Jugar con fuego. Por Alberto Gutiérrez Barbero.
Jugar con fuego es una frase que aprendí en Cuba cuando era niño.
Significa insistir imprudentemente exponiéndose a un peligro sin ser necesario y quizás acabar quemándose, es decir sufriendo las consecuencias. La historia claramente manifiesta el jugar con fuego muy relacionado a los seres humanos y a las naciones en las cuatro esquinas del mundo. Por ejemplo el multitudinario saludo fascista ante Hitler fue un juguete de fuego que Alemania bien caro pagó en la terrible Segunda Guerra Mundial. La misma insensantez prevaleció en Italia y los satélites alemanes, mientras que Japón no satisfecho con sus atrocidades en China extendió el conflicto hasta Pearl Harbor, para que en definitiva bombas atómicas norteamericanas fueran lanzadas en Hiroshima y Nagasaki. Múltiples evidencias demuestran que Estados Unidos tampoco es inmune a esa clase de juego. Lo mismo tiene lugar en Rusia luego de haber sufrido las secuelas del zarismo, Lenin, Stalin y sucesores. Mientras tanto en América Latina por semejantes razones Argentina no es la potencia mundial que pudo ser en un determinado momento del siglo XX, y contrario a lo que escribió Stefan Zweig Brasil será el país del futuro solo el día en que las ranas tengan pelos. Sin embargo hace cinco décadas el pueblo cubano fue el jugador con fuego más significante en la región latinoamericana. No es un secreto que aun Cuba se encuentra hundida en un abismo de opresión y miseria galopante porque allá entonces masiva e irresponsablemente se aplaudió al castrismo. Venezuela, un país rico en recursos naturales, ha seguido las huellas cubanas y cada día más va rumbo a la pobreza bajo los funestos chavistas controlados desde La Habana por la tiranía castrista. Al menos como yo lo veo igualmente en España, la primera potencia mundial durante el siglo XVI, el jugar con fuego es una realidad que no cesa y tal parece que se olvidó lo que pudo aprenderse durante la cruenta Guerra Civil y la dictadura franquista. Hoy lo negativo sobre el Partido Socialista Obrero Español, el Partido Popular y otros partidos de ámbito autonómico/regional es transcendental. De todas maneras teniendo en cuenta la corrupción, la mentira, el porqué del desempleo y otros males, el país aún no se encuentra en una tremenda situación demoledora y es posible una rectificación para beneficio de todos los españoles. Aunque siempre la he pasado muy bien desde Irún a Tarifa, son muchas mis querellas hacia España. Entre otras cosas al ser oriundo de Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba, me niego a olvidar el horrible Bando de Reconcentración que impuso el Capitán General Weyler en 1896. Entonces perecieron aproximadamente 300,000 cubanos estableciéndose un récord de mortandad en el siglo XIX. A partir de 1902 de nada valió las puertas de la no ya "siempre fiel" colonia abiertas a emigrantes gallegos, catalanes, vascos, canarios, etc. y desde 1959 me indigna la entente y el oportunismo español con la tiranía castrista, aunque admito que no es algo exclusivo. Por aquello del "cash" hasta en Estados Unidos, punto y aparte del embargo norteamericano, se permite el comercio unilateral con los opresores de mi patria.
Mis reproches no me impiden desear una España mejor, pero desde hace meses he venido observando Podemos y si esa cofradía política continúa cuesta arriba creo vislumbrar lo peor inclusive en la madrileña Puerta del Sol. Es muy cierto que España no se encuentra en el Caribe y no es Cuba ni Venezuela. No obstante tal como supe al estudiar álgebra hace muchos años, el órden de los factores no altera el producto.
Ya algunos cubanos anticastristas exiliados se han pronunciado en contra de Podemos y yo me uno a ellos. No es capricho ni tendendencia, es por la experiencia de lo vivido. Desde 1994 comenzamos a sonar la alarma antichavista a Venezuela y fueron pocos, demasiado pocos, los venezolanos que nos prestaron atención. Con el tiempo sabremos si en España sucede o no sucede lo mismo. A pesar de que son varias las razones de mi rechazo a Podemos, por el momento solamente sugiero revisar "El video que Pablo Iglesias no quiere que veas". Un segmento muestra al sujeto -que físicamente y por su cola de caballo me recuerda al hoy segundo tirano de Cuba cuando era joven- expresando su "dialéctica". En otro segmento él canta con pasión La Internacional junto a una bandera roja de hoz y martillo con la cara de Lenin. De no gustarle a un español La Marcha Real, me parece muy bien que cante La Banderita o cualquier otra canción que glorifique a España. La trasnochada canción que popularizó la Internacional Comunista también fue himno nacional de la Unión Soviética hasta 1943, y su letra me recuerda muy bien las exhortaciones que han sido manipuladas por multiples facciones de la perversidad y lo siniestro. Cordialmente,
albertogutierrezbarbero@comcast.net
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