". Bajo la tiranía castrista siempre han habido asesinatos en Cuba con el visto bueno oficial. Punto y aparte de las ejecuciones en el paredón y los muertos en las prisiones, prueba de ello lo fueron por ejemplo las víctimas en la Marina Hemingway y cerca del Río Canímar, o cuando se ordenó hundir al remolcador "13 de Marzo", o derribar las dos avionetas de "Hermanos al Rescate", aunque también la lista de "suicidios" y "accidentes" fatales es significante.
Aún guardo en mi mente el número impresionante de cruces con nombres y apellidos de cubanos asesinados que se exhibían en Tamiami Park, Miami, y donde finalmente se erigió El Memorial Cubano, el monumento que condena las atrocidades castristas.
Es curioso que el tirano cubano le llamó mafia a un determinado sector del genuino Exilio Cubano en Miami, mientras que las prácticas mafioso/castristas en Cuba han sido una realidad también en otros países. No me es posible citar a todos los cubanos asesinados en suelo extranjero con la luz verde desde La Habana, pero antes que la pareja Ramírez/Morales cayeron Aldo Vera, José de la Torriente y José Peruyero. Además tengo presente al "hitman" castrista Antonio de la Guardia, quien se rumora tuvo algo que ver con la muerte de Salvador Allende y entre otras cosas balaceó en Paris a Joaquín Centeno Amaya, un general boliviano implicado en la captura y ejecución de "Ché" Guevara. No obstante la habilidad para asesinar de nada le valió a ese coronel del Ministerio del Interior puesto que él fue fusilado junto al General Arnaldo Ochoa en 1989, según se dijo por "alta traición a la revolución" y por cuestiones relacionadas al tráfico de drogas, mientras que en Washington el "indictment" contra el Hermanísimo y Aldo Santamaría discretamente se pasó al olvido sin dificultad alguna.
Por otra parte no puedo probarlo, pero hasta pienso que Jorge Más Canosa fue asesinado. Aunque no descarto que quizás sea un resultado de mi febril imaginación, creo que mucho pudiera escribir usando como patrón el envenenamiento que en 2004 afectó Viktor Yuschenko, cuando era presidente de Ucrania. Sin embargo aquí concluyo. Cordialmente,
albertogutierrez@bellsouth.net
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