¿En qué pararon las escuelas en el campo? Por Paulino Alfonso Cubanet 2 de julio de 2015
ESBEC abandonada (foto de Internet)
La revolución en la educación, como el café caturra del Cordón de La Habana, la Zafra de los Diez Millones y los terneros en pastillitas, fue otra de las tantas locuras ideadas Fidel Castro
LA HABANA, Cuba. -La revolución en la educación, como el café caturra del Cordón de La Habana, la Zafra de los Diez Millones y los terneros en pastillitas, fue otra de las tantas locuras ideadas Fidel Castro.
La primera escuela en el campo, la famosa Ceiba Uno, se construyó en Ceiba del Agua, cerca de lo que, según Fidel Castro, sería un cultivo citrícola que produciría mucho más que Israel
Fidel Castro personalmente, diseñó en parte los proyectos de esa escuela, ayudado, entre otros, por las arquitectas Josefina Rebellón, Gina Rey y el ingeniero Max Isoba.
Este proyecto se habilitó de increíbles condiciones materiales, que iban desde una alimentación excelente, un vestuario exclusivo, un selecto claustro de profesores y personal de servicios y hasta un hospital de diez camas, que contaba con ambulancias para el traslado de los pacientes que no se pudieran atender en el centro.
Una vez terminada, la escuela fue motivo de orgullo para Fidel, quien la mostraba a los pocos visitantes que por entonces viajaban a Cuba.
Pero llegó 1970 y con el fracaso de la gran zafra, este programa, como otros muchos, fue cancelado por ser poco práctico por los austeros interventores soviéticos.
Solo gracias a la gestión personal de Castro ante los soviéticos, este programa se salvó de su cancelación, y con recortes en los gastos faraónicos, fue autorizado.
Fue el comienzo de uno de los más costosos disparates del socialismo real castrista.
En aras de no abrumar al lector con cifras, solo citaré las más relevantes y que solamente que fueron del conocimiento exclusivo del Partido Comunista, 20 años después, durante el IV Congreso.
La más impactante, el consumo de casi 10 millones de toneladas de cemento, la mitad de ellas desviadas de los convenios militares con los rusos, habida cuenta de la Guerra Fría.
Otra fue el enorme gasto de combustible incurrido, no solo en la construcción de la escuela, sino además por los casi 2000 ómnibus rusos PAZ 652, que ensamblaron en Cuba bajo el nombre de Girón, para transportar semanalmente a los estudiantes a sus hogares y viceversa. Según el informe al IV Congreso del PCC, durante todo ese periodo y solo para esos menesteres, se consumieron no menos de 15 millones de toneladas de la cuota petrolera que por entonces la URSS suministraba a Cuba.
De igual forma, se afectaron las importaciones de alimentos provenientes del bloque soviético, en no menos de 16 millones de toneladas.
Durante su época dorada, se construyeron 535 escuelas en el campo, de las cuales 40 fueron destinadas a estudiantes de países del Tercer mundo.
En el caso de los estudiantes musulmanes de estas escuelas (palestinos, saharauis, etc.), tenían hasta una dieta acorde a su religión.
Todo esto duró por 19 años, con intermitencias cada vez más acuciantes, hasta la llegada de Mijaíl Gorbachov, la Perestroika y la posterior desintegración de la URSS. Lo demás es conocido.
Los padres vieron horrorizados cómo las escuelas del hombre nuevo se convertían en antros de delincuencia, drogadicción y prostitución, lo que hizo que retiraran a sus hijos con el fin de salvarlos.
Por entonces, en varias de las escuelas internacionalistas hubo motines que fueron reprimidos bestialmente, lo que hizo que muchos gobiernos africanos retiraran a sus nacionales de Cuba.
Poco a poco, casi todas las escuelas en el campo se abandonaron, y se convirtieron, en refugio de marginales y delincuentes, quienes vendían todo lo que quedaba de estas.
Como solución al acuciante problema de la vivienda, el gobierno de Raúl Castro encontró una solución al rehabilitar un número de estas escuelas en edificios de apartamentos para los campesinos, que se comprometen a repararlas y garantizar la fuerza de trabajo agrícola.
Unas cuantas más se han dedicado a viviendas para los miles de damnificados de los ciclones y los derrumbes, muchos de los cuales llevaban hasta 25 años albergados en infrahumanas condiciones.
Cerca perimetral que se construye en la antigua escuela Veguita 4 en Granma, hoy prisión (foto de archivo)
Decenas de estas escuelas se convirtieron en cárceles o vivacs municipales para aliviar en algo la sobrepoblación penal.
Incluso recientemente, se habilitaron varias de estas escuelas -de forma gratuita, claro- con mejor diseño, para uso de la inteligencia rusa, en tareas de escucha electrónica.
Solo las escuelas más arruinadas, quedaron con sus esqueletos de hormigón como mudos testigos de la época donde casi todos creíamos en todo lo que se le ocurría al Máximo Líder y se cantaba, con lagrimas en los ojos, a coro con Silvio Rodríguez: “Esta es la nueva casa, esta la nueva escuela, conjuro de nueva raza…”
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