Paracuellos del Jarama: Perdón y Olvido. Por Rafael Azcuy González.
Con el alma estremecida recorrí el Cementerio de los Mártires de Paracuellos del Jarama en Madrid.
No imaginaba siquiera la magnitud de esta tragedia, creía que solo unas decenas de víctimas reposaban en aquel agreste lugar. ¡Hasta dónde es capaz de llegar el odio, los malditos extremismos, los absurdos credos políticos, las imposiciones, la intolerancia, los dogmas, las mezquinas ambiciones por el poder y la riqueza!
Procedo de un país violento, de muchas luchas fratricidas, dictaduras, socialismo retrógrado y caduco. No conocí a mi abuelo paterno, pues sucumbió bajo las balas de una de esas dictaduras y fue enterrado en una fosa común junto a su compañero de luchas revolucionarias. Mi madre y mi tío dejaron Galicia al concluir la Guerra Civil y emigraron a Cuba, evitando la represión del bando franquista nacionalista. La única consecuencia feliz de esos tiempos álgidos fue que mis padres se conocieron en La Habana y nacieron mis hermanos y yo. Mi abuelo asturiano guardo prisión cuando el franquismo en 1948, acusado de acaparamiento.
¿Cuándo el hombre dejará para siempre de ser irracional y el crimen no será más una respuesta humana? Por defender ideologías, por pedazos de terrenos, por discrepancias religiosas se siguen enfrentando los seres humanos en guerras fratricidas y en otras de rapiña para controlar recursos naturales, como también sucedió cuando las dos últimas guerras mundiales. El hombre sigue siendo lobo del hombre. ¿Cuándo también comprenderá que los que originan los conflictos no ponen el pecho a las balas? Sobran los ejemplos para demostrar esta terrible verdad, pues solo los humildes y desconocidos son los que se enfrentan para morir o para quedar lisiados para siempre.
Solo locos pueden ser felices, luego de forjar sus imperios sobre millones de cadáveres, como afirma el escritor inglés Henry Thomas y así califica a todos los grandes conquistadores de la historia desde Aníbal y Alejandro hasta Hitler y Stalin, pues no todos los humanos actuamos como aquel grande de espíritu que se llamó Nicolás Salmerón y Alonso, aquel ilustre político y filosofo español que en 1871 al proclamarse la república fue ministro de Gracia y justicia y ese mismo año también ocupó la presidencia a la que dimitió a los dos meses por negarse a firmar penas de muerte.
Paracuellos es una visita obligada y necesaria en estos tiempos revueltos y tormentosos. Tiene gran razón el poeta en sus versos sobre el sitio: “Madrid tiene caminos que nadie quiere recorrer, vergüenzas que nadie quiere revivir”. Se ha olvidado a Paracuellos y su gran advertencia a todos los humanos.
Aquella tarde yo era el único visitante. Solo estábamos el jardinero y yo, únicos seres vivientes en aquellas soledades, en aquel estremecedor recorrido entre tanto crimen, tantas cruces, tanto dolor… El Cementerio de los Mártires subsiste gracias a la ayuda que recibe de sus asociados la Hermandad Nuestra Señora de los Caídos en Paracuellos, pues no cuentan con subvención de nadie. El ayuntamiento municipal lo que ha hecho es subirle los impuestos. Ninguno de los dos partidos políticos principales ha brindado atención al sitio histórico.
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Ay, Paracuellos del Jarama, turbia, subterránea ciudad, muda sangrienta, campos sembrados de hombres que no germinaron para la siega. (Paracuellos del Jarama, Francisco Álvarez Hidalgo, Los Ángeles, 2005).
Existen siete fosas excavadas entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936. Las hay de hasta 160 metros de largo por 4 de ancho. Hay relaciones nominales documentadas de 4.021 asesinados pero también se han manejado cifras de que pudieron ser ejecutadas hasta 12 mil personas, en su inmensa mayoría sin juicio previo alguno. Se componían de gran número de religiosos, militares e integrantes de las clases medias y altas. Eran los “enemigos del proletariado” y estos últimos, según Marx y Engels debían eliminarlos según establecía la misión histórica, para entonces poder construir la nueva sociedad socialista que Lenin, Stalin y demás discípulos construyeron a fuego y sangre.
La cifra que más se acepta del coste de la Guerra Civil española es la escalofriante de 500 mil muertos en combate y víctimas. Al socialismo real se le atribuyen más de 100 millones de muertos en el siglo XX. Las ejecuciones sumarias y los “paseos” fue la práctica sistemática empleada por el bando sublevado franquista durante la Guerra Civil persiguiendo a sindicalistas y a políticos republicanos, tanto de derechas como de izquierdas: El imperio de la muerte se había enseñoreado sobre España. Se siente vergüenza de pertenecer al género humano ante tanta barbarie y genocidio que ni los animales irracionales practican. Se conmueve el alma viendo aquella masacre: Luis San Pedro, 22 años; José María de la Calle, 20; José Delgado 19, Eduardo de Paz, 21; José Luis Miralles, 21; Lorenzo Navas, 20; Oscar Gómez, 21; Pedro Galán, 22; Juan Cervantes; 23; Juan José Barroso, 33; Joaquín Galvarriete y su hijo Joaquín; los cuatro hermanos Laganero de la Torre; fraile Nicéforo Salvador, 23; Vicente Gimeno, 24 años… Son algunos de los nombres que anoté de entre aquellas miles de cruces. ¡Ni ante menores de edad se detuvieron aquellas hienas sedientas de sangre, que parece no conocieron nunca lo que era el amor paterno, pues fusilaron a cientos de menores!...
¡Cuanta vida truncada tan joven! Por eso “son vergüenzas que nadie quiere revivir”. Pero se impuso perdonar y olvidar y eso fue lo que hizo España, pues como decía Goethe: “Como casi todos somos culpables, lo mejor es perdonar y olvidar” y en aras de la reconciliación nacional así se hizo. Muchos de los familiares conocían a los asesinos de sus parientes y no los llevaron a la justicia. Santiago Carrillo, al que todos señalaban como el máximo responsable de los sucesos de Paracuellos murió en 2012 de 97 años. Fue secretario del partido comunista español y cuando los hechos era el Consejero de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid.
España sufrió uno de los primeros genocidios del siglo XX, el terror y la dictadura franquista, pero supo mirar al futuro con optimismo y confianza. Mi sufrida Cuba también tendrá que enfrentar con valentía esta nueva era de su historia: habrá que perdonar en silencio y reconciliarse olvidando y como se ha afirmado, seguir como hizo España el consejo evangélico de dejar que los muertos enterraran a sus muertos y continuar caminando. Es sabia esta frase: “Solo la reconciliación salvará al mundo, no la justicia, que suele ser una forma de venganza”.
Hay que olvidar, sí, insisto aunque sea reiterativo, se impone para que cese la violencia para siempre y no vuelva a surgir. Hay que enfrentarla con decisión y valentía para que sepa esa bestia negra y horrible que está sobre el cielo de Paracuellos del Jarama que no podrá volver jamás allí a cometer genocidios como éste, pero también hay que ir allí a rendirles honor a aquellos mártires para que sientan que no los olvidamos, que perdonamos a sus asesinos, pero no permitiremos a nadie volver a matar.
En España no pueden abrirse de nuevo las tumbas del pasado ni sus heridas, cuando todos fueron enemigos de ellos mismos y el odio y la muerte se adueñó de los españoles. Igual ha sucedido en Cuba, pero ahora se impone la reconciliación como hizo España en su momento para que fuera posible vivir en paz y armonía. Ha llegado también para los cubanos el momento de mirar de una vez y para siempre solo adelante, atrás solo habrá que volver para arrepentirnos sinceramente y para respetar y venerar la memoria de los muertos…
Varias horas permanecí en aquel camposanto, algo me detenía a pesar de que un aire frío me hería. Recorrí una a una las siete fosas comunes, leyendo las inscripciones de las cruces, meditando… Sentí pesar al tener que darles la espalda a aquellos desventurados unidos para siempre en la muerte.
En 1872 se encontraba en Madrid, deportado por el gobierno español de la Isla de Cuba, José Martí y Pérez, el Apóstol de las libertadas cubanas y fue precisamente aquí donde escribió su poema: “A mis hermanos muertos el 27 de noviembre”, en recuerdo de los estudiantes fusilados en La Habana en 1871 por soldados españoles. Martí fue un decidido opositor a la pena de muerte. El planteaba que como al hombre no le era dado dar la vida, mucho menos podía quitarla. De ese poema, que conocí de niño, vinieron a mi recuerdo en aquellos momentos angustiosos que debía partir, estas estrofas:
¡Ellos son! !Ellos son!. Ellos me dicen Que mi furor colérico suspenda, Y me enseñan sus pechos traspasados, Y sus heridas con amor bendicen, ¡Y favor por los déspotas imploran! ¡Y siento ya sus besos en mi frente, Y en mi rostro las lágrimas que lloran!
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Perdón!__Asi dijeron Para los que en la tierra abandonados Sus restos esparcieron!
Desde el aeropuerto Madrid-Barajas es visible una gigantesca cruz blanca sobre una ladera del cerro San Miguel, adyacente al cementerio. Ojalá a todos los españoles, cuando la observen una que otra vez, les recuerde el martirio de su pueblo cuando se dejó llevar por regímenes autoritarios: ¡No olviden nunca Paracuellos del Jarama! Se los advierte una víctima de las dictaduras.
raoctubre99@yahoo.es
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