El ambiguo "revolucionario" John Mepples Espirito Por Roger Redondo publicado por Félix José Hernández
John Mepples Espirito
París, 9 de mayo de 2016.
Querida Ofelia:
Te envío este interesante testimonio del ex guerrillero del Escambray, el Amigo Roger Redondo, lo acabo de recibir desde los EE. UU. Gracias a él acabo de conocer otra página más de nuestra historia.
“En la casa de Doña Rosa, una Gallega entrada en los sesenta años de edad, estaba el Estado Mayor del Segundo Frente del Escambray. La casona estaba muy protegida por la vegetación y un valle muy cerrado, donde a la aviación le era muy difícil, localizarla. Además, las lomas impedían tirar a la aviación con sus ametralladoras y también eran habituales las grandes neblinas en horas de la mañana. Durante la época de lluvias era peor, pues las nubes eran muy bajas.
Ese era el Estado Mayor por darle un nombre, pero de verdad éste estaba donde se encontrara Gutiérrez Menoyo, quien siempre andaba caminando por el área. También en esa casa se encontraba la estación de radio de nombre 6 B.F. A toda esa zona se le llamaba Nuevo Mundo. Allí fue donde un día llegué a mediados del año 1958 y me encontré por primera vez con John Mepples Espirito. Empecé a interrogarlo, pero era imposible comprobar sus respuestas. Además nunca titubeaba y respondía rápido en un español impecable. De cualquier manera, yo no confiaba en él, nadie lo conocía, sólo una mujer que lo mandó del llano, pero la relación de ella con John era sentimental.
El personaje me dijo que el español lo había aprendido en la escuela y con los mejicanos en California, donde él nació de padres italianos. Sin embargo, su acento y vocabulario no era como el de los mejicanos sino que se asemejaban al de un cubano educado. Eso para mí era sospechoso, aunque no era una prueba de que fuera un enemigo. Sin embargo, nos era útil para traducir los noticieros del inglés al español. Estos informativos los escuchábamos por radio y eran transmitidos desde los Estados Unidos y de Europa por onda corta. Esa fue su labor durante el tiempo que estuvo en el Escambray. Jamás hizo una caminata ni participó en una escaramuza. Realmente, él no tenía mucho interés tampoco en participar y no llegó a conocer otro lugar que no fuera la casa de Doña Rosa. Aquel lugar que de Estado Mayor sólo tenía el nombre. Tampoco, Espirito podía espiar nada que no fuera la poca propaganda que el Segundo Frente hacía.
Por otro lado, él no encajaba en el grupo porque era impopular, pues era muy pedante. El de verdad cuando se da a conocer es después del triunfo, en los primeros meses del Gobierno Revolucionario, ya que se vio envuelto en un incidente cuando le dio muerte a un joven de Cumanayagua. El hecho no quedó esclarecido, pero para muchos fue un asesinato. Posteriormente, como era mucho más preparado que la mayoría de los soldados rebeldes, trabajó en un departamento de la Reforma Agraria y después lo enviaron a la República de Colombia. Fue a ese país suramericano en una misión relacionada con la industria del café. Obviamente, viajaba con pasaporte diplomático.
En Colombia conoció a una mujer de familia cafetalera con la que contrajo matrimonio, aunque ya estaba casado con una cubana. De hecho, estaba cometiendo bigamia, pero en esas cosas legales y morales, él no tenía un buen récord. Recuerdo que un día me encontré en Sancti Spiritus frente al Teatro Principal, con Armando Acosta, el cual líder del partido comunista (P.S.P.) y comandante del ejército rebelde. De carro a carro me hizo señas para que lo siguiera hasta el parque Serafín Sánchez. En una esquina había una cafetería y nos sentamos en una mesita de cuatro sillas con sus dos acompañantes. Yo no conocía a los amigos de Acosta y aunque vestían de civil, a la legua se notaba que eran policías.
Durante aquel encuentro, Armando Acosta llevaba la voz cantante. Sacó un montón de papeles y los puso sobre la mesa, a la vez que me decía: ‘hay un hombre de ustedes que tiene un gran problema’. ¿Quién es?- le pregunté. ‘Johny Espirito’- me respondió. Entonces, Armando Acosta me mostró una lista de carros con números de motor, colores y marcas. Yo nunca tuve la lista en mis manos detenidamente, pero no era necesario. Acosta me contó una historia de robos de automóviles en los Estados Unidos, que según él hacían la totalidad de 1500, todos de las marcas más caras. También Acosta me dijo que un abogado espirituano de apellido Granado, era quien arreglaba la documentación fraudulenta de estos vehículos y que quien recibía los carros en Cuba, era el coronel de la policía batistiana Orlando Piedra. ‘Mira ese hombre es de nosotros porque estuvo con nosotros, pero en realidad no. Y esta noticia que tú me das le va a caer muy bien a todos los compañeros del Segundo Frente, y quien más contento se va a poner es Menoyo. Cuando se entere no va a decir nada, pero se va a alegrar porque Menoyo no ha podido salir de este personaje’- le expresé a Acosta.
Hasta ese momento ninguno de los dos hombres que acompañaban a Armando Acosta, habían pronunciado una palabra, aunque observaban con mucha atención nuestra conversación. Entonces Acosta me preguntó: ¿Y por qué Menoyo no puede desprenderse de ese individuo?
‘Eso lo sé yo pero no se lo voy a decir a ustedes. Eso lo tienen que averiguar, pero no les va hacer muy difícil porque lo saben más de 50 personas. Por supuesto, no hay secreto si lo saben 50 personas’- le respondí. Mientras tanto un montón de curiosos nos miraban tratando de oír algo de lo que en nuestra mesa se trataba, pero nadie se acercó. Así terminó nuestra conversación.
Obviamente, lo que yo sí podía asegurar es que nadie del Segundo Frente del Escambray, ayudó a John Espirito, a salir ileso de la muerte del joven nativo de Cumanayagua, pero sin duda alguien con poder lo sacó de aquel lío. Tiempo después ya estando yo fuera de Cuba, John Espirito cayó preso junto a un grupo, algunos de cuyos integrantes habían tenido relación con el Segundo Frente del Escambray.
Por otro lado, Fidel Castro Ruz, siendo muy joven, fue a la República de Colombia junto a otros estudiantes y estando esta delegación allí, asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán, quien era un líder liberal colombiano. Algunos enemigos de Castro así como otros observadores, se empeñan en asegurar, que el cubano participó en ese asesinato, pero sin aportar una prueba.
No obstante, hay un lado de este asunto que es muy interesante. John Espirito estando preso en Cuba, confesó a la Seguridad del Estado que él fue un agente de la C.I.A y que fue enviado a Cuba para supervisar a William Morgan y que antes de ir a Cuba estuvo en Colombia para matar a Gaitán por órdenes de la C.I.A. Espirito, sin cumplir su condena fue puesto en libertad. La Seguridad del Estado concertó una cita con un historiador colombiano, en un apartamento en La Habana, pero al encontrarse frente al historiador, John Espirito, no quiso reiterar su historia”.
Roger Redondo.
Un gran abrazo desde La Ciudad Luz,
Félix José Hernández.
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