El conflicto migratorio cubano. Del éxodo a la crisis humanitaria. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Fort Pierce. Estados Unidos. El éxodo masivo de cubanos hacia los Estados Unidos ha sido a través de los años algo inherente a las características sociales de la nación cubana. Sin embargo, en el último año adquirió ciertas peculiaridades que convierten al fenómeno migratorio en verdadero conflicto de carácter continental.
Foto inédita original enviada al Dr. Alberto Roteta Dorado. Fue tomada por miembros de grupos poíticos de Ecuador, durante las marchas y manifestaciones de cubanos que tuvieron lugar en Quito el pasado mes de julio.
Como es conocido, además de las habituales travesías por mar, miles de cubanos asumieron una nueva ruta, un tanto más segura; pero no libre del peligro. Las selvas del sur y del centro de América servían ahora de camino para emprender un largo viaje que culmina en la anhelada nación de la democracia.
Grupo de migrantes cubanos en la localidad de Turbo, pequeño poblado de Colombia. Cortesía del grupo Movimiento X Cuba de Ecuador.
Una vez que el gobierno de Ecuador suprimió el requisito de la carta de invitación a los ciudadanos cubanos para entrar al país -disposición que entró en vigor a partir del primero de abril de 2014 y se mantuvo hasta el primero de diciembre de 2015, fecha en que fue exigida nuevamente una visa emitida por Cuba -se abrieron nuevas opciones, no solo para salir de Cuba; sino para llegar a los Estados Unidos.
Quito se convirtió rápidamente en un sitio referencial para miles de cubanos en su determinación de alcanzar el llamado sueño americano. Desde la capital del país andino salieron miles de cubanos atravesando las fronteras de Colombia y de varios países centroamericanos.
Migrantes cubanos en un viejo almacén convertido en albergue gracias a la colaboración de la comunidad de Turbo. Cortesía del grupo Movimiento X Cuba de Ecuador.
El tráfico ilegal de personas adquiría dimensiones no vistas hasta entonces. Los llamados coyotes aprovecharon la desesperación de los cubanos para explotarlos, los nativos de las localidades en su afán de obtener ganancias, y en medio de su necesidad de subsistencia olvidaban su condición de latinoamericanos para dar la espalda a sus hermanos migrantes, y aunque resulte increíble, las propias autoridades policiales de muchos de los países involucrados se hicieron partícipes de infames sobornos y actos lucrativos.
El 15 de noviembre de 2015 el gobierno de Nicaragua que preside Daniel Ortega, determinó cerrar su frontera con Costa Rica para impedir el paso de los cubanos, lo que fue decisivo para que se desatara un conflicto migratorio de carácter continental.
Foto inédita original enviada al Dr. Alberto Roteta Dorado. Fue tomada por miembros de grupos poíticos de Ecuador, durante las marchas y manifestaciones de cubanos que tuvieron lugar en Quito el pasado mes de julio.
El gobierno nicaragüense amenazaba y agredía a centenares de cubanos que intentaban seguir su larga travesía rumbo a Estados Unidos en la frontera sur con Costa Rica, lo que provocó un verdadero escándalo de carácter mundial por las implicaciones, no solo en el aspecto político, sino social y ante todo humanitario.
Unos 1 600 cubanos lograron entrar a Nicaragua la mañana del 15 de noviembre tras permanecer varias horas en el límite fronterizo de Costa Rica, cuyo Gobierno había brindado visas de siete días para que pudieran cruzar desde Panamá hasta territorio nicaragüense.
Un operativo de seguridad dispuso un batallón de infantería del Ejército de Nicaragua y Fuerzas Especiales de la Policía Nacional en el puesto fronterizo de Peñas Blancas, de esta forma impidieron que 1 100 cubanos que intentaban cruzar hacia el norte alcanzaran su objetivo. Según testimonios de los migrantes, fueron agredidos con disparos y gases lacrimógenos.
Este sería el inicio de un conflicto migratorio que se ha mantenido hasta el presente y que al parecer llegó para quedarse. Así las cosas, se acumularon miles de cubanos en Costa Rica. En noviembre de 2015, el gobierno de este país asumió el traslado de cerca de 8000 cubanos, una vez que Nicaragua cerró sus fronteras, lo que se consideró como la primera crisis humanitaria de la región en esta etapa.
Meses más tarde se acumulaban en territorio panameño tras el cierre de las fronteras de Costa Rica. El gobierno de Panamá se ocupaba de solucionar la situación de su territorio –la segunda crisis- y concluía el 12 de marzo de 2016 el traslado a México de 1.301 cubanos. No obstante continuaron llegando entre 100 y 200 cubanos cada día a las costas panameñas, lo que desató la tercera de las crisis, fenómeno que se prolongó por más de dos meses y que logró solucionarse gracias a la generosidad del presidente Juan Carlos Varela. De esta forma se encaminaron rumbo a Estados Unidos otros 3500 durante el mes de mayo, por lo que la cifra de migrantes cubanos trasladados de manera legal a través de gestiones de estos países llegó a casi 13 000 en solo seis meses.
En Colombia se concentraron 1273 migrantes cubanos de acuerdo al censo de julio del presente año -según reporte de la Defensoría Regional de Urabá y la Oficina de Asuntos Internacionales de la Defensoría del Pueblo-, cifra mucho mayor si se considera que solo se inscribieron aquellos que permanecían en el antiguo almacén convertido en albergue luego del cierre de la frontera panameña.
En Ecuador no hay cifras exactas en la actualidad, por cuanto, desde este país salen rumbo a Colombia multitudes de cubanos que siguen su travesía por las selvas americanas o intentan establecerse transitoriamente en Panamá para ser acogidos por instituciones religiosas. No obstante, según los líderes del Grupo Alianza Nacional Cubana de Ecuador (ANCE) se estima que permanezcan más de 6000, la mayoría fuera de Quito, a pesar de la salida masiva después de las detenciones y deportaciones del pasado mes de julio, muchos con aspiraciones de poder salir del país andino rumbo a Estados Unidos.
No podemos ver las crisis que han aparecido en estos territorios como hechos aislados e independientes; sino como expresiones locales de un mismo conflicto que ha evolucionado para convertirse en crisis, lo que ocurre en dependencia de la repercusión y consecuencias particulares en cada territorio.
Una crisis puede llegar a adquirir dimensiones tan trascendentales como para merecer el calificativo de crisis humanitaria, como la ocurrida en Costa Rica, las que tuvieron lugar en dos ocasiones en territorio panameño y la más reciente en Turbo, Colombia, por cuanto, no solo involucraron a miles de personas; sino que éstas se encontraban en condiciones infrahumanas, en sitios hacinados y con deficiente alimentación, lo que los hacía vulnerables y los predisponía a la aparición de enfermedades infecciosas y nutricionales.
De cualquier modo e independientemente de que se trate de un conflicto, una crisis o una crisis que llegue a la condición de crisis humanitaria, su repercusión en el grupo social que lo ha originado, así como sus consecuencias entre los pobladores de aquellos lugares en donde ha tenido lugar, siempre han de ser tenidas en cuenta para un posible análisis desde el punto de vista antropológico y social.
El pasado lunes 29 de agosto nueve gobiernos latinoamericanos pidieron a Estados Unidos que revisara sus políticas migratorias con relación a Cuba. El ministro de relaciones exteriores de Ecuador, Guillaume Long, afirmó en conferencia de prensa el envío de una carta en la que los gobiernos de Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Ecuador expresaron su preocupación por el tránsito de ciudadanos cubanos, lo que compromete las políticas y esfuerzos de estos países por “unas fronteras seguras y libres del crimen organizado trasnacional”.
¿Por qué involucrar solamente al gobierno de los Estados Unidos en la responsabilidad del fenómeno migratorio y sus serias consecuencias para la región? ¿Es que acaso desconocen los verdaderos móviles por los que miles de cubanos abandonan su patria? El silencio total respecto al rol del gobierno de la isla caribeña que durante más de medio siglo ha mantenido al pueblo inmerso en la más despiadada represión los hace cómplices.
La actitud de los cancilleres de la región, los que representan a sus presidentes y a sus gobiernos debe ser rectificada con urgencia. Los verdaderos causantes del éxodo, de todos los conflictos y de la crisis que no termina no son los gobernantes de Estados Unidos con su política, de modo particular su Ley de Ajuste Cubano, sino los gobernantes de la dictadura comunista cubana.
albertorot65@gmail.com
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