Queremos comida, no conceptos Por Ernesto Pérez Chang Cubanet 14 de enero de 2016
“¿Cómo se puede hablar de conceptualización del modelo socialista cuando las tiendas cada día están más vacías?” LA HABANA, Cuba.- “¿Cómo se puede hablar de conceptualización del modelo económico socialista cuando las tiendas cada día están más vacías, la gente que más trabaja no tiene ni un peso y cada vez llegan más cubanos a Panamá o los interceptan en altamar?”, se pregunta Julio Alberto, un joven abogado que por las noches trabaja de mesero en un restaurante de la Habana Vieja, mientras por el día cumple su etapa de servicio social en una empresa estatal donde le pagan menos de 15 dólares al mes.
Como él, frente a un cierre de año sin progresos, hoy millones de personas en Cuba están haciéndose la misma pregunta junto a otras más elementales que pudieran reflejar la incertidumbre en que viven los cubanos al ver que el gobierno persiste en demostrar la superioridad de un sistema que, a juzgar por la falta de resultados en más de medio siglo, resulta fracasado y obsoleto.
“¿Qué cosa es eso de la conceptualización? No jodan, la gente necesita un buen salario, oportunidades, tranquilidad, no más palabrería que nadie entiende. Llegamos al final del año con una mano “alante” y la otra atrás, y como no tienen nada bueno que anunciar, hablan esa bobería como para que la gente crea que están avanzando. Ya es hora de que se vayan todos esos camajanes. Aquí solo tienen que irse unos cuantos de ellos para que este país se arregle”, dice a gritos un chofer de un almendrón [auto viejo de alquiler] cuando escucha mi conversación con un amigo sobre el más reciente discurso de Raúl Castro.
Dondequiera surge la polémica y se descubre el descontento en una población con evidentes signos de estar cansada de repetirse en el papel de sujeto de prueba y en el mismo experimento político.
Walbis, un joven universitario proveniente de Guantánamo, una de las provincias más pobres del país, se gana la vida en La Habana de manera ilegal y casi en los límites con la prostitución. Para él, ningún proyecto de desarrollo que provenga del gobierno es confiable ni podrá solucionar los problemas sociales, económicos y políticos que ellos mismos han generado.
“Empresa socialista y capitalismo son agua y aceite, al final terminarán construyendo el capitalismo más crudo que pueda existir porque estará asociado al capricho de una casta militar. (…) ¿Quién puede confiar en el mismo gobierno que ha obligado a delinquir, a emigrar, que ha dividido a las familias en revolucionarios y traidores, (…) que ha obligado a ocultar creencias religiosas, a renunciar a planes personales, a proyectos de vida? (…) Yo no estudié para hacer lo que hago, yo soñaba con vivir orgulloso de mi profesión, pero si quiero comer y mandar dinero a mi madre, no puedo tener pajaritos volando en mi cabeza”, dice Walbis.
“No sé cómo no se dan cuenta de las propias contradicciones en las que caen. Creo que piensan que todos somos anormales”, comenta un profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana que prefiere el anonimato para poder conservar su puesto de trabajo: “Según palabras del propio Raúl Castro, se trata de demostrar la superioridad de la empresa estatal socialista, con lo cual está anunciando, de antemano, el resultado del experimento al que hay que llegar sí o sí. (…) Y lo van demostrar cueste lo que cueste, inflando resultados, desatando una guerra desigual contra la iniciativa privada, favoreciendo y protegiendo la empresa estatal por encima del cuentapropismo, diseñando el marco más propicio para, al final, llegar al mismo punto, es decir, que la empresa estatal socialista es un fracaso, es el cáncer del mismo socialismo. (…) Cuando Raúl habla de demostrar, a mí me preocupa el término porque eso implica competencia desleal, subterfugios y poca voluntad de cambio, en fin, continuidad del fracaso y en un entorno poco favorable: Crisis en Venezuela, caídas de la bolsa en China, pronóstico de decrecimiento para Latinoamérica y el Caribe y un ambiente para las inversiones que no gusta a los europeos como se infiere de las sugerencias del vicecanciller alemán. (…) ¿Quién conceptualizará el desastre que se avecina? Los cubanos queremos comida, cambios reales, no más conceptos”.
El año 2015 cerró para los cubanos sin buenas noticias y con muy pocas esperanzas de cambio. A la crisis migratoria en Centroamérica, que no se detendrá con la salida de los 8000 varados, se han sumado los balances negativos de la economía interna, y los pronósticos de un decrecimiento debido a la inestabilidad política en Venezuela.
Quienes, dentro y fuera de Cuba, esperaban por ese gran conejo blanco que Raúl Castro se sacaría del sombrero frente a la Asamblea Nacional, lejos de un espectáculo entretenido solo han recibido una fatigosa teorización sobre la imposibilidad de hacer magia en el socialismo-capitalista cubano y, como muestra de la ineptitud de nuestros teóricos, un anuncio del tope de precios en los agromercados que, buscando rescatar la simpatía popular, solo ha generado más descontento al provocar no solo la desaparición de la comida sino, además, de la fe en un mejoramiento de las cosas para el año que comienza y que, como ya se dice a gritos en nuestras calles, ojalá que sea el último.
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