Fidel Castro ya no está, dejó de existir. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
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Fort Pierce. Estados Unidos. Seis siglos antes de la era cristiana, uno de los seres más iluminados, luego de haber meditado profundamente y por mucho tiempo, concluyó que la causa del sufrimiento humano, a lo que llamó aflicción, era la ignorancia. Gautama Buda contribuyó con su doctrina de las cuatro grandes verdades y el noble óctuple sendero a sentar las pautas para todo un sistema ético y moral que ha logrado trascender hasta nuestros días, con repercusión no solo para los seguidores del Budismo como filosofía y religión; sino para los simpatizantes de otras fes y para muchos hombres librepensadores y no afiliados a ninguna de ellas.
La preocupación por el cultivo del intelecto es algo que debe ser motivo de preocupación de todo hombre. El más grande y extraordinario de los cubanos, José Martí, se refirió al deber que ha de tener todo ser por cultivarse, por respeto a sí mismo y a los demás. La supresión de la ignorancia lleva inevitablemente al hombre a actuar en correspondencia con el grado de instrucción que pueda haber alcanzado.
Cuando las multitudes actúan desenfrenadamente a través de acciones o expresiones que resultan incomprensibles para aquellos que se supone ya hemos alcanzado cierto grado de desarrollo espiritual y de cultivo del intelecto, es porque no han llegado a asimilar el sentido real de asumir el deber que les corresponde como hombres en el orden individual, y como humanidad colectivamente.
La emoción a través de la exaltación se apodera de los pocos desarrollados intelectualmente. Esto es lo que al parecer ha estado ocurriendo en aquellos que de manera inexplicable se han unido a una oleada de injustificadas actitudes ante la muerte de uno de los más crueles dictadores de la historia de nuestros tiempos.
Han preferido resistirse al conocimiento de la verdadera historia del tirano que se les acaba de morir, y que por suerte ya no estará más entre nosotros, antes de actuar acorde a un mínimo de raciocinio, que pueda demostrar que en ellos ha tenido, al menos, el despertar del germen incipiente de la mente.
Es inadmisible que alguien pueda sentir dolor por la muerte de un ser que convirtió a un país en una gran prisión en la que todos y cada uno de sus habitantes está siendo vigilado, y donde tiene lugar el control no solo de las acciones de sus habitantes, sino de su expresión y su pensamiento.
No es posible que estén llorando a aquel que dividió a todos, a matrimonios, a familias enteras, a instituciones, que predicó la venganza y el odio entre los hombres, que creó campos de concentración para encerrar a posibles desafectos, religiosos, homosexuales, emigrantes potenciales, campesinos que no se unieron para la colectivización de sus tierras, universitarios ideológicamente inconformes, sacerdotes, artistas e intelectuales, hippies, y prisioneros políticos, hasta alcanzar cifras de más de 35 000 prisioneros.
Resulta incoherente que le griten vivas y exhiban banderas ante la muerte de alguien que le declaró la guerra su propio pueblo. ¿Cómo, se podrán cuestionar sus ignorantes seguidores? Pues a través de la persecución a todo aquel que no actuara o pensara según los cánones que el estableció para una nación de la que se apropió por la fuerza, mediante el adoctrinamiento de sus fuerzas policiales y de sus miles de agentes encubiertos para actuar mediante la violencia contra todo aquel que se pronuncie contra el régimen.
Inmersos en esta ignorancia se encuentran aún algunos de los líderes latinoamericanos que se aliaron al llamado socialismo del siglo XXI, los que se dieron cita en La Habana para decir adiós al ya vencido arrogante comandante.
Nicolás Maduro que pronunció lo que él cree era un discurso; aunque en realidad es una sumatoria de frases inconsistentes ataviadas por el ímpetu de un desmedido populismo que incluyó aportes como el término fideliano y una mención a José Lezama Lima, del que seguramente el inculto mandatario no tiene conocimiento, y por tanto desconoce que fue marginado por ese socialismo lleno de bondades tan defendido por los Castro, sin que faltaran nuevos epítetos como: eterno joven, eterno soñador y eterno rebelde, o la ridícula expresión acerca de “todos los idiomas del planeta Tierra”.
Evo Morales con su pésima dicción y su carencia de aptitudes para la oratoria a pesar del esfuerzo encomiable que hace para aparecer ante las masas desposeídas como un héroe, acudió una vez más, a los ya olvidados conceptos de prensa burguesa proimperialista y de dominación imperial, para luego decir una serie secuencial de oraciones, que a modo de composiciones de estudiante de la básica, llegaban a un auditorio forzado a permanecer durante cuatro interminables horas. Su mayor incoherencia resultó ser la proclamación de Fidel como vencedor de los Estados Unidos en las Naciones Unidas, cual surrealista expresión para estos convulsos tiempos.
Daniel Ortega, otro de los dictadores del momento se unió al resto de los pocos mandatarios presentes para reiterar las mismas evocaciones a las “hazañas fidelistas”, acudiendo al recurso cautivador de la religión católica con Dios y Cristo, a los que ha pedido mantenerse cerca de Fidel, así como a las ideas de un tránsito hacia la inmortalidad de aquel que ya no está.
Por supuesto, en Corea del Norte el Partido de los Trabajadores, la Asamblea Popular Suprema (Parlamento) y el Gobierno declararon tres días de duelo por la muerte del líder cubano que mantuvo fuertes vínculos con el régimen de los Kim.
El papa Francisco expresó su pesar y pidió la intersección de Dios y de la virgen, bajo su advocación como la Caridad del Cobre por el alma de Fidel Castro.
Los parlamentarios de El Salvador pretendieron rendir tributo a Fidel Castro con un minuto de silencio; pero su propuesta fracasó al ser sometida a votación. La petición formulada por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) apenas logró 32 votos de los 84 diputados del pleno legislativo. La mayoría prefirió hacerlo por las víctimas del accidente del avión cerda de Medellín, Colombia, que ocasionó la muerte de 71 personas. Ante la frustración, los diputados del FMLN aprovecharon el homenaje a las víctimas para gritar "¡Viva Fidel!" y levantar el puño izquierdo.
En contraposición con la rutina de los solitarios líderes latinoamericanos, muchos políticos y mandatarios del mundo se han pronunciado en contra del espectáculo que han armado los comunistas ante la muerte del dictador. En París, a petición del senador Claude Malhuret, representante de los Republicanos, ante la Cámara, se hizo un minuto de silencio, aunque no por la muerte del mandatario, sino por las múltiples muertes de las que el dictador ha sido responsable. “La Historia designará a Fidel Castro, junto a Stalin, Kim Il Sung o Pol Pot, como uno de los perseguidores más feroces de su propio pueblo”, afirmó Malhuret, quien se refirió además a los torturados y ejecutados, así como a la quinta parte del pueblo cubano en el exilio, miles de muertos en el mar, decenas de miles de vidas perdidas por la miseria y la malnutrición.
En Alemania, país que sufrió el efecto devastador del comunismo, solo fue recordado por una minoría de políticos de la izquierda, un partido postcomunista y varios disidentes socialdemócratas. Steffen Seibert, portavoz del Ejecutivo alemán, ha declarado: “La libertad de expresión, los derechos humanos de todas las personas y la democracia no eran prioridades en el pensamiento de Fidel Castro”.
Ambos países se han pronunciado en apoyar la democratización de Cuba, tratar el tema de los derechos humanos e impulsar a Cuba en su camino hacia la libertad definitiva y hacia un estado de derecho, coincidiendo con las propuestas del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, quien prometió que su Gobierno hará “todo lo posible para asegurar que el pueblo cubano pueda iniciar finalmente su camino hacia la prosperidad y libertad”. Igualmente hizo mención a sus robos, fusilamientos, opresión y sufrimiento de su pueblo, y lo calificó como un brutal dictador.
He dejado para el final, considerando el respeto que merece y por el mensaje verdaderamente profundo, aunque expresado desde la sutileza, las declaraciones que hiciera José Mujica al ser entrevistado por motivo de su presencia en La Habana: "El avance de la sociedad en sus valores y bienestar es el verdadero progreso. La verdadera revolución son los escalones que subimos no los gritos que pegamos”. (…) “Cuando digo igualdad no hablo de total homogeneidad como si fuéramos ladrillos, todos idénticos. No somos un producto de fábrica. Me refiero a igualdad de oportunidades. Siempre habrá quien logre más o menos. Eso es natural. Pero si hay desigualdad que sea generada por los esfuerzos propios, y no por levantarse sobre el lomo de los demás."
Así las cosas, ha transcurrido una semana llena de contrariedades entre los detractores y los defensores del dictador cubano Fidel Castro. Unos con visión hacia el futuro y desde una perspectiva optimista de reconciliación y de apertura democrática que favorezca el progreso de la isla, otros aferrados a los estáticos cánones, temerosos de ceder ante el urgente y necesario cambio.
De cualquier modo, lo esencial es que ya no está, dejó de existir. Su paso hacia la inmortalidad es dudoso, a pesar de que no podemos llegar al recóndito conocimiento de las leyes espirituales. La llegada de sus cenizas a Santiago de Cuba pone fin a un tenebroso capítulo de la historia de una nación que recién comienza a desprenderse de los males que le ha impuesto el sistema comunista.
albertorot65@gmail.com
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