Mensaje del Día de Acción de Gracias. Por Julio M. Shiling.
Le deseamos muchas bendiciones en este día tan especial.
El Día de Acción de Gracias, la celebración más distintiva en el calendario de los EE UU, recoge como ninguna otra la esencia fundacional de la nación norteamericana. Paradójicamente fueron los EE UU, una república constitucional que fue pionera en concretar el principio de la separación entre la Iglesia y el Estado, el mismo que se fundó sobre una búsqueda integradora de la libertad de culto y un apego pleno a Dios. Desde el Pacto del Mayflower (1620), la Primera Carta de Virginia (1606), todos los documentos fundacionales de las Trece Colonias, la Declaración de Independencia (1776), las proclamaciones presidenciales de George Washington (1789) y Abraham Lincoln (1863) estableciendo un día nacional para darle gracias a Dios en forma colectiva (y otras más), todos estos documentos históricos reflejan correctamente los lazos de un pueblo y una nación con el Todopoderoso.
Esta tradición hermosa y sanadora es una que cualquier nación haría bien en aplicar. Al pie le incluimos el texto del Pacto del Mayflower y las proclamaciones presidenciales de George Washington y Abraham Lincoln.
Cordialmente,
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Pacto de Mayflower (1620)
En el nombre de Dios, Amén.
Nosotros, cuyos nombres están escritos debajo, los sujetos leales de nuestro Temible Soberano Señor Rey Jaime, por la Gracia de Dios, de Gran Bretaña, Francia e Irlanda, Rey, Defensor de la Fe.
Habiendo emprendido para la Gloria de Dios, y el Avance de la Fé Cristiana y el Honor de nuestro Rey y Patria, una travesía para plantar la primera colonia en las Partes Norteñas de Virginia; hacemos por estos presentes, solemne y mutuamente en la Presencia de Dios y unos con otros, pacto y nos combinamos juntos en un Cuerpo Político Civil para nuestro orden y preservación y fomento de los fines antedichos; y por virtud de esto establecemos y aprobamos, constituimos y formamos, tales justas e iguales leyes, Ordenanzas, Actas, Constituciones y Oficios, de tiempo en tiempo, según sea considerado muy propio y conveniente para el Bienestar General de la Colonia, a la cual prometemos toda la Obediencia y Sumisión debidas. En fe de lo cual hemos suscripto nuestros nombres a esto en Cape Cod el once de Noviembre, en el Reino de Nuestro Soberano Señor Rey Jaime de Inglaterra, Francia e Irlanda, el dieciocho y de Escocia, el cincuenta y cuatro. Anno Domini, 1620.
Proclamación del Día de Acción de Gracias de George Washington (1789)
Considerando que es deber de todos los Estados reconocer la providencia del Dios Todopoderoso, obedecer su voluntad, ser agradecidos por sus beneficios, y humildemente implorar su protección y favor -y visto que ambas Cámaras del Congreso, por su Comité conjunto, han solicitado "recomendar a las personas de los Estados Unidos observar un día de acción de gracias y oración pública, reconociendo con corazones agradecidos los muchos favores del Dios Todopoderoso, especialmente por haberles ofrecido una oportunidad pacífica de establecer una forma de gobierno para su seguridad y felicidad".
Ahora, pues, yo recomiendo y designo que el jueves 26 de noviembre sea dedicado por la gente de estos estados al servicio de aquel gran y glorioso Ser, que es el Autor benévolo de todo lo bueno que era, que es y que será -Que todos podamos unirnos en la prestación a Él de nuestro más sincero y humilde agradecimiento- por su amable cuidado y por la protección de aquellas personas de este país anteriores a convertirnos en una nación- por las señales y muchas misericordias y las interposiciones favorables de su Providencia que hemos experimentado en el curso y celebración de la última guerra, el alto grado de tranquilidad, unión, y abundancia que hemos disfrutado, por la manera pacífica y racional en la que se nos ha permitido establecer constituciones de gobierno para nuestra seguridad y felicidad, y sobre todo, Aquél nacional últimamente ha instituido la libertad civil y religiosa con la que hemos sido bendecidos; y los medios que tenemos de adquirir y difundir conocimientos útiles; y en general por todos los grandes y diversos favores que Él ha tenido a bien conferirnos.
Y también que podamos entonces unirnos en el ofrecimiento humilde de nuestras oraciones y súplicas al gran Señor y Soberano de las Naciones, rogándole que perdone nuestros pecados nacionales para que podamos todos, ya sea en estaciones públicas o privadas, realizar nuestros varios deberes de manera puntual y adecuada, rindiendo nuestro gobierno nacional como una bendición para todo el pueblo, siendo constantemente un Gobierno de justas y sabias leyes constitucionales, de manera discreta y fielmente ejecutadas y obedecidas, con el fin de proteger y guiar a todos los Soberanos y a las Naciones (especialmente aquellas que han mostrado misericordia con nosotros) y que los bendiga con un buen gobierno, con paz y concordia -para promover el conocimiento y la práctica de la verdadera religión y virtud, y el incremento del conocimiento entre ellos y nosotros, y en general para conceder a toda la Humanidad un grado de prosperidad temporal como sólo Él sabe que es mejor.
Dado bajo mi mano en la Ciudad de Nueva York, el tercer día del mes de octubre en el año de nuestro Señor 1789.
Traducción de Omar Jaramillo
Todo por Gracia blogspot Proclamación del Día de Acción de Gracias de Abraham Lincoln (1863)
El año que está llegando a su fin ha estado pleno de bendiciones con fértiles campos y benéficos cielos. A estos bienes, que tan constantemente disfrutamos por lo que somos propensos a olvidar la fuente de la que vienen, se han sumado otros que son de una naturaleza tan extraordinaria que inevitablemente penetran y suavizan incluso el corazón habitualmente insensible a la siempre vigilante providencia de Dios Todopoderoso.
En medio de una guerra civil de magnitud y gravedad iniguables que a veces parecía invitar y provocar a la agresión de estados extranjeros, se ha mantenido la paz con todas las naciones, se ha mantenido el orden, se han respetado y obedecido las leyes y la armonía ha prevalecido por doquier excepto en el escenario del conflicto armado, aunque ese escenario se ha contraído grandemente debido al avance de las fuerzas militares y navales de la Unión.
La necesaria desviación de riqueza y fortaleza de los campos de la industria pacífica hacia la defensa nacional no han detenido el arado, el transporte o el barco; el hacha ha ensanchado los límites de nuestros asentamientos; y las minas, tanto de hierro y carbón como las de nuestros metales preciosos, han rendido incluso más abundantemente que antaño. La población ha crecido firmemente a pesar de las pérdidas en el campo, el sitio y el campo de batalla, y el país, regocijándose en el conocimiento de una mayor fortaleza y vigor, se permite esperar una continuidad de años con un gran aumento de libertad.
Ninguna mente humana ha diseñado ni ninguna mano mortal ha construido estas grandes cosas. Son los gentiles dones del Altísimo que, aunque se molesta con nosotros por nuestros pecados, a pesar de todo tiene muy presente la misericordia.
He creído adecuado y apropiado que tales dones deberían ser reconocidos solemne, reverente y agradecidamente con un solo corazón y al unísono por todo el pueblo americano. Por tanto, invito a mis conciudadanos en cualquier lugar de Estados Unidos y también en tierras extranjeras, a señalar y guardar el último jueves de noviembre próximo como un día de acción de gracias y alabanza a nuestro Padre benefactor que mora en los cielos.
Y les recomiendo que, mientras hacen las ofrendas en justicia a Él debidas por tan singulares salvaciones y bendiciones, también encomienden, con humilde penitencia por nuestra perversidad y desobediencia nacionales, a Su amoroso cuidado a todos los que hoy son viudas, huérfanos, deudos o dolientes de la lamentable lucha civil en que estamos inevitablemente involucrados y que fervientemente imploren la intervención de la mano del Todopoderoso para restañar las heridas de la nación y restablecerla tan pronto como esto coincida con el propósito divino para el pleno disfrute de paz, armonía, tranquilidad y unión.
© Traducción de Alberto Río y Miryam Lindberg
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