La unidad de acción: sus desafíos, sus posibilidades. Por Eroises González Suárez. Secretaria Ejecutiva Nacional del Partido Solidaridad Liberal Cubano (PSLC).
Desde hace más de medio siglo los cubanos hemos sido sometidos a engañosas y burdas formas populistas que intentaron promocionar un sistema, donde las supuestas justicia y equidad fueran nuestro eterno compromiso.
Este falso paraíso ha sido percibido y vivido por el ciudadano cubano como un largo camino plagado de incertidumbres, pesares y desolaciones. Adornada por una gran falacia esta absurda ideología ha sido una quimera que ha traído consigo que los habitantes de la mayor de Las Antillas se vean totalmente desprovistos de los más elementales derechos, obligando a los cubanos a disminuir su autoestima y su voluntad. Tales infortunios, han sido posible por el férreo control totalitarista que somete a cada uno de los ciudadanos desde un aparato opresor siempre disponible.
Las circunstancias actuales de Cuba con relación a sus ciudadanos son muy desfavorables para el ejercicio de sus derechos y de la ciudadanía. Hay serias limitaciones a la difusión y aplicación de ideas por lo que persiste un analfabetismo democrático de la sociedad en general. El trabajo que desplegamos muchos de los miembros de la sociedad civil cubana, junto con otras iniciativas en las que también participamos, ha sido aceptado por los distintos sectores de la sociedad debido a su identificación con los temas de ciudadanía y liderazgo.
Hay mayores demandas sociales de cambio, un creciente malestar social y una pérdida creciente de legitimidad por parte de las autoridades. El mismo proceso de ajustes emprendido por el gobierno ha terminado por convencer a la gente de las políticas erráticas y de las concepciones inapropiadas para la creación y sostenibilidad del bienestar del país. Al mismo tiempo, la naturaleza limitada de los cambios, refuerza la visión de que no solo las autoridades han confundido el rumbo, sino de que carecen de la voluntad y la capacidad para abrir plenamente las vías de desarrollo y progreso social.
Todo lo antes expuesto prepara el terreno para una mejor interacción de la oposición política cubana con los ciudadanos.
Significa que la idea y la oportunidad de cambio político es cada vez más clara y que su aceleración depende de la acción y legitimación proveniente de la ciudadanía, ello conlleva al despliegue de recursos políticos y sociales apropiados para un cambio que efectivamente favorezca y repercuta en la ciudadanía.
Hablar sobre ideas democráticas hoy en Cuba representa un duelo para cualquiera que pretenda ostentarlas como proyecto para la sociedad, en primer lugar debido al feroz fuego mediático que contra estas mantienen los medios en nuestro país. Presentando las ideas democráticas solo como una estrategia económica de los “poderosos” encaminada a aplastar a los más débiles y a enriquecerse excesivamente ellos y, con esto, dictar las políticas mundiales en una sola dirección. Para promocionar a esta tesis no se detienen frente a meras trivialidades y para esto se organizan grandes simposios, congresos, encuentros y cuanto fórum y tribuna machaque y pretenda desacreditar nuestras ideas con cientos de invitados y ponentes de cualquier parte del planeta, pagados con el sacrificio esclavo del pueblo cubano. Pobreza, analfabetismo, desigualdades, injusticias, son algunas de las supuestas consecuencias que se derivan de la aplicación, según nuestra prensa oficial y los que ofician en los encuentros antidemocráticos, del pensamiento liberal y democrático en el mundo.
La elite gobernante cubana presenta al pensamiento democrático y liberal como uno de los jinetes del Apocalipsis, achacándole a esta manera de ver el mundo todos los males habidos y por haber, presentándolo como el culpable del atraso y la pobreza que hoy golpea tan fuertemente a una gran porción de nuestros ciudadanos. Se publican fotos y reportajes que “demuestran” cuan perjudicial es para ellos acudir a fórmulas que descentralicen la gestión (entiéndase intervencionismo) del Estado y pongan en manos de los individuos y la sociedad civil la responsabilidad de sus vidas.
¿Pero, son ciertas estas aseveraciones que se presentan como verdades irrebatibles, o no es tan cierto como lo pintan?
Ahí están la Declaración de Derechos Humanos, los Pactos de Derechos Civiles, Políticos, Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas. En nuestro continente tenemos la Declaración Americana de los Derechos del Hombre, entre otros muchos pactos, convenciones, protocolos, convenios, etc. Todos y cada uno de ellos salvaguarda los derechos fundamentales de la persona, poniendo siempre su libertad por encima del poder del estado, siendo este último el que resulta advertido. En las Constituciones de todo país que se diga democrático las libertades fundamentales de sus ciudadanos están siempre consagradas por sobre el poder del Estado y del gobierno, monitoreado este último permanentemente por los ciudadanos y no a la inversa como sucede tristemente en la mayor de las Antillas. En la Cuba de hoy es una necesidad lograr que las ideas democráticas y de libertades sean abrazadas y aceptadas por la sociedad civil cubana en un momento en el que la cúpula gubernamental vende al mundo el socialismo del siglo XXI como la opción perfecta y viable para cualquier país. Ya somos bastantes los ciudadanos que dentro de la isla estamos completamente convencidos que para que las ideas democráticas y de libertades rijan a nuestro país hay que contar con la participación protagónica de la sociedad civil y el ciudadano de a pie.
Son muchas las organizaciones de oposición dentro de Cuba que están convencidas de la necesidad de la unidad de acción para trazar estrategias comunes para lograr el cambio. Es por eso que han surgido proyectos que cada vez más ganan adeptos entre los ciudadanos como son la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), la Plataforma “Nuevo País” y el proyecto “Consenso Constitucional”, los cuales tienen su fortaleza en poner a los ciudadanos como los verdaderos actores para el cambio en Cuba, dándoles la oportunidad de que su opinión tenga un verdadero valor en el actuar político y social del país.
Es verdad que cuando este anhelo de respeto a los más elementales derechos de los ciudadanos llegue a nuestra isla, completamente desbastada, no solo desde lo político sino también hasta lo económico, se tendrán que crear nuevas instituciones, reglas y leyes.
Sí es un hecho palpable sin embargo que cada día más y más ciudadanos cubanos piden una Cuba libre y democrática.
Estamos cada vez más cerca del momento en que la sociedad civil desplace al tipo de nación- estado que tenemos en Cuba. Y para eso también es una necesidad que la oposición política se una, ponga por delante los intereses de nación y trace estrategias comunes que desemboquen en un cambio profundo y real en nuestro país.
Aquí tenemos una oportunidad de seguir poniéndonos de acuerdo frente a los desafíos y ante una oportunidad que vienen abriendo los ciudadanos.
Eroisis Gonzáles Suárez eroisisgonzalessuarez@gmail.com |