¿SE CAMBIA PRESIDENTE POR PRIMER MINISTRO?. Por Hugo J. Byrne.
“A veces olvidamos citar a una de las más efectivas entre las muchas formas de suicidio que ha encontrado la humanidad: la utopía”.
Jean-François Revel (“How Democracies Perish”).
Hace algunas semanas expresé mi deseo fantástico de intercambiar nuestro presidente por el Rey de Jordania. Ya que incursioné en ese terreno de la fantasía, ¿qué daño haría continuar el mismo escenario imaginativo para señalar las diferencias entre Barak Hussein Obama y otros jefes de estado contemporáneos, más capaces en mi opinión de encabezar a Estados Unidos y a un mundo libre? Pienso que quizás me apresuré sugiriendo al Rey de Jordania como el mejor substituto a nuestro “Mesías”. Tenía obviamente a mano una opción muchísimo más adecuada, pero la ignoré y ahora rectifico. Los lectores de esta columna probablemente ya saben a quién me refiero y también saben por qué: lo más importante en cualquier mandatario es su capacidad para realizar las actividades que demanda su posición. Para hacerlas con efectividad la más importante es la habilidad dirigente, que se define en el idioma español con un popular anglicismo: “liderazgo”. Esa palabra carece de sinónimos y representa un concepto también insubstituible. Benjamín (“Bibi”) Netanyahu, el recién reelecto Primer Ministro de Israel, tiene el carácter, la habilidad, la determinación y el conocimiento de un verdadero líder a nivel mundial. Netanyahu no es perfecto. Tampoco lo es un servidor y ninguno entre los lectores: la perfección humana es inalcanzable. La única acusación virulenta contra “Bibi” es de índole personal: su notoria debilidad por las damas. So what? Quien tenga la conciencia limpia que tire la primera piedra. Sobre este tema debo aclarar conceptos. ¿Recuerdan el despelote entre Mónica y Bill? El problema para un servidor no fue tanto la indiscreción del presidente como su evidente perjurio. No tengo el menor interés de saber si cuando era presidente Clinton tenía sexo con Hillary, Mónica, o su gato “Sox”. Las escapadas de Bill eran notorias desde mucho antes de su presidencia y ese tema no concierne a este trabajo. Lo malo es que esa última vez (conocida) lo hizo durante nuestro tiempo y en nuestra propiedad. La Oficina Oval de la Casa Blanca nos pertenece y el presidente es sólo su inquilino temporal. Por lo tanto no voy a incluir aquí chismes ni asuntos personales sobre Netanyahu y sólo anotaré que ha estado casado tres veces y que tiene varios hijos. Netanyahu nació en Tel Aviv en 1949 y cursó su educación elemental en Jerusalén. De acuerdo a su maestra del sexto grado de primaria, “Bibi” era “amistoso, disciplinado, alegre, determinado, activo y obediente”: buena receta para cualquier actividad legítima. Algunos de los años de su niñez Netanyahu residió en un suburbio de Pennsylvania con sus padres. Allí se graduó de High School en 1967 y por eso habla correcto inglés con el típico acento de esa parte de este país. El mismo año de su graduación regresó a Israel e ingresó en sus Fuerzas de Defensa. En ese organismo ascendió a líder de escuadra de una unidad élite de fuerzas especiales y fue herido en acción varias veces. Regresó a Estados Unidos en 1972 para estudiar arquitectura, pero tuvo que volver a Israel al año siguiente para pelear en la guerra de Yom Kippur durante cuarenta días. En 1976 su hermano mayor Yonatan, quien comandaba la misma unidad de tropas anti terroristas a la que había pertenecido “Bibi”, cayó en acción de guerra. Yonatan Netanyahu fue el único miembro de ese comando muerto durante la incursión de rescate de cien israelitas pasajeros en un jet de Air France, secuestrados por terroristas alemanes en el aeropuerto de Entebbe, Uganda. Regresando a Estados Unidos después de su breve participación en la Guerra de Yom Kippur, Netanyahu se graduó en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en 1977, entre los primeros de su clase. En seguida obtuvo empleo con el “Boston Consulting Company” de la ciudad del mismo nombre. Fue durante ese empleo que Netanyahu y Mitt Romney se conocieron. En una comparecencia ante la televisión el mismo año “Bibi” afirmó que “el problema de los árabes es su absurdo rechazo a reconocer el Estado de Israel”. En 1978 Netanyahu regresó definitivamente a Israel y desde 1980 a 1982 fue Director de Mercadeo para la “Rim Industries” de Jerusalén. En 1982 fue designado Vice Embajador de Israel en Washington y en 1984, Embajador de Israel en “Naciones Unidas”, posición que ocupó hasta 1988. Encabezando el Partido Likud, “Bibi” Netanyahu fue electo Primer Ministro de Israel, por primera vez en 1996. Fue el primer nativo israelita en ocupar esa máxima posición electiva. En esa histórica ocasión Netanyahu derrotó a Shimon Perez del Partido Laborista. Su antiguo jefe militar Ehud Barak, del Partido Laborista, lo derrotó a su vez en 1999.
De 2003 a 2005 Netanyahu fue Ministro de Finanzas en el gobierno presidido por el General Ariel Sharon, héroe de la guerra de Yom Kippur. Sin embargo la rivalidad entre estos dos soldados por el liderazgo de Likud fue dura y amarga. En 2007 Netanyahu fue reelecto Presidente de Likud y se opuso en 2008 al cese al fuego entre Israel y el grupo Islámico-terrorista Hamas. En 2009 con firme control del Partido Likud, Netanyahu fue por segunda vez electo a presidir el gobierno israelita. Las fricciones con Obama se remontan a ese año, cuando la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton anunció que la administración en Washington favorecía el establecimiento de dos estados soberanos y vecinos en el área en disputa: uno palestino y el presente Estado de Israel. Jerusalén aceptó en principio esa propuesta con sólo una salvedad: el acuerdo tendría que reconocer a priori el derecho de Israel a existir como estado independiente y soberano. Convertido en figura cimera y símbolo de la voluntad de supervivencia de su país, Benjamín Netanyahu fue nuevamente electo en el 2013 y reelecto por amplio margen contra todas las expectativas políticas en marzo del 2015, a pesar de amargas diferencias fundamentales con la presente administración de Washington, la que se implicara activamente en oposición a ese triunfo. Un individuo de las condiciones e historia de Netanyahu tenía necesariamente que chocar con la improvisación e inefectividad de nuestro demagogo en jefe. Las naciones no se gobiernan aplicando ideologías decimonónicas que han sido desacreditadas en todas partes. Las utopías han demostrado su incapacidad supina en moldear un destino estable a cualquier sociedad. La ingrata realidad al final siempre prevalece y no se hacen amistades premiando la injusticia y el crimen. Incluso las fantasías más agradables pueden tener implicaciones muy negativas ¿Netanyahu a cambio de Obama? Desafortunadamente ese imaginario cambalache no es justo ni equitativo. ¿Cuál sería entonces el destino apocalíptico del único verdadero aliado que nos queda?
hugojbyrne@aol.com
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