EL MENTIROSO EN JEFE ES AÚN POPULAR. Por Hugo J. Byrne.
"LA NOCHE ABSOLUTA" Noche absoluta, ¿qué has hecho del alba y del trino? Sol infinito, ¿qué luces alumbran tu ruta? Rompe la insidia que niega tu origen divino. Vence el dominio que intenta la noche absoluta. Haz que el celeste mensaje del Ángel custodio salve y exalte la gracia que el alma disfruta y que alejándose heridas las huestes del odio, se desintegre en el caos la noche absoluta. Agustín Acosta Bello La mentira manifiesta su insidia en todas partes, pero actualmente reside con regularidad en la Casa Blanca.
Ha vivido allí por lo menos desde enero del 2009. Admito que todos somos pecadores y por lo tanto todos mentimos o hemos mentido alguna vez. Sin embargo, esta vez no se trata de tirar la primera piedra: enfrentamos el mal. En esta lucha no hay neutrales, porque ellos son los primeros en perecer. En esta batalla he tirado muchas piedras y prometo solemnemente seguirlo haciendo contra todo el que lo merezca y con toda mi puntería hasta el fin. Una comunidad medianamente virtuosa puede y debe exigir honestidad a sus dirigentes. Cuando una mayoría de la sociedad acepta sin ofensa que todos aquellos a quienes eligió a posiciones ejecutivas se burlen de ella renegando de sus promesas importantes y fundamentales, se hace merecedora de la humillación que recibe. Se ha dicho muchas veces que toda sociedad merece el gobierno que tiene. Esto no es necesariamente cierto, pero sí lo es en gobiernos electos por el voto popular y mediante normas legales, como en Estados Unidos. Como nación, ¿nos merecemos a Obama? Sin la menor duda. Por su parte, esos líderes ungidos por la sociedad libre deben ser capaces de entender que su obligación hacia los electores incluye honradez. Ser honorable no es sólo abstenerse de tomar lo ajeno, sino ser fiel a la palabra empeñada y especialmente cuando la promesa es hecha a todos y no sólo a un grupo o una parte de la sociedad. Castro, a quien nadie eligió en voto legal y libre, ha intentado justificar sus actos de violencia criminal contra la República de Cuba durante cincuenta y seis años con una afirmación apócrifa: “Esta es una revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”. Por supuesto, nunca definió a quiénes se refería como “los humildes”. Copiaba al Presidente Abraham Lincoln en su discurso de Gettysburg durante la guerra civil americana. Lincoln culminó esa inmortal pieza oratoria con la famosa frase sobre el “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Después de Lincoln y en la última década del siglo XIX, otro verdadero orientador de pueblos, sin recurrir al plagio, reafirmó la idea del gran emancipador, aunque de forma mucho más breve y hasta quizás más elocuente: “Con todos y para el bien de todos”. ¿Ha leído el amigo lector la constitución de los Estados Unidos de América? Sospecho que casi todos los lectores de esta columna en algún momento lo han hecho. Se trata de un documento muy breve y claro. Puede leerse en su totalidad en unos pocos minutos. Describe las potestades y obligaciones de cada rama gubernamental de las tres en que se divide el estado. La primera obligación del ejecutivo es defender la vida y los derechos de los ciudadanos. La vida y derechos de todos y de cada uno, aunque el Secretario de Justicia saliente, Eric Holder (vergüenza nacional y cobarde testaferro de Obama), considere sólo como “su gente” a los americanos negros. El actual residente de la Casa Blanca, con una mano sobre la biblia y la otra extendida, juró observar y defender esa constitución dos veces consecutivas: mentía. Carecía de la más mínima intención de hacerlo. El juramento ejecutivo el día de la inauguración presidencial se traduce así: “Juro solemnemente desempeñar con fidelidad la posición de Presidente de los Estados Unidos y a mi mejor capacidad, preservar, proteger y defender la Constitución”. Eso juró quien más tarde se fuera a jugar golf inmediatamente después de limitarse a denunciar brevemente el asesinato público de inocentes ciudadanos americanos. Eso juró quien abandonara por completo los intereses de esta nación y la memoria de más de cuatro mil héroes de Irak, haciendo oídos sordos a las recomendaciones de todos los veteranos con experiencia en ese teatro de guerra: Obama es el creador de Isis. Tiene más responsabilidad en el renacimiento de esta banda terrorista que su fundador oficial, el terrorista islámico Al-Zarkawi, quien afortunadamente desde hace años reside en los predios de Satán, cortesía del U.S. Marine Corps. Eso juró el mismo que liberara a dos espías y un asesino convicto de masacrar a tres ciudadanos norteamericanos y un residente legal de Estados Unidos a cambio del dudoso honor de conversar durante diez y ocho meses con un hijo de Lina Ruz. Eso juró quien hiciera un canje de cinco peligrosísimos terroristas por un vulgar desertor, cuyos padres musulmanes fueron agasajados por él en la Casa Blanca. Uno de esos terroristas del “Jihad” liberados arbitrariamente por Obama en asqueante cambalache ya entró en contacto con su antigua banda criminal. El Senador Tom Cotton de Arkansas, joven veterano del Ejército de Estados Unidos, declaró ayer que el único problema con la prisión de Guantánamo es que hay demasiadas camas vacías. En sesión del Comité Senatorial de las Fuerzas Armadas al que Cotton pertenece, el Senador afirmó que deseaba que todos los “jihadistas” se pudrieran en el infierno y que Guantánamo en su opinión, quizás nos dé una vía adecuada a ese destino. Concuerdo. Por un tiempo la popularidad de Obama se vio afectada negativamente. Sin embargo de acuerdo a un encuestador tan respetable y autorizado como Rassmusen su aprobación presente es del 50% aunque para el lector sea difícil de creer. ¿Nos lo merecemos o no? ¿Estrategia para enfrentar al terrorismo musulmán? La primera es no temer llamarlo por su nombre. El resto se resuelve con las herramientas contemporáneas que hoy substituyen a las que un servidor usaba en el U.S. Army en 1963:
hugojbyrne@aol.com
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