Un país que se pierde en la bruma Por Ángel Santiesteban Los hijos que nade quiso 17 de noviembre de 2014
En las cárceles cubanas se encuentran entre cuarenta y cincuenta mil hombres y mujeres en edad reproductiva. Un pequeño porciento mantiene relaciones maritales con el género opuesto, y un por ciento de ese porciento, está resuelto a engendrar prole, pues sus circunstancias, más la economía social en estado de crisis generalizada, hace más difícil la posibilidad de la maternidad.
Otro gran porciento de mujeres y hombres, en edad posible de ser padres, sueñan, esperan la oportunidad de emigrar, seguir los pasos de esa juventud que los antecedió y ahora disfrutan de libertades políticas y económicas, y visitan al país, mostrándolas.
A la fuerza, hemos convertido la sociedad cubana en una población envejecida, donde el índice de posibles relaciones de pareja ha disminuido en una cifra alarmante. La sexualidad en el archipiélago no transciende el hecho mismo del desahogo animal, porque en ambas personas existe la posibilidad de continuar el éxodo a otras tierras, y nada resulta más importante ni urgente, pues las esperanzas en su país están sesgadas, no existen ni remotamente.
Un país que se deshace, aunque se invente día a día; se evaporan sus costumbres, aunque en su lugar se ubiquen fantasmas, maniquíes que pululan como ciegos, golpeándose con los muros de la ciudad alucinante que alguna vez fue.
Según los datos ofrecidos por el gobierno, después de ocultarlos por décadas, Cuba ya es una sociedad envejecida y, ni siquiera podemos usar la recurrida frase popular de que “tenemos ancianos hasta para hacer dulces” porque, en otra arista alarmante, la producción azucarera ha disminuido a niveles del siglo XVII, cuando la “industria” era arcaica si la comparamos con los avances tecnológicos de la actualidad.
Pensar y repensar una nación prospera será la asignatura más importante y urgente de las generaciones post-socialismo de los hermanos Castro.
_______________________
|