Las incómodas preguntas de Yunior García
Luz Escobar
14ymedio
3/02/2016

En una entrevista reciente, el joven dramaturgo y actor Yunior García Aguilera afirmó que era un "inconforme con todo". Finalista del premio Virgilio Piñera con la obra  Sangre y muy elogiado por la crítica por su pieza  Semen, este graduado de la Escuela Nacional de Arte y el instituto Superior del Arte (ISA) es hoy un creador que toma fuerza dentro del teatro cubano contemporáneo.

Aguilera vivió varios años en La Habana durante sus estudios y otros más en Londres, cuando fue elegido por el Royal Court Theatre. Ahora está de regreso en Holguín, su tierra natal, donde escribe y dirige para el grupo Trébol Teatro. Ha tenido la suerte de que una decena de sus textos hayan sido llevados a escena por grupos cubanos y foráneos, por no hablar de otras piezas como  Baile sin máscaras, Todos los hombres son iguales, Cierra la boca y Sangre.

Sin embargo, por estos días la noticia sobre el joven dramaturgo no viene tanto por su vocación de dramaturgo como por la de inconforme. En un archivo de audio, que ya recorre el camino inesperado de la memoria flash, se le escucha formular unas quince preguntas en las que reflexiona, al puro estilo de la edad de la peseta, sobre la realidad "de Cuba, del país donde vivimos".

El contexto es una asamblea reciente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Holguín donde estuvo presente el primer secretario del partido de la provincia, Luis Antonio Torres Iríbar.

En su primera pregunta intenta entender por qué Mesa Redonda no dedica un día a "analizar los derechos que han alcanzado los cubanos con Raúl Castro: comprar y vender casas y carros, adquirir celulares, navegar por internet, viajar al extranjero sin necesidad de permiso de salida u hospedarse en un hotel. Derechos que, subraya, "no teníamos con Fidel".

Antes de lanzar sus preguntas, García hizo una introducción en la que elogiaba el trabajo de la AHS en su intervención, sin embargo no quedaron fuera los cuestionamientos sobre el manejo de los fondos para la promoción del arte en la provincia. "¿Por qué algunos dirigentes locales descuidan el presupuesto para proteger la cultura y otros descuidan la cultura para proteger el presupuesto?", se pregunta.

La cuestión lleva el nombre de Iríbar, puesto que, como señala, el dirigente estuvo en Varadero en el preciso momento en que la provincia de Holguín sufría la peor situación epidemiológica, con varios casos de cólera y dengue confirmados. Los mismos ciudadanos bromeaban con la idea de que el dirigente iría de "primer secretario para Matanzas".

Pasado el minuto tres de su intervención, García deja a un lado el tema de Iríbar y trata de dejar en evidencia la legislación cubana por comparación con la estadounidense: "¿Por qué en los medios nacionales criticamos la ley antiinmigrantes de Arizona si todavía los 'palestinos' necesitamos un permiso de residencia o una residencia transitoria para trabajar en la Habana?".

García no se queda en lo personal, social o cultural y toca también el tema político a través de una pregunta simple y vieja para la que aún nadie ha dado una respuesta convincente: "¿Por qué criticamos un mundo hegemónico si dentro de Cuba vivimos la hegemonía de un partido único?".

La corrupción no se libra del repaso de García, que se pregunta por qué no legalizarla y obligar a los corruptos al frente de las instituciones culturales ‒"que todos sabemos quienes son"‒ a pagar impuestos por lo que roban.

"¿Por qué cuando creíamos que la censura había desaparecido del teatro cubano aparece el caso de Juan Carlos Cremata?" o "¿por qué todos los años crece el PIB y baja el presupuesto de la cultura?" son algunas de las preguntas incómodas con las que sigue disparando el dramaturgo.

Creyéndose en lugar y momento adecuado, este joven director quiere saber por qué a quien intenta revolucionar las cosas se le tilda de contrarrevolucionario. Y remata con un certero y a la vez teatral: "¿Por qué algunos amigos tenían miedo de que yo leyera estas preguntas?".

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