Un plato mal aderezado Por Fernando Dámaso Mermelada 7 de agosto de 2014
Cada cierto tiempo las autoridades cubanas montan el espectáculo de la subversión externa contra el régimen. Como si se tratara de un plato especial, éste se adereza con una declaración de prensa de una funcionaria de segunda o tercera categoría, artículos sobre el tema de algunos periodistas oficialistas, una mesa redonda con enérgicos participantes, la anécdota sobre un presunto hecho acontecido en un espacio cultural y las declaraciones sobre su actuación como doble agente, de un personaje adicto a los medios.
Sucede que, a pesar de los actos políticos en que participa, gran parte de la juventud cubana no cree en el proyecto político, económico y social vigente y, por todos los medios, trata de abandonar el país y llevar a cabo su proyecto de vida en otras tierras. Si no fueran suficientes las constantes deserciones de deportistas, artistas y profesionales, así como las salidas ilegales en embarcaciones, balsas y otros medios de cientos de cubanos, bastaría con conversar honestamente con los jóvenes en cualquier barrio de nuestros pueblos y ciudades, para conocer realmente cómo piensan. Aquí la doble moral está bien enraizada, tanto como el marabú, y no hay que darle mucho crédito a lo que se dice en una asamblea o en un acto de masas, o ante un micrófono o una cámara. En esos momentos, la mayoría de los jóvenes y de los no tan jóvenes, expresan lo que saben que las autoridades desean oír, para no buscarse problemas.
La solución no son los platos especiales cada cierto tiempo, sino la adopción de medidas profundas que resuelvan la crítica situación actual y ofrezcan, más que un demasiado dilatado futuro, un presente próspero y digno.
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