ALAN GROSS, UN PARÁSITO SIN HONOR NI VERGÜENZA. Por Alfredo M. Cepero. Director de /La Nueva Nación/ Sígame en /Twitter/
El pasado 4 de mayo, Alan Gross, quién sufrió vejámenes y maltratos durante cinco años de cautiverio en las cárceles de la tiranía castro comunista, ofreció una conferencia en la ciudad de Miami, lugar de residencia y refugio de millares de viudas, huérfanos, ex prisioneros y despojados por los forajidos que han hecho de Cuba una nación de hipócritas, mendigos y prostitutas. Quienes creemos que, a pesar de la crisis de valores y principios de estos tiempos turbulentos, todavía quedan hombres de honor y vergüenza, esperábamos que Alan Gross condenara a sus carceleros y denunciara sus violaciones de los derechos humanos. Pero nos llevamos un gran desengaño porque dedicó la conferencia a promover los viajes y el comercio con sus victimarios.
¿Qué podemos concluir de la conducta inexplicable de este sujeto? En el mejor de los casos, que es víctima del "síndrome de Estocolmo" en que la víctima justifica las acciones de sus victimarios y se identifica con sus objetivos. En el peor, y esa es mi opinión, que Alan Gross no es el idealista que, según él, fue a promover democracia en Cuba sino un parásito sin honor ni vergüenza. Un burócrata gubernamental que, sin producir riqueza, ha sabido trepar en la maquinaria burocrática para enriquecerse a sí mismo. La trayectoria de su vida confirma mi opinión.
Después de estudiar sociología en la Universidad de Maryland y trabajo social en la Universidad de Virginia, Gross viajo a más de 50 países desempeñando labores de desarrollo internacional, casi siempre como asalariado de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional o de algunas organizaciones afiliadas a dicha agencia. Sus viajes lo llevaron al Oriente Medio, África, Europa, Irak y Afganistán, donde supervisó la instalación de satélites de comunicación para organizaciones no gubernamentales, (NGO) en inglés. Su mayor habilidad ha sido cobijarse siempre bajo un árbol grande que proyecte una buena sombra. Ese árbol en este momento es la nueva política de Barack Obama hacia la tiranía cubana. Ahí es donde está el dinero y es ahí donde ha ido a cobijarse Alan Gross.
Este individuo y su familia viven en el reparto de Potomac, estado de Maryland, una zona exclusiva del área metropolitana de Washington, D.C. Para vivir allí hay que disfrutar de altos ingresos. Como los 500,000 dólares que recibió por su labor en Cuba, a pesar de sus limitaciones para hablar español. Ni siquiera en medio de las penalidades de la cárcel cubana dejó de pensar este señor en la forma de sacar provecho económico a su situación.
En noviembre de 2012, Alan y su esposa Judith establecieron una demanda contra Development Alternatives Inc. (DAI), la firma para la cual trabajaba Gross y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, (USAID). Los demandantes reclamaban 60 millones de dólares supuestamente por el fallo de dichas organizaciones de entrenar debidamente a Alan Gross. En noviembre de 2013, DAI anunció haber llegado a un acuerdo confidencial con Gross y su esposa. Nada se dijo entonces sobre la responsabilidad del Gobierno Federal.
Por otra parte, Gross y su esposa establecieron otra demanda por 10 millones de dólares contra su aseguradora la Compañía Federal de Seguros (Federal Insurance Company) por supuestos beneficios que, según ellos, la compañía les había negado. Andando el tiempo, el Tribunal Supremo desestimó la demanda de Gross y de su esposa por 60 millones de dólares contra el Gobierno Federal. Sin embargo, en diciembre del año pasado a su regreso de Cuba, los Gross recibieron una indemnización de 3.2 millones de dólares por parte del Gobierno Federal. Por aquello de "piensa mal y acertarás", se me antoja que los milloncitos fueron un pago adelantado por las recientes declaraciones de Gross en Miami apoyando "en un 100 por ciento" la política de Obama hacia el régimen de los Castro.
A mayor abundamiento, este caso no puede ser analizado sin tomar en cuenta las capacidades histriónicas de Alan Gross y la habilidad propagandística de quienes promovieron su liberación. Alan por su parte montó un par de shows durante sus años de reclusión. En el mes de abril del año pasado comenzó la más corta de todas las huelgas de hambre en el presidio cubano como protesta por su encarcelamiento y para llamar la atención de Washington. En nueve días decidió suspenderla para complacer a su madre, Evelyn Gross, quién le pidió que la abandonara. Poco tiempo más tarde, entró en funciones la maquinaria propagandística en la voz de Scott Gilbert, el abogado norteamericano de Gross, quién declaró: "Estoy extremadamente preocupado por el hecho de que Alan está perdiendo toda esperanza". Y agregó: "Ambos gobiernos deben de saber que Alan planea quitarse la vida con el objeto de poner fin a su agonía".
Pero en diciembre del año pasado el "tétrico" panorama de Alan Gross dio un giro de 180 grados. El huelguista y el suicida recuperaron todas sus energías para incorporarse a la cabalgata lucrativa de echarle un cabo de salvación a la tiranía. Gross se unió al Comité de Acción Política de la Nueva Cuba. Un organismo pantalla de los mercaderes cubanos y norteamericanos asociados con Obama y con los Castro en la labor de continuar explotando al obrero cubano y prolongar la esclavitud del pueblo de Cuba.
¿Por qué hago esta acusación categórica contra Gross y sus nuevos apandillados de la mal llamada "Nueva Cuba"? Porque esa organización, cuyo nombre debería ser "Vieja Cuba" como sus tiranos corruptos y decrépitos, está integrada y dirigida por los mismos personajes que llevan años apoyando a los Castro y dividiendo al exilio cubano. En la información sobre la conferencia de prensa del 4 de mayo aparece en lugar destacado el nombre de Ricardo (Ric) Herrero, un sujeto que ha desempeñado un papel protagónico en el Cuban Study Group, organismo financiado por el indescriptible Carlos Saladrigas. Y cuando entramos al portal del PAC de Nueva Cuba vemos el nombre de Andrés Fanjul, miembro de una dinastía que ha demostrado sentir más amor por el dinero que por la libertad de la patria.
Por otra parte, las contribuciones de entre 1,000 y 5,000 dólares solicitadas durante la conferencia de prensa del 4 de mayo indican que allí no había lugar para el cubano de a pie. Fue una especie de Lonja del Comercio entre mercaderes que compraban una papeleta para la lotería de la factoría cubana. Para ellos, Alan Gross es una marioneta que compraron sabe Dios a qué precio. Pero una marioneta que supo desempeñar su labor de otorgar mística y dignidad a una indigna organización. El preso notorio que perdonaba a sus carceleros y enfrentaba con renovados bríos sus "servicios" al pueblo de Cuba.
Ese día Alan Gross se ganó cualquier compensación que hayan prometido darle. Para que lo escuchara el mundo, incluyendo a los cubanos que combatimos a la tiranía, dijo: "Para mí es el mejor de los tiempos. Es una gran bendición ser ciudadano de este país. Gracias presidente, por todo lo que usted ha hecho". Y en cuanto a la posibilidad de que Gross regresara a Cuba, su abogado manifestó que sería "en una capacidad diferente" que el viaje que llevó a su encarcelamiento. Por su parte, Gross cerró su breve discurso pidiendo total y completa privacidad e insistió en su deseo de unas "felices fiestas para todos". ¡Hay que ser un descarado y un cínico para herir a un pueblo haciendo causa común con sus tiranos y después pedir anonimato para seguir haciéndole daño! De ninguna manera te olvidaremos ni te perdonaremos. No tendrás lugar donde esconderte de nuestro desprecio y de nuestro asco. Junto a los Obama, los Castro y las serpientes del apaciguamiento en este exilio dividido pero no vencido te declaramos enemigo de la libertad de Cuba.
alfredocepero@bellsouth.net
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