La caravana del terror. (2da. Parte). Por Agustín López Blog: Dekaisone 7 de julio de 2015
Encontré un periodista norteamericano que varios años atrás había contactado conmigo en casa de Rodiles. En aquel momento intentó hacerme una entrevista sobre mis ideas en cuanto a las relaciones Cuba- EEUU, pero su superior no le permitió terminarla.
- ¿Te acuerdas de mí? – me dijo-
Si claro, no lo pudiera olvidar. Comenzamos una entrevista sobre las actuaciones de los EEUU en cuanto a Cuba, yo te decía que FÌdel destapaba la olla social antes que estallara y los EEUU le quitaban el fuego y recogían el vapor, ahora ya vez, una vez más frustran la libertad de Cuba y cumplen los objetivos de Fidel Castro: establecer relaciones condicionadas a los propósitos marcados por él y Raúl en la década del 60. Oposición excluida. Derechos humanos los que el poder decida y como lo decida. Las propiedades robadas a norteamericanos y cubanos no serán indemnizadas. Obama hizo triunfar la revolución de Fidel Castro porque el verdadero triunfo de la revolución fue el 17 de diciembre de 2014.
- Cierto Agustín, en aquel momento yo no creía que esto pudiera suceder. - Ya ves amigo, perdiste una entrevista profética. - ¿Cómo vez las cosas?. - Con una derrota, pero purificando una victoria, por lo menos conmigo no podrán. - Quisiera tomar algunas fotos. ¿Cómo crees que pueda?, me negaron la visa de periodista.
- Mira, toma la marcha, en la marcha no hay problemas después en la reunión aquí debajo de los arboles tampoco, es más, esas imágenes les conviene al gobierno que circulen el mundo. Después cuando marchamos a tercera es lo peligroso, allí nos caen encima, nos arrestan, nos esposan y los hombres terminamos en los carros jaulas rumbo al Vivac; una cárcel cerca de Calabazar, las mujeres las transportan en ómnibus a las afuera de la Habana, a Tarara, un antiguo centro educacional, ahora se convierte en cárcel todos los domingos. Este método de represión ha sido porque como es una violación de la ley es algo conflictivo utilizar las estaciones de policía.
- Sé donde esta Tarara, estuve viviendo cerca. - Ya ves, si te encuentras cerca de donde hacen la redada, no escapas. Te aconsejo que cuando tomes la parte que te digo vete si no quieres que te deporten. El gobierno hace todo lo posible porque las imágenes de cuando reprenden no salgan para el exterior, les tiene terror. - Pero yo quisiera llevarme algunas imágenes de la represión. - Es un riesgo, tú sabrás, yo en tu caso me arriesgaba pase lo que pase.
Nos separamos y él se dirigió hacia donde terminaba la misa y salían de la iglesia las Damas de Blanco.
A las doce con nueve, recibo una llamada de Radio Martí, de Damarson averiguando la situación, le relate algo de como había hecho para llegar. Me preguntaron por Berta y Moya. Ellos dos y Ana Cristina fueron arrestados cerca de las 08 de la mañana, te paso a Rodiles que te puede explicar mejor. Fui donde estaba Rodiles y le entregue el teléfono.
Terminò la marcha y se inicia la reunión debajo de las sombras de los milenarios arboles, testigos mudos de las atrocidades del poder y de romances de enamorados. Una de las Damas de Blanco cometió el grave delito de leer para exigir, varios de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y se dio el parte de los arrestados. Luego dieron la oportunidad para si algún hombre deseaba decir algo. Pedí la palabra y les conté sin detalles lo difícil que me había sido llegar hasta allí. Pedí que cada uno que tuviese un teléfono intentara hacer mi labor si en los próximos domingos me impedían asistir atrapándome antes de llegar.
Rodiles también interviene con su arenga pacifista para que la ira interior por el abuso no se exteriorice en alguno de nosotros. Una de las Damas recoge las mortales armas de terroristas enarboladas durante el desfile y el canto a la libertad. Las flores son depositadas en un bolso, y las mujeres y hombres más vulnerables por estar enfermos se retiran.
Todos los demás nos dirigimos por 28 hacia tercera donde ya esperan las turbas, los policías uniformados y los esbirros de la policía política. No hago uso del móvil para tomar imagines que después cuando me apresan son borradas, ahora lo he cambiado por la imagen impresa de un preso por razones políticas. Mi hermana, además de la foto hoy lleva decenas de volantes que dicen abajo la dictadura .
Antes de salir del parque noto al periodista norteamericano abriendo la puerta del auto alquilado, regreso y le indico como puede tomar imagenes sin que sea detectado; bueno, es una suposición, porque estoy seguro que desde la entrada al país esta siento monitoreado por la Gestapo Castrista ordenadas directamente por Raúl Castro o su hijo Alejandro Castro Espin.
No avanzamos mucho, en el mismo entronque de 28 el torrente de uniformados y civiles gritando fanatismos dictatoriales se nos arroja encima, siempre son más que el doble de nosotros. Los empujones y las esposan comienzan a actuar.
A mí lado derecho se detiene la moto con Volodia; el gigante negro de trescientas libras que en muchas ocasiones me ha arrestado. Se complica tratando de equilibrar la moto en el borde de la acera y lo paso de largo. Unos metros más adelante dos civiles me toman de los brazos y me quitan el pasquín. Pierdo de vista a mi hermana. Los jóvenes fortachones hoy no me golpean, ni me maltratan solo me dicen: tranquilo, mientras me presionan por el antebrazo.
Solo aquellos que sufren el dejar una hermana o hermano en manos de sicarios y una chusma desprovista de moral saben lo que se siente en esos momentos, mucho dolor como para partir el corazón y mucha ira como para desobedecer mandatos divinos, pero Dios da fuerzas para resistir hasta que un día la sangre de alguno se esparza por la calle y ese día Dios dará también fuerzas para el desahogo del dolor.
Los civiles me entregan a los uniformados, estoy de espaldas al barbarismo sofisticado. Paso a formar la cola para las esposas y subir a los carros jaulas. Delante de mi ya le están colocando las esposas a Miguel Borroto y Pavel. Observo cómo se las entierran sin compasión a la altura de la muñeca. A Pavel, que es mas gordito le penetran en las carnes como una cinta en una masa de pan sin cocer. Algunos hacen la exigencia inútil que no se las aprieten tanto, pero es un incentivo para que el grupo de verdugos haga todo lo contrario. No están protegidos por la ley de procedimiento penal para hacer eso, pero si por la ley del poder y el presidente del gobierno Raúl Castro. Después del 1959 hasta ahora la ley ha sido el poder.
Ya estoy sentado y esposado en el carro jaula y ahora si puedo ver la atrocidad. Otra vez no puedo callar el grito de: abajo la dictadura, fuera los Castros del poder. Ese grito irreprimible que me sale de lo más profundo del alma, es una de esas razones incontenibles de rebeldía contra el abuso y las injusticias incapaz de contenerse aunque se pierda la vida. Todos los represores me miran. Alguno hace como para golpearme pero ninguno se decide. El mastodonte negro asoma su rostro de gorila por la puerta y cuando ve que era yo se retira. Los ángeles que me custodian no les permitieron que me golpearan. Yo espere los golpes, quizás si me hubiesen golpeado y sintiera la sangre caliente correr por mi cuerpo hubiese aliviado un poco la impotencia.
Nos suben. El espacio es para ocho. Por lo menos eso dice la cantidad de asientos, pero agregan a Rodiles que hace el nueve, como no hay asiento desocupado lo tiran en el piso de metal y cierran la puerta.
La jaula con ruedas está que arde, el sol la había estado calentando quizás desde las 08 de la mañana y eran cerca de las dos de la tarde. Afuera siguen los gritos, y los arrestos. Cubanos pobres y desposeídos, contra cubanos pobres y desposeídos mientras el poder disfruta de las mieles del poder.
Observo por las rejillas la turba gritando enardecida, por lo menos los que van delante. Así debieron gritar también en el pasado muchas veces paredón, paredón; yo los vi en una ocasión en un noticiero. Muchos gritaban la sentencia ideada por Fidel Castro y al igual que ahora no sabían a quien iban a quitarle la vida. Ahora gritan mercenarios, terroristas y otros oprobios sin saber tampoco quienes somos. Los que se mantienen al final de la comitiva, caminan como si los estuviesen halando en sentido contrario o empujando hacia adelante. Sin dudas, si fueran capaces de decidir sobre sus vidas no estuviesen allí, su andar y su rostro los descubren.
Detrás de un señor grueso que le faltan dos palabras para voltearse y echar a correr escapando de aquella atrocidad, avanza otro alto, delgado y de bigote portando un cartel en las manos. En las letras sobre el cartón de caja se puede leer: “Damas de blanco devuélvanme mi hijo”. No pude contenerme de tan gran absurdo y le grite tan alto que mis propios oídos vibraron: dile a Raúl que te devuelva tu hijo. El hombre se estremece, mira hacia todas partes y baja- aseguraría yo- asustado el cartel, conversa algo con el que avanza adelante y luego tímidamente alza de nuevo la miserable aberración, pero no tan alto como unos segundos antes, luego lo baja y no pude ver más.
Las rebeliones que transformas las sociedades siempre comienzan por minorías que se arman de valor y recuperan la dignidad, luego, después que muchos de ellos pierden la vida, se incorporan las mayorías, un poco que por vergüenza y cargo de conciencias, siempre creyendo que si unos lo hicieron otros también pueden.
La única idea que se me ocurre sobre el estúpido que porta el cartel es que puede ser el padre de alguno de los muertos del avión de cubana derribado frente a las costas de Barbados, pero de eso hace más de tres décadas, y muchas de las Damas de blanco no habían nacido, y si alguna estaba nacida aun chupaba de la teta de la mama. Pero los barbarismos revolucionarios son tan estúpidos como para eso y aun mas.
Yo si había nacido y estaba en una escuela militar para defender la revolución. Si me hubiese dado tiempo a decirle algo mas aquel hombre le hubiese pedido que agregara a su cartel los niños ahogados frente a las costas de Cuba en el remolcador Trece de Marzo, o los últimos tres jóvenes asesinados; todo por orden de Fidel Castro, el Máximo Líder, el Gran Comandante, solo con la intención de dar un escarmiento a los que escapan de su dictadura. Quizás las Damas de Blanco también se podían culpar de eso. Con toda certeza y justicia el hombre del cartel se había equivocado, tenía que pedir la devolución de su hijo a los dos Castros. Perdónalo señor, yo no puedo, este sí sabe lo que hace.
Fidel pa lo que sea, Fidel pa lo que sea, pin pon fuera, abajo la gusanera. Mercenarios: Se escuchan los gritos eufóricos mientras la mezcla de policías uniformados, esbirros de la Gestapo Castrista y pueblo de muy baja moral arremeten, golpean y esposan a los pacifistas. Estas son las imágenes que la dictadura esta empecinada que no salgan al exterior, las imágenes que borran de mi teléfono cuando me esposan y me lo quitan los esbirros de la Gestapo Castrista ordenados directamente por el presidente de la isla, que con toda desvergüenza se yergue en las reuniones internacionales y pide respetos por la diversidad y paz, mucha paz, siempre paz, todo paz, infinita paz. Y los presidentes de otros estados aplauden y veneran su irónico discurso. Estas son las vivencias que yo convierto en crónicas y por las cuales esta mañana tuve que escapar por el monte para poder llegar aquí. Me doy cuenta que esta isla sigue quedándose atrapada en el pasado de la guerra fría.
Unos segundos después el infierno ambulante se pone en marcha. Las esposas comienzan a hacer su trabajo de verdugo. El carro jaula se incorpora al irónico cortejo que atravesara la ciudad sumida en el ostracismo, el miedo y la servidumbre al poder. Recorrido que no tiene mucha diferencia; si tomamos en cuenta la extensión de Cuba y los más de sesenta años de evolución después de la segunda guerra mundial, con aquellos trenes que atravesaban Europa cargados de judíos para los campos de concentración alemanes. Los métodos de opresivos son más sofisticados pero los objetivos siguen siendo sórdidos.
Avanzamos unos metros y el motor se apaga, tratan de ponerlo en marcha de nuevo pero es inútil, puedo asegurar que se le cayó el cable de la bobina o no le llega gasolina al carburador. Imaginándome lo último grito desde dentro que la han vendido en el mercado negro. Algunos reímos. Otro de los que va dentro comenta. -Ni para arrestar un grupo de indefensos pacifistas son efectivos-.
El sol da de pleno en el techo, la jaula se ha convertido en una sauna.
La caravana del terror (Parte I). Mangos y represores. Por Agustín López.
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