Solo y abandonado Red Cubana de Comunicadores Comunitarios: Juan Carlos Díaz Fonseca Teléfono: 54288244 Por Martha Beatriz Roque Cabello.
Desde hace 19 años, Felipe Ramírez Pérez reside en la calle máximo Gómez entre 28 de Enero y H en el municipio de Guanabacoa, ya él es un hombre de la tercera edad, pues tiene 71 años.
Todo este tiempo lo ha pasado viviendo en pésimas condiciones humanas, sin ayuda estatal monetaria. Su casa la constituye un cuartico de madera de tres metros de largo por tres de ancho, sin baño, cocina, agua, y ningún equipo electrodoméstico. De día él recoge materias primas como botellas de cristal y latas, o cualquier otra, que le sirva para su venta y poder subsistir. Con ello puede solo pagar diariamente su almuerzo y comida en el comedor llamado “Tulum” ubicado en la localidad. Felipe argumenta que fue visitado por trabajadores sociales hace más de trece años quienes le prometieron ayudarlo con una chequera y entregarle algún equipo electrodoméstico, pero jamás volvieron.
Natural de Camagüey, por no tener propiedad de su casa, sigue teniendo dirección en esa provincia, y sin cambio de domicilio no puede hacer los transmites para obtener la pequeña canasta básica que se vende por la libreta de racionamiento. Vive con el temor de ser desalojado de su casita de madera y enviado a su provincia natal, su familia lo abandonó y después de tantos años de sufrimiento prefiere morir de hambre y soledad que tener que pedirle ayuda.
Sabe le queda poco tiempo “en la tierra” y aspira simplemente a vivir como un ser humano, lo que no ha encontrado bajo este régimen que dice ser de justicia social.
La Habana, 11 de setiembre de 2014.
Tribulaciones del dengue Por: Rosa María Naranjo Nieves Teléfono 58226930
En Holguín, igual que en cualquier provincia del país, el dengue se ha hecho endémico. Como nadie está exento de contraer la enfermedad, tuve la mala suerte que le tocara a mi nieto, nombrado Yandri Leonel Aguilera Hernández. Lo ingresaron en el Hospital Pediátrico Provincial Pedro de la Concepción Pedraja y enseguida tuve que ir a llevar agua para tomar, porque solo hay agua en el baño. Estaba con más de quince niños que hicieron fiebre y según la enfermera de guardia a la que le pregunté me dijo que todo el que estuviera en esas condiciones lo estaban ingresando por espacio de seis días y le suministraban antibióticos, sin dejarlo salir de abajo del mosquitero, con el fin de prevenir; aunque hay que esperar los resultados de las pruebas que les han hecho, para ver si es dengue, pero todos los niños están iguales con fiebre alta. El espacio de 6 días es para -después de ese tiempo- realizar un análisis de sangre para comprobar si ya incubó la enfermedad o es otra cosa. En la Sala J del 4to piso, ubicaron en cada cubículo 5 literas, o sea 10 pacientes por área. Hay 5 esqueletos de ventiladores, de los cuales funcionan 2 a duras penas, todos llenos de remiendos. Los mosquiteros que tienen puestos los niños están con huecos y los padres tienen que inventar como amarrarlos para proteger al niño que le toca la parte de arriba de la litera. Lo que se le ha ocurrido es atarle 4 tubos en las esquinas para sostener los mosquiteros. Cada dos cubículos hay un baño con dos asquerosas tazas –en su mayoría rotas- y llenas de costra de suciedad con mucho mal olor. Solo se puede utilizar -en el que está mi nieto- una taza, y tiene problemas para descargar. La ducha es un tubo votando agua sin parar, pero que no sirve para tomar, la de beber hay que traerla de la casa. A la 1 de la tarde fue que les dieron el almuerzo a los niños enfermos, consistente en arroz blanco, un huevo cocinado y arroz con azúcar, todo muy mal elaborado. A las 6 y 30 le dieron la comida, un poquito de congrí con un pedacito chiquitico de pollo hervido, una gota de sopa de fideos con chícharo dentro y una cucharada de arroz con azúcar. De una posta de pollo deben comer 6 niños y de mirar la comida da asco. La auxiliar de limpieza pasa la escoba que está sucísima por el medio de la sala y ya limpió; todo está muy mugriento y desagradable. Es tan difícil enfermarse y tener que estar en esta situación, que preferiblemente el niño podría quedarse en la casa con mucha más higiene y atención. Además de la desgracia de tener una criatura inocente enferma, hay que pasar por todas las tribulaciones que se desprende de la negligencia y la falta de atención en el sistema de salud.
Holguín, 11 de setiembre de 2014.
mbrcnuevocorreo@gmail.com
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