La mala memoria de Alan Gross. Por Julio César Gálvez.
Están por cumplirse cinco meses de la salida de Alan Gross de las cárceles del régimen cubano.
No fue la extinción de la condena de 15 años de privación de libertad a la que los hermanos Castro lo habían condenado la causa. Tampoco fue una libertad incondicional. Lo cambiaron por tres de los cinco espías cubanos que aún cumplían sanción en Estados Unidos el 17 de diciembre del pasado año 2014.
Durante cinco años la prensa internacional se hizo eco del injusto encierro del subcontratista estadounidense y de su progresivo deterioro físico, mental y moral a los que el totalitarismo castrista lo tenía reducido. Incluso, esos mismos medios de prensa llegaron a temer por su vida, declaraciones del propio Gross, de suicidarse.
Las fotos de Alan Gross antes de entrar en prisión y del paso del tiempo tras las rejas, poco antes de ser canjeado, son muestra del gran deterioro sufrido en las prisiones de la isla, y eso que lo mantuvieron en las que mejores condiciones tienen y con la deferencia de ser extranjero y una posible pieza de cambio, como al final resultó.
El próximo 17 de mayo se cumplirán cinco meses de su regreso a Estados Unidos, tras el anuncio del presidente Barack Hussein Obama re restablecer relaciones diplomáticas con la tiranía castrista. Tiempo más que suficiente para que Alan Gross haya perdido la memoria y no recuerde nada de los maltratos de toda índole y los momentos tristes y amargos padecidos en Cuba, incluyendo el que no pudiera darle el último adiós a su madre, fallecida de cáncer en Estados Unidos, ante la rotunda negativa del régimen cubano a viajar hasta su lecho de muerte.
El pasado lunes 4 Alan Gros ¨ desembarcó en paracaídas ¨ en la ciudad de Miami en una reunión promocional de comercio para con Cuba patrocinada por el Comité de Acción Política, para respaldarla pleno de júbilo y entusiasmo, prometiendo regresar a la isla para brindar su trabajo y conocimientos a favor de quienes lo sentenciaron a 15 años de injusta prisión.
Como nada de lo que ocurre en este mundo es obra de la casualidad y en materia política todo es posible y cómo marchan las cosas entre Estados Unidos y Cuba, no dudo en señalar que Alan Gross es un gran simulador por no decir que un consumado actor, y todo estaba planificado y ensayado con suficiente antelación, es decir, una operación de inteligencia y contrainteligencia muy bien orquestada entre ambos países.
Ante el entusiasmo de Gross por regresar y trabajar en la isla imagino el escepticismo y la cautela de la comunidad judía cubana, a no ser que el Mossad sea uno de los ingredientes del pastel, del cual, por supuesto el pueblo cubano no podrá probar bocado alguno. Nada, tiempo al tiempo
galvez2003@gmail.com
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