EL CREDO "LIBERAL" DE USA: LA TIERRA ES PLANA. Por Hugo J. Byrne.
Cuando llegué a estas tierras libres y hospitalarias hace ya más de cincuenta y tres años, me consideraba filosóficamente liberal. Todavía me considero liberal ¿En qué baso esa convicción?
La palabra liberal se origina en la palabra libertad y esta a su vez en el término latino "libertas", que se define como capacidad de pensamiento y acción sin interferencia ajena. La definición de la palabra liberal en castellano, de acuerdo a la Real Academia Española es: “Partidario de la libertad individual y social en lo político y de la iniciativa privada en lo económico”.
Quien abrigue la menor duda que consulte el diccionario. Tengo uno que es edición del 2006, pero estoy seguro que esa definición no ha cambiado. Es por eso que al referirme en castellano a un socialista de aquí, siempre uso el adjetivo “liberal” entre comillas. Entiéndase bien que liberalismo entraña respeto por otras ideas (o a quienes las sustentan), siempre que sean razonables, pero eso nunca implica acatar la opinión ajena y muchísimo menos tolerar a quien intenta imponernos la suya.
Además nunca he dado crédito a la noción de que el pensamiento humano se compone sólo de opiniones y que ellas son todas relativamente equivalentes. Un "muy respetado sicólogo", de los que influencian al público con "ideas doctas" en debates televisados, hace unos años afirmó lo siguiente: "Recuerden que la realidad no existe, sólo la percepción."
Para mí, ese sicólogo está en el mismo nivel intelectual que "Sitting Bull", el "medicine man" (brujo) de los Lakota Sioux de las "Black Hills", durante su enfrentamiento con el ejército norteamericano. "Sitting Bull" en sus arengas a los "bravos", enfatizaba la superioridad numérica abrumadora que poseían las varias tribus indígenas que temporalmente unieran fuerzas para enfrentarse a la caballería, a las órdenes del General George Custer. Evidentemente "Sitting Bull" nunca había visto unidades de caballería mayores de unos pocos centenares de soldados. La batalla de "Little Big Horn River", en la que la tropa de Custer fuera aniquilada, pareció vindicar ese criterio suyo.
Empero, el viejo brujo Sioux simplemente confundía su percepción de la capacidad militar de Estados Unidos con la realidad. "Little Big Horn River" además de una victoria militar indígena (primera y última) fue no sólo el canto del cisne para los guerreros de "Sitting Bull", sino que también marcó el principio del fin de los americanos nativos como cultura independiente. La realidad existe. Ignorarla puede acarrear devastadoras consecuencias.
Aquellos cuya agenda implica regimentar la sociedad estrechamente a través del poder político han manifestado siempre la tendencia de apropiarse los adjetivos y consignas ajenas. Una vez en el poder, se roban todo el resto. Los colectivistas norteamericanos han logrado posesionarse del adjetivo "liberal" y sus opositores han permitido que se salgan con la suya. Nunca he comprendido eso y nunca lo aceptaré.
No obstante, es hora de aclarar que quienes se identifican como "liberales" en el discurso político norteamericano contemporáneo, no son otra cosa que socialistas, aunque ellos mismos no sean capaces de entenderlo y aceptarlo. Totalmente ajenos a la realidad, los "liberales" norteamericanos de hoy se aferran con fervor al mito colectivista.
Ciegos ante el fracaso rotundo y el sufrimiento humano horripilante que ocasionaran más de setenta años de experimento socialista en la fenecida Unión Soviética, todavía propugnan su implementación "pacífica." Muchos, ignorando la evidencia histórica, afirman todavía que el planeamiento económico puede sustituir a los mecanismos del mercado libre y que la llamada "propiedad colectiva" es una alternativa factible, justa y deseada.
Recordemos las proféticas palabras del anarquista Mikhail Bakunin durante la "Primera Internacional" de 1872, en respuesta a las teorías abrazadas por Marx:
"Un estado socialista no podría contentarse con gobernar de manera tradicional, como hacen todos los otros gobiernos de hoy. También tendría que administrar económicamente, concentrando en las manos del estado la producción y la división de la riqueza, el cultivo de la tierra... y todo eso implicaría el reino absoluto de la 'inteligencia científica', el más aristocrático, despótico, arrogante y elitista de todos los regímenes. Habría una nueva clase, una nueva jerarquía... el mundo se dividiría entre una minoría dirigente en nombre del 'conocimiento' y una inmensa mayoría ignorante. Y entonces... ¡que se preparen los ignorantes!"
El mismo mito "liberal" que hoy acredita "logros" a la llamada "revolución" castrista, enfatizando como tales la "educación y la salud", hace cuarenta años ensalzaba los mismos "logros" en la Unión Soviética. Para los "liberales", la evidencia abrumadora de una monumental estafa propagandística tras esos cantos de sirenas, es aún invisible. No importa que esa evidencia sea presentada hoy ante el mundo por los mismos individuos que antaño fabricaran la estafa. No importa que el "experimento socialista" causara depauperación económica y despotismo político dondequiera que se haya impuesto.
Para los "liberales" norteamericanos, los sangrientos fracasos del socialismo (cuando son reconocidos) nunca residen en la inhumanidad consustancial al sistema, sino en “error humano”. Los crímenes del marxismo-leninismo en la Unión Soviética y la bancarrota político-económica de ese estado brutal, son para los llamados liberales, culpa de Stalin. El hecho incontrovertible de que Stalin simplemente aplicaba la agenda socialista tal y como la enunciara Marx y la desarrollara Lenin, no puede afectar una actitud que desprecia la razón y se basa solamente en fe ideológica.
Esa fe, en alianza ignominiosa con intereses económicos mercenarios, se propone ahora imponer a los contribuyentes de Estados Unidos un subsidio virtual al régimen castrista. Los "liberales" de ambos partidos en el Congreso de la Unión buscan debatir ese parto de los montes. Esperemos que esta maquinación innoble sea rechazada por la nueva mayoría en Washington.
Recordemos que en 1986 Fifo renegó toda su deuda externa, exhortando a los demás países deudores a que hicieran otro tanto. Desde entonces no paga un centavo y el peso cubano carece de valor de cambio fuera del corralito en que han encerrado a tantos. Ahora el novel “Maruga en Jefe”, demanda crédito, compensación por todos los “daños del bloqueo”, devolución de la base de Guantánamo y que se saque a su régimen de la lista de estados que brindan apoyo al terrorismo. Eso lo demanda un estado que desde el siglo pasado carece de dinero y no paga sus deudas.
Los "liberales" norteamericanos se aferran con fanatismo ideológico, digno del Santo Oficio, a la vieja leyenda. Para ellos, tal como para los "sabios" de Salamanca del siglo quince, la tierra aún es plana.
hugojbyrne@aol.com
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