LOS DESAFÍOS DEL JUBILADO Por Hugo J. Byrne
Trato siempre de escribir en serio, aunque sobre algunos temas y algunos personajes me resulte prácticamente imposible.
Puedo citar muchos ejemplos, entre ellos los presidentes Nicolás Maduro, Evo Morales, Cristina Fernández y José Mujica, (el viejito borrachón y antiguo atracador de bancos a mano armada) que hasta hace poco era presidente de la cretino-cracia uruguaya. Por contraste hay un jefe de estado a quien no me queda más remedio que tomar muy en serio y es nuestro mandatario Barak Obama. Sin embargo, continúo tratando de interpretar serenamente lo que ocurre en mi entorno. Ser viejo y artrítico tiene muy dolorosas implicaciones, pero también algunas ventajas. Tales como dormir hasta las ocho de la mañana y quedarme en la cama hasta las ocho y treinta. A esa hora hago, o con mucha mayor frecuencia, mi esposa hace el café matutino que ritualmente disfrutamos, observando las noticias del día en la tv. A veces vemos un programa del Fox News Channel llamado “Outnumbered”, lo que significa en inglés estar en minoría. Se trata de un “talk show” de una hora de duración, en el que un formidable panel de jóvenes y muy atractivas presentadoras entrevista a una celebridad del sexo opuesto. Este último puede ser político, deportista profesional, escritor, diplomático, empresario, estrella de cine, etc. El programa tiene un formato similar al de “The View” del “network” American Broadcasting Corp. Gracias a Dios que la semejanza termina ahí. En contraste dramático con “The View”, “Outnumbered” presenta un panel femenino tan bello como enterado. La mejor inquisidora del panel en mi opinión es Andrea Tantaros, excepcional belleza, dotada de gran elocuencia y agilidad intelectual. Tantaros es brillante en el debate y con su criterio raramente discrepo. A pesar de lo cual esta vez estoy en desacuerdo tanto con ella como con mi esposa en el tema crítico de la longevidad laboral. Tantaros sostiene que muchas personas rehúsan jubilarse a pesar de que han llegado a la edad de retiro y que eso impide que otros más jóvenes y tan eficientes y capaces como ellos puedan emplearse en esas actividades. Quizás eso sea verdad en el mundo burocrático e improductivo del estado: en el mercado libre canta otro gallo. Tenemos una amiga que trabaja incesantemente para una industria de ropa. Ella viaja de continuo por dos continentes y aunque bien podría retirarse, no lo hace. Tiene notable éxito en su labor y la disfruta. Su jefe, dueño y CEO de la industria que la emplea, confía en ella totalmente. Seguramente que muchos empleados y otros negocios relacionados con el suyo se benefician de su laboriosidad y eficiencia. Incluso estoy convencido que esa labor directa o indirectamente crea otros empleos, dentro y fuera de Estados Unidos. ¿La substituiría ese empresario por otra persona más joven? Creo que antes se congelaría el infierno. ¿Dónde encontraría alguien quien combine su experiencia e iniciativa? Además, el llamado seguro social, más bien “inseguro” cuando se examina su futura solvencia, se beneficia enormemente de su labor y la de otros tantos como ella. Veamos por qué. Se trata de aritmética elemental. Cuando se empezó a utilizar el programa de seguro social (que se diseñara no como retiro, sino como complemento del mismo) había docenas de contribuyentes pagando por cada beneficiario. La última vez que pasé revista a esa proporción quienes aportaban a ese “seguro” eran tres trabajadores por cada retirado. Pronto serán sólo dos y la cantidad de impuestos federales para sufragar esa compensación continúa y continuará creciendo exponencialmente y sin freno, contribuyendo a agravar la gran deuda nacional que ya rebasa los 18 trillones de dólares. Debido a bastardos intereses políticos, cuando se intenta resolver el gran problema del Seguro Social sólo se implementan gestiones de resultados temporales e ineficaces. Al final será víctima de una bancarrota que se espera en breves años, a menos que se tomen reformas radicales. Los avances de la medicina y las mejores condiciones de vida resultaron, por obra y gracia del mercado libre, en una continua extensión en el promedio de longevidad humana. Mientras tanto la desenfrenada “corrección política” de Washington no sólo disminuía la edad de retiro (por supuesto, con beneficios reducidos), sino que en forma irresponsable utilizaba los fondos supuestamente sagrados del seguro social, para sufragar mil y un proyectos nunca contemplados como parte de la ley original. El tema se convirtió en una pelota política. Una parodia de mal gusto. ¿Quién no recuerda a Al Gore (a quien siempre llamé “masa boba”, pero quien resultó masa “viva” a costa de nuestro peculio) y con su notorio “lock box”? Los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos no contribuyen ni están “amparados” por la Seguridad Social. Lo mismo reza con el “Medicare” y por supuesto con el “Obamacare” ¡Oh no! Los “padres de la patria” están cubiertos por otros programas que se dieran a sí mismos por ley. Algunos poquísimos entre ellos han tratado sin éxito de cambiar esa injusticia. Hace mucho tiempo que desistieron. ¿Qué hubo del “Mesías”? Los llamados liberales en su infinito empeño por nivelarlo todo en su beneficio utilizaron la seguridad social no como una defensa mínima contra los rigores de la ancianidad, sino como un experimento en ingeniería social en el mejor de los casos, o como una herramienta de control popular en el peor. La gran mayoría de los recipientes somos hoy por hoy clientes del estado y dependemos de Washington, nos guste o no. Quien posea algunos ahorros que los cuide y defienda. Sobre todo, procure el joven lector no depender enteramente del Social “Insecurity” y si goza de su trabajo y tiene las energías necesarias y la capacidad para continuarlo con la misma eficiencia al paso de los años, persista en él y que Dios lo bendiga. No dudo que muchas personas se sientan cómodas y protegidas bajo sus presentes circunstancias de jubilación. No todos los seres humanos desarrollan el mismo anhelo por la autonomía individual. Entre los cubanos del “exilio histórico” la aspiración a la libertad es congénita. Por eso los llamados “liberales” no nos tragan y mucho menos a nuestros hijos. Ergo, la avalancha de diatribas contra el Senador por Texas Ted Cruz, en la feliz ocasión de anunciar éste último su candidatura a las elecciones presidenciales del 2016. hugojbyrne@aol.com
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