SOBRE EL DISCURSO DE OBAMA EN LA HABANA. MARZO 22 DE 2016. Por Manolo Pozo.
Hoy finalmente se jugó pelota "amistosa" en el stadium del Cerro, y el Gran Teatro de La Habana llenó su auditorio para ver y escuchar el discurso de Barack Hussein Obama, correspondiente al programa de su histórica visita. También los arrestos temporales efectuados a raíz de la llegada y durante ésta de varios civiles que protestaban en algunos puntos de la isla fueron retornando a casa, me imagino que lo hicieron con las advertencia de siempre, esta vez, es posible que le hayan recordado a los protestantes que Obama no cambiará el estado de represión en Cuba. El comentado discurso parece que se ha ido por encima del juego entre Tampa Bay's y el equipo nacional castrista. Por lo que sé (cuando redacto este artículo) estaba ganando el team de grandes ligas en el septimo ining 4x0. Lo más destacable de este juego sería: "El deporte al servicio de las negociaciones con la revolución incluida" Vámonos al discurso... Una oratoria preciosa, mejor no lo pudo haber hecho el presidente. Cautivó al auditorio, a los radio oyentes y televidentes hasta que terminó. El señor se vio con dominio de la tribuna. Hasta Raúl y sus asesinos aplaudieron, se deleitaron y le dieron el visto bueno al trabajo de Hussein. Cuba entera vibró de emociones, las expectativas se disiparon durante y después (y por el resto del día). Mañana no sé, pero hoy fue de fiesta y esperanzas para aquel pueblo ansioso que escuchó algo que esperaba, aunque eso no quiere decir que sus vidas amanecerán diferentes. El orador del día fue cuidadoso y hábil. Habló de la libertad, les dejó toda la responsibilidad al pueblo desmantelado, trató de limpiar la imagen interferente de EE.UU. en estos procesos, es decir, "arréglatelas como tú puedas". Obama mencionó y fue insistente en este mensaje de "dejar a los cubanos solos en su suerte". Como si relamente hubieran "mercenarios" dentro y/o fuera de Cuba al servicio de "los yanquis", con la pretención de derrocar al castro-comunismo. Esta comparececencia fue histórica no solo por la presencia en Cuba de un jefe de la Casablanca al término de casi un siglo; también lo fue por la manera en que quedó sellada y categorizada la dictadura más vieja del continente: el régimen de los Castro. Aquí no se recapituló nada. No se habló de los fusilados, de las torturas, desaparecidos, ni del pasado reciente, ese parece que no existió. Las conocidas e investigadas participaciones del régimen y sus máximos dirigentes en el narcotráfico internacional pasarán a ser parte de archivos secretos de la DEA, que tal vez nunca llegaremos a saber. Y por supuesto, todo lo mencionado tiene que ver con este pacto de sangre... ¿Cómo se puede ser amigo de una tiranía vigente que mantiene su pasado récord criminal y a sus criminales? Washington no está negociando paz y perdones con segundas y tercera generaciones del castrismo, lo hacen con los protagonistas de todo el genocidio de 57 años y con toda la represión existente. Ni siquiera el flamante mandatario mencionó las pateaduras que el mismo día de su llegada recibieran algunos disidentes y varias Damas de Blanco, casi en sus narices. Para renconciliar hay que limar asperezas, no se puede aprovechar un filo de la historia para olvidarlo todo e imponer un borrón y cuenta nueva en medio de la tierra que sepulta a miles de ejecutados en los paredones, frente a las cárceles que les quitó la libertad a un número desconocido (perdido en el tiempo) de hombres y mujeres que pelearon y no aceptaron el dictado. Pues el presidente Obama quiso con este discurso de hoy, que nos entendamos con el enemigo, que como él y los suyos, fuera y dentro de Cuba lo están haciendo desde el 17 de diciembre de 2015. Que el discurso haya tenido una buena composición, manera de llevarlo, histrionismo al pronunciarlo y sentido para un público enmbelesado, no lo hace bueno, lo hace simplemente oportuno y perfecto para que esa tiranía célebre por todo lo alto la gran victoria que el presidente de los Estados Unidos les ha proporcionado en solo 2 días de visita. Antes de ir al escenario del hoy teatro Alicia Alonso (para colmo), el mandatario se reunió por tres horas con un grupo de la sociedad civil, que me imagino quiere decir disidentes, o algo así. Lo que hablaron no lo sé. De planes, de otras invitaciones de algunos a Washington antes de noviembre. Tal vez de las elecciones y sus favoritos demócratas por supuesto. Aunque lo importante sería que hubieran recapitulado un poco la historia de lo acontecido y que por lo menos repasaran los acontecimeintos de la Primavera Negra, ya que habían integrantes de aquella historia en esa reunión y que cumple aniversario por estos días. Pienso que mencionar a Orlando Zapata Tamayo en el encuentro con el presidente no podía faltar, más de uno de los que estaban ahí lo conocieron. Fue el mejor momento para recordar su huelga y cómo lo asesinaron, dejándolo morir de sed y por los golpes recibido en una celda de castigo de esa triranía que acaba de encontrar a un gran amigo venido del Norte, y del que poco podrá esperar la democracia y los tradicionales intereses estadounidense dentro y fuera del territorio nacional.
Esperemos que los invitados a esa runión se hayan cuidado de la foto de fondo.
montero_manolo@ymail.com
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