El Premio Nobel de la Paz y el circo colombiano establecido en La Habana. Por Alberto Gutiérrez Barbero.
Cuando en Cuba cursaba el quinto grado elemental aprendí en una interesante clase de lectura quien había sido Alfred Nobel, el sueco inventor de la dinamita. También leí páginas sobre los premios que basados en su testamento se concedían a bienhechores de la humanidad en los campos de Física, Química, Medicina o Fisiología, Literatura y Paz. Entonces me pareció algo excelente que se reconociera a importantes investigadores, escritores, etc. Sin embargo muchos años después supe que el cubano Carlos Finlay no recibió un Premio Nobel de Medicina a pesar de haber descubierto la transmisión de la fiebre amarilla por el mosquito Aedes aegypti. Peor aún, todavía algunos de los otorgados Premios Nobel de la Paz son muy cuestionables y a veces observo como determinados sujetos inexplicablemente reciben con cierta fanfarria el galardón que no merecen. A propósito, en el 2001 un diputado noruego intentó que el tirano cubano fuera nominado para que se le concediera ese ilustre premio, pero en definitiva tanto escarnio fracasó posiblemente al Instituto Nobel de Oslo considerar los miles de fusilamientos y las prisiones políticas en Cuba desde 1959, la Crisis de Cohetes en Octubre de 1962 y muchísmo más. Sin que tan siquiera importara el terrorismo castrista por varias décadas en América Latina, igualmente 8 años después algunos venezolanos y argentinos apoyados por cubanos trataron que el desalmado sujeto recibiera el mismo premio. Como si no fuera suficiente me inclino a pensar que en Colombia su funesta participación en El Bogotazo, el muy trágico y devastador acontecimiento que tuvo lugar en Abril de 1948 luego del asesinato del personaje politico Jorge Eliecer Gaitán, definitivamente ya muy poco se recuerda. En La Habana los recientes diálogos o negociaciones entre el gobierno colombiano que preside Juan Manuel Santos y la FARC- las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- han establecido el equivalente a un circo repleto de falsedad, aunque según se afirma el objetivo es buscar el final del largo conflicto interno y la construcción de una ¡paz con justicia social! en ese "hermano" país. Lamentablemente allá no espero ningún resultado positivo, pero no me sorprendería si alguien inclusive desde el andino pico Cristóbal Colón tratara de nominar al hermanísimo del tirano cubano para que recibiera nada más y nada menos un Premio Nobel de la Paz por propiciar las conversaciones de colombianos en la capital cubana. De todas maneras confío que en Oslo no se acepte tal ultraje al revisar una vez más la sangre derramada en Cuba durante cinco décadas por la tiranía castrista, punto y aparte de la cotidiana miseria provocada. Cordialmente,
albertogutierrezbarbero@comcast.net
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