Mucho ruido, inversiones ausentes Por Fernando Dámaso Diario de Cuba La Habana - 10 de noviembre de 2015
Acaba de terminar la Feria Internacional de La Habana. De los acuerdos alcanzados en ediciones anteriores trascendió muy poco. Sería conveniente saber qué ha traído esta última.
Zona Especial de Desarrollo del Mariel, Ley de Inversiones Extranjeras, modificación de la ley, cartera de oportunidades, viajes de promoción a numerosos países, nueva cartera de oportunidades, Feria Internacional de La Habana, etcétera. Muchas actividades y pocos resultados. Solo se habla de ocho proyectos aprobados, sin especificar cuáles, que están iniciando sus procesos inversionistas.
Hoy se acepta por las autoridades cubanas que el desarrollo del país necesita obligatoriamente de la inversión extranjera: sin ella este no existirá.
A los inversionistas, sean de cualquier país, poco les importa el régimen social del país donde pretenden invertir: no les interesa si son democráticos o totalitarios, si respetan o no las libertades y derechos de sus ciudadanos. A los inversionistas les interesa tener seguridad jurídica en sus inversiones, obtener rápidas ganancias y recuperar, en el menor tiempo posible, el capital invertido.
Estas condiciones actualmente no se dan en Cuba, además de existir restricciones que no hacen atractivas las inversiones: el inversionista no puede contratar directamente la fuerza de trabajo, sino que debe hacerlo a través de una agencia gubernamental de contrataciones, a la cual le entrega el monto de los salarios en divisas y esta paga a los trabajadores en devaluados pesos cubanos, al cambio de 2x1, cuando el oficial es de 24x1; el 70% de la producción debe comercializarla dentro del país, en un mercado deprimido, donde la población posee limitados recursos económicos al recibir salarios de miseria; y el 30% debe exportarla a mercados altamente competitivos, donde las principales marcas reconocidas ya se encuentran posicionadas desde hace años.
Por si no fuera suficiente, los litigios que se produzcan entre los inversionistas extranjeros y el Gobierno cubano deben dirimirse en los tribunales cubanos.
En la recién concluida Feria Internacional de La Habana se propusieron posibles exportaciones integrales de bienes y servicios para la salud y el desarrollo agroindustrial sostenible, con alto valor agregado. La propuesta resultó, cuando menos irónica, en un país donde los servicios de salud a los ciudadanos son bastante deficientes y el desarrollo agroindustrial brilla por su ausencia, pues es incapaz de satisfacer las necesidades alimentarias de la población con la producción nacional, teniendo que ser importados muchos de los productos que se consumen.
Llama la atención que, como resultado de las 32 ediciones anteriores de la Feria, poco se haya publicado sobre la materialización de las cartas de intenciones o de los acuerdos comerciales firmados, por lo que parece que nunca llegaron a ejecutarse. Sería saludable para el país que, en esta 33era edición, el fenómeno no se repitiera y no solo quedaran, como cada año, las cifras de participantes sin resultados concretos.
Con todas estas limitaciones es muy difícil lograr que los inversionistas extranjeros (los cubanos aún están excluidos) arriesguen sus capitales. Hay que modificar sustancialmente las reglas del juego y el Gobierno cubano debe acabar de entender que no puede controlarlo todo. En su forma actual, esta política de atraer inversiones extranjeras está condenada al fracaso.
Ya se palpan algunos síntomas de ello.
______________
|