EL VOTO Por Hugo J. Byrne
Hoy es el 4 de noviembre del 2014 a las 09:55 a.m., hora local.
No tengo deseos de aburrirme tratando de leer entre líneas las proyecciones y las profecías de los “contemporáneos Nostradamus” de la Red o el cable. Antes de que empiecen a publicarse los primeros reales resultados de las elecciones parlamentarias y locales de hoy, prefiero dedicar mi tiempo a reflexionar brevemente sobre las implicaciones del voto, las de hoy y de siempre. Hace muchos años aprendí que el sufragio universal dista de ser una solución perfecta. Nada que se origine en la mente humana puede serlo. Ningún esfuerzo intelectual o físico, individual o colectivo, por concienzudo que sea, lleva a la perfección. Ésta es inalcanzable y para percatarse de ello no importa que seamos religiosos, agnósticos o ateos. Sin embargo, la experiencia nos enseña que buscar perfección es una actividad beneficiosa. En la labor por alcanzar esa perfección, el hombre ha pasado por muchas etapas que quisiéramos olvidar. Ejemplo: durante el siglo XX sufrimos una tragedia sin precedentes; la última guerra mundial. Por lo menos uno de los tres regímenes responsables por esa hecatombe fue electo democráticamente, usando el sufragio universal. Sin duda enfrentamos hoy una amenaza tan peligrosa en potencial como ese conflicto. ¿Cómo encararla con éxito y cómo preservar la Humanidad en el 2014? El idioma italiano tiene una frase quizás ambigua: “Dolce fare niente” (“la dulzura de no hacer nada”). La primera impresión que da es que se trata de la primera estrofa en un himno a la haraganería. Sin embargo es lo contrario. Tiene un objetivo crítico y en ese contexto se usa. Ninguna generación de exiliados ha sufrido la desgracia castrista como la nuestra. Entre las más nutridas olas de refugiados de Cuba de los años 60, 61 y 62, las personas de más de cincuenta y cinco años no esperaban un exilio permanente y sólo creían encarar una incómoda situación pasajera. Con el devenir de los trágicos acontecimientos en Cuba, la mayoría se resignó a un injusto y triste ocaso en tierra extraña. Quienes vinieron de niños se integraron definitivamente a esta sociedad, adquiriendo fácilmente las costumbres y los hábitos norteamericanos. Su sufrimiento fue pasajero y relativo. Por el contrario, los adultos entre 18 y 45 años (un servidor cumplió los 27 años en tierra norteamericana), sin medios de fortuna y en muchos casos responsables por una familia, tuvieron que enfrentar desde el primer día las más inmediatas demandas de la vida. Ese conjunto de circunstancias debió ejercer una influencia positiva sobre esa generación. Porque como reza el refrán, “la letra con sangre entra”. El sufrimiento hace que la gente madure, pero no en todos los casos. Usar el sufragio fue para mí algo que pude hacer por la primera vez en California, USA. Era legalmente demasiado joven para poder ejercer el voto en las elecciones presidenciales programadas en Cuba para junio de 1948, Aún así, participé de esa campaña electoral en Matanzas y mi candidato a la presidencia de Cuba era esa vez el eminente cirujano Ricardo Núñez Portuondo, figura de prestigio nacional y amigo de mi familia. Me entusiasmaba ejercer mis derechos ciudadanos y esperaba poder votar cuatro años más tarde en junio de 1952. Nada me mortificaba más que el continuo coro ignorante de quienes afirmaban que “la política era para los bandidos” y que “las personas decentes debían marginarse de esas actividades”. Efectivamente, muchos miraban la participación cívica con desprecio y en consecuencia el mayor de los bandidos se apoderó del gobierno desde hace casi 56 años. El derrocamiento del gobierno constituido en marzo del 52 frustró mis aspiraciones al sufragio. Estoy totalmente de acuerdo en que el voto sea voluntario. Quien no se interese por el destino colectivo, o quien no sepa lo suficiente sobre ese destino, debe tener derecho a abstenerse. Sin embargo, existe una relación estrecha entre derechos y responsabilidades. Eso lo aprendí en la escuela elemental cubana, estudiando una disciplina llamada “Instrucción Moral y Cívica”. Aquí no existe nada semejante en la enseñanza elemental. Lo más aproximado es un tema muy neutro llamado “Government”. Esa materia informa my vagamente sobre la constitución y de cómo se componen los gobiernos estatales y el gobierno federal. Al menos esa era la situación en los años sesenta y setenta cuando mis hijos cursaban la primera enseñanza. Ellos tuvieron la ventaja de que gran parte de ese tiempo asistieron a escuelas privadas o parroquiales. A juzgar por el embrutecimiento colectivo y la creciente ignorancia promedio de las nuevas generaciones, nada ha mejorado. Por todo lo expuesto, la actitud de tantos cubanos exiliados de mi generación me sorprende. Muchos se abstienen de votar, especialmente en elecciones parlamentarias. Y eso es todo por hoy. Son las 11:53 pm, hora del Pacífico. Me voy a ver las proyecciones de “los que saben”.
¿LA INEVITABLE CORONACIÓN DE HILLARY? Por Hugo J. Byrne
Nota para lectores muy sensibles: espero no sufran por mi uso de palabras castellanas que algunos consideren ofensivas. En un cuento gallego el vagón final de un tren de pasajeros se descarrila de la vía, sin consecuencias mayores.
Los pasajeros tienen que evacuar el vagón para facilitar su retorno a los rieles. Hay una inclinada rampa de gravilla al lado del vagón por el que descienden los pasajeros. Cuando dos horas más tarde el vagón ha sido colocado de regreso a su sitio, los pasajeros regresan caminando cuesta arriba. Subir una superficie de piedra suelta es más trabajoso siempre que bajarla, especialmente para las personas mayores de edad, o más pesadas. Un palurdo local se siente compadecido por una señora muy gruesa quien apenas sube un paso y baja dos, decidiendo ayudarla. Para ello la empuja hacia arriba por la parte de su voluminosa anatomía más cercana a él y más protuberante: gran error. “¡Atrevido y degenerado!”, le dice la señora. “¿Cómo se atreve usted a tocarme? ¡Lo denunciaré!”. Efectivamente, el pobre patán comparece ante el juez acusado de manoseo impropio. En su declaración el defendido protesta: “¡yo sólo quería ayudar a la gorda a subir y por eso le empujé el culo!” El público ríe a carcajadas y el juez, permaneciendo serio a duras penas, pone orden en la corte. Dirigiéndose al palurdo el juez le exige moderar su lenguaje: “Señor, lo que empujó usted es el trasero de la señora. ¡Rectifique su declaración!”. El pobre gallego mira a todas partes asustado y dice: “¡Sí señor juez!, yo le empujé el… el… ¿Cómo dijo usted que se llama el culo de la gorda?” Quienes afirman con la cara bien dura que la avalancha política anti Obama del pasado martes sólo beneficia la elección de Hillary Clinton a la presidencia, me recuerdan la pobre percepción del gallego del cuento. El otro quien al parecer no entendió un comino de lo que ha pasado es el presidente Obama. Dijo que interpretaba bien el mensaje de las elecciones: afirma que oyó las voces de la tercera parte que votó y también las de los dos tercios que se abstuvo. ¿De veras? ¿Cómo puede Obama evaluar el mensaje de quienes no votaron? ¿Es Obama “Comandante en Jefe” o “Telepático en Jefe”? Lo único que podemos establecer razonablemente de esa abstención es que menos del cuarenta por ciento de los votantes registrados participó el día cuatro. El resto es sólo conjetura. Nadie puede interpretar los motivos de quienes no votaron. Aun conociendo el histórico abstencionismo en las elecciones de mitad del período presidencial en Estados Unidos, sospecho que fueron más quienes no votaron decepcionados ante el fracaso de todas las iniciativas en Washington. La semana pasada esta columna alabó el derecho de quedarse en casa que asiste a todos los votantes en Estados Unidos, pero condenó el abstencionismo en el orden moral. Cité el mal ejemplo de aquellos cubanos exiliados que se quejan del estado de cosas, pero no ejercen su derecho a cambiarlas. A diferencia de Obama cuya ayuda fue rechazada por casi todos los candidatos demócratas en estados con pronóstico dudoso, Clinton fue bienvenida a las tribunas demócratas y sus abrazos y aplausos fueron buscados y apreciados. Sin embargo, el apoyo de los Clinton tampoco se tradujo en votos favorables. Casi sin excepción, la cooperación electoral de Clinton cayó en saco roto. Para la posteridad queda la evidencia audiovisual de su respaldo público a muchísimos connotados perdedores, algunos de los cuales fueron barridos del mapa político. A ello habría que agregar la inextricable complicidad de Hillary en todas las acciones ejecutivas hasta su renuncia a la Secretaría de Estado en 2013 y la política exterior tímida y desastrosa de la presente administración. Como Secretaria de Estado Hillary tiene en su haber la puesta en marcha de la “nueva relación” con la Rusia de Vladimir Putin, simbolizada por el publicitado apretón de un botón rojo, en compañía del representante protocolar de “Putinlandia”. Ese “love fest” que incluyera la decisión de suspender instalaciones defensivas en Polonia, resultó en la invasión y de facto anexión de la Península de Crimea y una artificial guerra civil en el este de Ucrania que ha cobrado decenas de miles de vidas, incluyendo centenares de víctimas inocentes en el derribo de un jet de pasajeros por un misil ruso, operado por militares de mismo país. Clinton no tenía excusa de ignorancia cuando aseguró a la madre de una de las cuatro víctimas del ataque terrorista en Libia del 2012, en presencia del féretro de su hijo asesinado, que la culpa de todo residía en un video anti musulmán. Si Obama y la señora Clinton terminan en la misma actitud antagónica que tenían antes del nombramiento de la última como Secretaria de Estado, no debe sorprender. Eso ocurrirá si los republicanos saben aprovechar la histórica mayoría bicameral que disfrutarán a partir de enero. La prensa continúa con la cantaleta sobre la supuesta división republicana entre “la extrema derecha” y “moderados”. Los demócratas están potencialmente más divididos aun pero eso no se comenta. ¿Por qué? Porque la división es de intereses antagónicos, no de ideologías diferentes. Por lo pronto la “coronación” de Hillary Clinton en enero del 2017 está ahora en “life support”. Además, Obama promete guerra abierta hasta enero. No contra ISIS, sino contra los votantes del cuatro de noviembre.
hugojbyrne@aol.com
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