En plena crisis de Ucrania, Rusia apuesta a una larga gira latinoamericana.
Sergei Lavrov interrumpió sus reuniones con John Kerry y la cúpula del Kremlin para visitar Cuba, Nicaragua, Perú y Chile. ¿A qué se debe este viaje cuando su país coquetea con desatar una guerra a minutos de su frontera?
Moscú no abandona su doble retórica: por un lado, afirma que quiere la paz en reuniones con Occidente y, por otro, en el terreno apoya a los violentos separatistas prorrusos que siguen ocupando sedes de la administración central ucraniana en las provincias del este.
Además, el Ejército Rojo está movilizado a pocos kilómetros de la frontera, listo para actuar si le llega la orden desde el Kremlin. También la OTAN ha respondido acumulando tropas cerca de la región, en un tenso ajedrez que recuerda al siglo pasado: es la peor crisis desde el final de la Guerra Fría.
Moscú carga de simbolismo una gira poco menos que rutinaria.
En ese contexto, la gira del ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, por un lugar tan alejado del foco de conflicto como Latinoamérica llama la atención. Y pone en evidencia el pronunciado aislamiento que generó el intervencionismo del gobierno de Vladimir Putin en Ucrania, primero sobre la península de Crimea y luego en los territorios del este.
¿Es Latinoamérica un referente de peso para ese conflicto? Ni siquiera es un actor con intereses creados en el lugar y los gobiernos apenas se han limitado a opinar sobre el tema, siguiendo su línea. Sin embargo, Moscú decidió ocupar a un funcionario de primera línea para gestionar sus asuntos aquí.
La BBC cita a la Cancillería de Moscú para explicarlo: el motivo del tour de Lavrov es "profundizar en cuestiones relativas a la cooperación bilateral" y "revisar los acuerdos aprobados" previamente.
Putin cree que es necesario "agradecer personalmente" a Cuba y Nicaragua por haber votado en contra de la iniciativa que la ONU aprobó en marzo y que condenaba la intervención de Rusia en Crimea.
Brasil adquirió misiles antiaéreos a Rusia en 2013
Economía y alianzas militares
En La Habana, Lavrov pasará dos días y trabajará con su par cubano Bruno Rodríguez, pero en los cuatro países será recibido por las autoridades máximas: Raúl Castro, Daniel Ortega, Ollanta Humala y Michelle Bachelet.
La gira no ignora que los negocios más importantes de Moscú en la región están enfocados en Brasil y Argentina. Al contrario, podría apuntar a engrosar los u$s13.300 millones que invirtió en 2013 con nuevos acuerdos y mayor presencia regional. Y quiere demostrarle a Estados Unidos que en su propio continente puede ejercer influencia económica, además de tratar de paliar las sanciones de Washington y la Unión Europea.
Lavrov no visitará los dos países con los que mayor intercambio tiene: Brasil y Argentina La iniciativa no hace más que reproducir una estrategia que Rusia ha aplicado ya durante el siglo XX, cuando la revolución cubana le abrió las puertas al comunismo en el continente y puso a la entonces "superpotencia" rival de Estados Unidos a las puertas de Florida.
Cuba, necesitada con urgencia de asistencia económica extranjera y abandonada por Moscú tras el desmembramiento de la URSS, recobra su importancia geopolítica gracias a la crisis de Ucrania. El Kremlin tomó nota y es probable que -aunque más no sea para molestar al Pentágono- haga que las visitas de su flota a la Bahía de La Habana sean más frecuentes.
En cuanto a los negocios vinculados a las Fuerzas Armadas, hay que recordar que Rusia acordó con Brasil la venta de 12 helicópteros militares por u$s150 millones, más un sistema de misiles de defensa por u$s1.000 millones.
Fue el ministro de Defensa Serguei Shoigu, el mismo que hace días anunció el inicio de las maniobras militares de Rusia en la frontera con Ucrania, quien cerró esos acuerdos. Y en la misma gira estuvo en Lima para firmar un acuerdo con Humala por u$s 700 millones a cambio de vehículos blindados para transporte de personal. BBC recuerda también que en diciembre se anunció la intención de Perú de comprarle a Moscú 24 helicópteros militares, por lo que la visita de Lavrov podría apuntar a cerrar la operación.
Si Shoigu fue quien encabezó las gestiones en las oportunidades previas, que Lavrov sea el encargado esta vez genera dos lecturas: por un lado, demuestra que el máximo responsable de las fuerzas rusas quiere tener las manos pegadas al volante en un momento de altísima sensibilidad; y por otro, que viaje un funcionario como Lavrov y no uno de menor rango -que bastaría para realizar las tareas que requiere esta gira latina- tiene la intención de acrecentar la repercusión de la gira. Se busca, desde lo simbólico, maximizar resultados menores en cuanto a negocios.
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