El fracaso de los líderes de izquierda en Latinoamérica. (2da. Parte). Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Fort Pierce. Estados Unidos. La propuesta del socialismo del siglo XXI en Venezuela y en Ecuador se presenta como algo difuso, carente de verdaderas y razonables bases teóricas, con excepción de ciertos aspectos establecidos por conveniencia de los líderes y mandatarios. Así, el respeto de la propiedad privada, aunque con fuerte regulación estatal, la preservación de la democracia política con importantes condicionantes y su diferenciación con las experiencias socialistas del pasado se mezclan con la realidad o lo que verdaderamente ocurre en el orden práctico.
Bajo la influencia de Hugo Chávez varios gobiernos de Latinoamérica se hicieron receptivos a las aparentes nuevas propuestas: Ecuador con Rafael Correa, Argentina con Cristina Fernández de Kirchner, Nicaragua con Daniel Ortega, Bolivia con Evo Morales, Brasil con Lula da Silva y luego con Dilma Rousseff, y Chile con Mishell Bachelet.
Cada cual con sus peculiaridades, en los casos de Chile, Brasil y Argentina no hay exceso de control en el aparato gubernamental, si se les compara con Venezuela y Ecuador, donde ha existido una total radicalización de las leyes que han llevado a la creación de estados totalitaristas, a partir del concepto de participación ciudadana, “envueltos en una revolución no surgida desde abajo, sino desde una idealización del líder político, frecuentemente convertido en slogan partidista”.
Para el caso específico de Ecuador, merece citarse la siguiente idea de los teóricos Juan J. Paz y Miño Cepeda: “El “socialismo del siglo XXI” (al menos para Ecuador) es un sistema que combina capitalismo social (nivel económico) y Estado popular o ciudadano (nivel político); y que, por tanto, este “socialismo” es relativamente distinto al marxista (aunque tampoco es antimarxista, puesto que reconoce y valida a la teoría de Marx como fundamento histórico), pero también diferente a otros modelos de capitalismo social, como el europeo, el nórdico o el canadiense. El nuevo socialismo articula, en definitiva, empresa privada con inversión pública e intervencionismo económico y regulador del Estado, amplias políticas sociales y firmes medidas para redistribuir la riqueza; pero, además, se basa en la captación del Estado, para desplazar los intereses de las burguesías/oligarquías e imponer la hegemonía del poder de los ciudadanos y sectores populares, que con organización y movilización de base, sustentan la edificación de una nueva sociedad.”
Uno de los líderes de tendencia izquierdista más polémicos de la región suramericana es Rafael Correa, al que ya le va quedando muy poco tiempo en el poder, por cuanto, los próximos comicios electorales del país andino tendrán su primera vuelta el próximo 19 de febrero de 2017.
El mandatario llegó al poder -según lo establecido por las normas de la República del Ecuador- tras su victoria en las elecciones de 2006 como representante del Partido Alianza País. En septiembre de 2008, luego de la adopción de una nueva constitución, se organizaron elecciones generales, celebradas el 26 de abril del año siguiente, en las que resultó vencedor con el 52 % de los votos en la primera vuelta, siendo reelegido para un segundo mandato de cuatro años y, después, nuevamente para un tercer mandato próximo a concluir.
Ya había comentado en el escrito anterior acerca de esa cualidad de los líderes de tendencias socialistas, los que una vez en el poder pretenden mantenerse de manera vitalicia. Para lograr su objetivo acuden a todas las posibles fórmulas, entre las que se encuentra como primer objetivo la modificación de la constitución. Recordemos los casos de Cuba y Venezuela, a los que se unió el economista ecuatoriano.
Esta medida le trajo los primeros tropiezos con su pueblo, que en sus inicios lo apoyó e indudablemente hemos de admitir que gozó de cierta simpatía popular, algo que fue decayendo de manera progresiva hasta alcanzar su clímax con las masivas protestas que intentaron paralizar al país el pasado año.
¿Pero cómo llegó Rafael Correa al poder? Ya expuse antes que ocurrió “según lo establecido por las normas de la República del Ecuador”, lo que no hubiera dejado lugar para la duda a no por las recientes declaraciones de un ex-alto funcionario del gobierno, el que denunció el pasado junio un supuesto fraude en los comicios seccionales de 2014 con la aparición de una infinidad de "votos fantasma" de ecuatorianos en el exterior.
Según una investigación que dirige William Murillo, ex-secretario del Migrante, más de 5.200 ecuatorianos que residen en el exterior -un 92% de los casos investigados- aparecen en los registros del órgano electoral como votantes, cuando en realidad no lo podían hacer. Tras estudiar una muestra de 5.683 ciudadanos, de los cuales habría votado el 92 %, según los registros oficiales, se pudo llegar a esta conclusión. El fraude electoral podría afectar a más de 330.000 personas, lo que lo convierte en el más grande en la historia del país.
Murillo expuso su denuncia respaldado por varias fuerzas de la oposición que integran el "Acuerdo Nacional por la Transparencia Electoral". De esta forma dicha entidad incurriría en delitos como: falsificación de firmas, falso sufragio, fraude electoral y suplantación de identidad. Otras catorce organizaciones políticas de Ecuador se pronunciaron por la denuncia.
Esto pone en duda el trabajo del Consejo Nacional Electoral (CNE) la víspera de las elecciones presidenciales de febrero, para las cuales el dictador Rafael Correa se ha ocupado de promover la candidatura de Alianza País que conforman: Lenin Moreno, ex-vicepresidente de Ecuador entre 2007 y 2013 y Jorge Glas, vicepresidente actual.
El pasado año tuvieron lugar en el país múltiples marchas contra el gobierno; pero de manera especial contra su presidente. Grupos a favor y en contra al régimen ocuparon las más importantes calles de Quito, Guayaquil, Cuenca, Ambato, Latacunga, Ibarra y Quevedo. También se produjeron concentraciones populares para demandar al presidente y criticar su actitud durante estos años de mandato, en los que abusó de su poder, engañó a los desposeídos, humilló a los que considera poderosos y se burló de todos con su ironía y prepotencia características.
Una gran marcha indígena que partió desde la provincia fronteriza de Zamora Chinchipe, luego de haber caminado 800 kilómetros para unirse al paro nacional convocado, fue la mayor muestra de la inconformidad popular ante las enmiendas constitucionales, cuyo tema más controvertido fue la reelección indefinida del presidente Rafael Correa y los funcionarios de elección popular.
Pero como es habitual en estos líderes, Correa se las agenció para culpar a la oposición de intentos de desestabilización del país, esperó a que los ánimos retornaran a su lugar, y hasta la madre naturaleza le ayudó con la entrada en acción del enorme volcán Cotopaxi que amenazó al país en medio de las marchas.
Así las cosas, entre sus aburridas sabatinas – tenidas del presidente con su camarilla para debatir puntos de interés con los pobladores de determinado sitio, el que resulta cambiante en cada ocasión, a modo de las antiguas tribunas abiertas de Cuba- y sus hirientes encontronazos con la prensa y líderes opositores, el pasado mes de febrero destituyó al alto mando militar del país en medio de una disputa surgida por presuntas irregularidades en la venta de unos terrenos de los militares al Ministerio del Ambiente. El 5 de febrero, “BBC Mundo” informaba que el presidente Correa nombró un nuevo jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, y a otros tres altos oficiales como comandantes del Ejército, la Fuerza Aérea y la Fuerza Naval, lo que se ha considerado una incomprensión de las características de las Fuerzas Armadas por parte del gobierno.
Igualmente disolvió el pasado 18 de agosto la Unión Nacional de Educadores (UNE), considerado el principal gremio de maestros dependientes del estado. La resolución fue adoptada tras declarar que dicha organización no cumplía sus estatutos y reglamentos como organización social, lo que ha sido visto por los docentes como argumentos administrativos utilizados para ocultar la real intención política por parte del gobierno, de manera especial por el delirante comportamiento de su presidente.
Por estos días también se ha ocupado de dar sus versiones sobre las altas cifras de desempleo y subempleo en el país, luego de que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos publicara los alarmantes índices de esta categoría al finalizar septiembre. Para esto ha acudido a los confusos términos de: empleos inadecuados, empleos adecuados, empleo no remunerado y empleo no pleno. Continúa atacando a los medios de prensa, según él, mercantilistas, y exponiendo sus disparatados conceptos sobre el neoliberalismo como una “nueva ideología disfrazada de ciencia”.
Por suerte para la nación andina, el economista se les marcha a Bélgica al finalizar su mandato, dejando tras su partida un país que no logró sacar de la miseria, de la subculturización y del desempleo.
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