Editorial. Por José Vilasuso Rivero.
No extraña la alabanza y al mismo tiempo colosal despiste internacional en referencia a la avalancha de personal sanitario cubano enviado al extranjero. Cualquier hijo de vecino puede admirarse ante noticias sensacionalistas y sazonadas de cifras espectaculares. Algo como otro libro más vendido bajo la rúbrica de cualquier Pauhlo Coehlo. La cuestión es saber adobar la oferta y los resultados pueden ser los esperados, al menos.
Caramba qué fecunda prolijidad para graduar médicos; en adelante hemos de proponer a las más reconocidas, avanzadas y prestigiosas escuelas de medicina del mundo que sigan el ejemplo de Fidel para crear galenos con la misma destreza y celeridad que soldados, adoctrinadores políticos, ideológicos, y aguerridos milicianos. Todo se resume en trazar un modelo marxista leninista con la rúbrica del Comandante en Jefe y lo mismo ha de servir para sanar, enviar al hospital, al cementerio o desaparecer cadáveres. Es lo mismo, mientras entretengamos a personajes pintorescos como John Kerry tan sobreabundantes en el actual escenario extramuros.
Punto y aparte, formulo la pregunta complementaria. ¿Conoce el reconocido editorialista colombiano del Times don Ernesto Londoño, animoso apologista del castrismo sanitario, las condiciones actuales de los hospitales para uso del cubano de a pie? ¿le notifican sobre la escasez de profesionales de la salud en el suelo patrio a causa del éxodo masivo de los mismos al extranjero? ¿se ha enterado de que determinadas y calamitosas condiciones de salud en el pueblo cubano entre otras causas se deben al deficiente estado sanitario reinante, carencia de medicamentos y precio capitalista de los mismos? ¿puede una sociedad subalimentada preservarse de dolencias como cólera, dengue, o mosquitos chinkungunya, etc.
Cabe cuestionarse las consecuencias de que ciento treinta mil habaneros desde inmemorial tiempo se hacinan en albergues malolientes, cubriendo sus necesidades de manera vergonzosa y en alarmantes condiciones de promiscuidad; como consecuencia de haberse quedado sin techo luego de los mortales derrumbes habituales en la capital. Pero no; no somos tan ciegos o apasionados para negar radicalmente éxitos de nadie y jamás la peor felonía ha dejado de encerrar o mezclarse con la miel más dulce.
A contrapunto nuestro asombro, o mejor llamada de alarma, obedece a esa ausencia de objetividad, angelismo, y sólida información respecto a Cuba, Venezuela y sus particularidades de más alta dimensión y trascendente significado. Cuyo portavoz más comprometido en el instante es el New York Times. En la pluma privilegiada de don Ernesto Londoño aflora de nuevo la repetición de simplezas, consignas y lugares comunes tocantes a Cuba que de manera elocuente delatan el vetusto vicio periodístico consistente en aceptar lo que se le ofrece porque viene a mano, y claro responde al cumplido de llenar espacios por encargo en uno de los rotativos de mayor circulación mundial. “Diga esto o ponga lo otro y allá te las hayas, hijo de la gran chingada.” dijo aquel mejicanos genial, Juan Rulfo. Nadie se atreverá a refutarte, somos el Times.
Pero no escatimo espacios. Tomo nota. Daremos la pelea golpe por golpe, jugada por jugada y de campana a campana.
edperez1933@gmail.com
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