¿Tendrán nuestros actuales mandatarios la sabiduría y el don de filosofar?. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Fort Pierce. Estados Unidos. Las antiguas comunidades que intentaron poner en práctica algunos preceptos de carácter socialista en breve fracasaron en su experiencia. Las nobles disposiciones que teóricamente aparecen tratadas en textos considerados paradigmas de lo que debe ser el socialismo, en el orden práctico resultan inconsistentes.
La mayoría de los modelos socialistas, aun los anteriores a los conceptos de Marx, proponen la no existencia de clases sociales y la entrega de los medios de producción al estado, esto es, la abolición de la propiedad privada. Pero si todos los ensayos hasta el presente han fracasado, hemos de cuestionarnos si en realidad resultará funcional la desaparición de las clases sociales, o al menos la posibilidad de que no existan diferencias entre ellas, esto último imposible, por cuanto, traería como resultado su desaparición.
Tal vez el sistema capitalista no sea perfecto. Como sistema social presenta sus debilidades, lo que resulta patente en el fracaso económico de algunos de los países que han asumido este modelo, y no solo esto, sino la inconformidad de multitudes de hombres con sus gobiernos y de manera particular con sus mandatarios.
Por otro lado, en la última década del siglo veinte el mundo experimentó un cambio radical en el curso de su historia a partir de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, considerado el símbolo del socialismo, lo que repercutió sobremanera en el resto de los países de la Europa oriental y determinó la drástica desaparición del llamado campo socialista.
¿Qué está faltando en uno u otro sistema que los hace imperfectos y que llevó al hundimiento casi total de uno de ellos y a múltiples crisis en el otro? Tal vez Platón, que no solo fue un erudito, filósofo y verdadero místico, sino un hombre versado en la política de su tiempo, tenga en sus escritos sobre leyes y política la clave para intentar solucionar los grandes conflictos que en el orden político enfrenta el mundo en nuestros días.
Platón insistió en que la razón y la sabiduría son las que deben gobernar, lo que no equivale a tiranía, despotismo u oligarquía, en este sentido afirmó: “Hasta que los filósofos gobiernen como reyes o, aquellos que ahora son llamados reyes y los dirigentes o líderes, puedan filosofar debidamente, es decir, hasta tanto el poder político y el filosófico concuerden, mientras que las diferentes naturalezas busquen solo uno de estos poderes exclusivamente, las ciudades no tendrán paz, ni tampoco la raza humana en general”.
Platón fue partidario de un orden en la sociedad basado en la tolerancia entre las clases, pero a diferencia de Marx, no se pronunció por la abolición de las clases sociales. Al parecer el autor de “La República” ha tenido razón. Han pasado muchos siglos y las sociedades de una u otra forma mantienen una estructura clasista. Las estrafalarias ideas comunistas basadas en la enseñanza de Marx han sido un verdadero y rotundo fracaso, o mejor aún, las sociedades llamadas socialistas no han podido llegar nunca a esa eliminación de clases a la que hiciera referencia “el pensador del mundo del trabajo”.
Recientemente el político José Mujica, expresidente de Uruguay, al sentirse defraudado de las llamadas democracias Latinoamericanas afirmó: "No estoy de acuerdo con la dictadura del proletariado, ni con ninguna dictadura". (…) "con lo que ha pasado en la historia, con lo que pasó con la burocracia soviética uno saca conclusiones" (…) "la dictadura del proletariado como que no, porque el proletariado termina no teniendo nada y la dictadura mucho" "da la impresión de que surge una nueva clase, que es la burocracia". (…) "a la democracia le reconozco brutales defectos".
FOTO DE ARRIBA: José Mujica, un hombre honesto que desde la humildad asume con sabiduría el reto político y social de estos duros tiempos. Decepcionado de las “democracias” latinoamericanas se pronuncia por un nuevo orden que impida el enriquecimiento de la nueva clase dominante y la pobreza extrema de los desposeídos. (Foto tomada de internet)
Es conocido por todos que los defensores de las ideas de Marx, una vez en el poder, se olvidan de lo que teóricamente se supone aprendieron respecto a la desaparición de las clases sociales y del amparo eterno a los desposeídos. El entusiasmo transitorio de ciertos líderes políticos del continente americano por las tendencias de izquierda, no ha tenido resultado. Recordemos las situaciones por las que han pasado recientemente Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff, las que intentaron asumir formas erradas de gobierno hasta terminar involucradas en acciones muy comprometedoras.
Por otra parte, el estado alarmante -desde el punto de vista económico- en que se encuentran los pueblos que han tenido formas socialistas por períodos prolongados de tiempo, demuestran no solo la inconsistencia de un sistema, sino la incompetencia de sus mandatarios. Los casos de Cuba y Venezuela son verdaderos paradigmas en este sentido.
Aferrados por mantenerse como mandatarios vitalicios -lo que les facilita apropiarse de las riquezas de sus respectivos países durante sus mandatos- luchan por su perpetuación eterna, aunque para ello tengan que acudir a las mayores atrocidades que violenten todos los conceptos respecto al orden democrático de sus pueblos. Se reiteran en este sentido como ejemplos los dictadores de Cuba –país sin elecciones de carácter democrático por más de medio siglo- y Venezuela, a los que se unen los fracasados intentos de Rafael Correa de Ecuador y Evo Morales de Bolivia, así como Daniel Ortega de Nicaragua, que si ha logrado su objetivo como presidente vitalicio.
De esta forma, y dejando tras sí aquel ímpetu inicial para resolver los problemas de todos, se convierten en esa nueva clase, que de manera similar a la casta brahmánica de la India o a la de los gobernantes, cual árbitros absolutos de la antigua Grecia, pero a diferencia de estos, sin la sabiduría, la cultura y los principios para poder gobernar con dignidad a sus súbditos, se las arreglan para burlar a todos, y expropiando de sus bienes a unos y dando limosnas a otros, logran autoproclamarse ante el mundo como soberanos jefes de “estados modelos”.
No estamos en los tiempos de Platón con sus ideaciones acerca de la perfección de los gobernantes y del obligado cultivo de su intelecto y su espiritualidad para poder asumir el mando de las ciudades (ciudades según Platón, pueblos, diríamos ahora).
En estos tiempos, justamente en el contexto latinoamericano, los líderes -futuros gobernantes-, muchas veces han surgido de la nada, desde un estrato social bajo, lo que con frecuencia lleva implícito un nivel de desarrollo intelectual mínimo, una educación precaria y ciertas características que se pudieran resumir en la idea de “sin clase”. Las consecuencias en sus proyectos de gobiernos aparecen inmediatamente expresadas a través del fracaso de sus economías.
Ese ímpetu para transformar todo y para quitar a todos lo que nunca tuvieron y siempre han ambicionado, es el denominador común de estos líderes de ocasión que empezaron a proliferar por “nuestra América”, algo que han estado haciendo desde la perspectiva de una posible alianza con los desposeídos, con los humildes, con sus iguales, a los que desprecian por ser precisamente como ellos y por pertenecer a ese estrato social del cual ellos han surgido y del que se sienten avergonzados; aunque como es lógico no lo expresen.
Justamente en estos aspectos relacionados con la personalidad de los gobernantes, y las modalidades y medios que emplean para envolver a las masas, la psicología política como ciencia juega un papel de dimensiones sorprendentes. El estudio de los rasgos de la personalidad de todos estos líderes de izquierda, así como la utilización de su condición social para manipular a las masas desposeídas debe centralizar los objetivos de estudio y los campos de acción de esta rama, sobre todo ahora en que los cambios en el contexto político del continente son determinantes para el destino de los pueblos de la región.
Así las cosas, aunque han pasado muchos siglos desde aquellos tiempos en que Platón se refirió a la pureza y a la sabiduría de los gobernantes, tiempos en que la filosofía de la abstracción era el eje del saber humano, han prevalecido hasta nuestros días muchos aspectos en los terrenos social y político que nos aproximan a las antiguas sociedades.
Estamos en otros tiempos, en los que el dinamismo, la rapidez y la inmediatez llevan al hombre a la toma apresurada de decisiones, las que con frecuencia suelen ser erradas por la falta del análisis y la observación profunda. La filosofía de la abstracción fue cediendo su lugar tras el advenimiento de nuevas tendencias y variantes de pensamiento más acordes a un modelo de hombre práctico, el que se mueve en la vorágine de un nuevo orden social y político; pero como nos enseñara Platón, si el poder político y el filosófico andan cada cual por su lado, no podrá existir un verdadero orden social y la paz no reinará en nuestros pueblos.
albertorot65@gmail.com
|