Recientemente luego de haber leído "Yo sé matar, tú no" y el resto de lo relatado por el diplomático Ernesto Pinto Bazurco, recordé a cubanos que en 1980 participaron en los sucesos de la embajada peruana en La Habana con el propósito de salir de Cuba por causa de la terrible tiranía castrista. Finalmente ellos pudieron viajar a Perú, pero allá se encontraban repletos de dificultades y como si no fuera suficiente desde principios de 1991 un brote de cólera produjo una endemia en ese país. Entonces al yo pensar que la infecciosa enfermedad mucho les afectaba, aprovechando las facilidades de mi trabajo volé desde Miami a Lima con la intención de ayudarlos, aunque por supuesto no sería eficiente por mis múltiples limitaciones. Conocí a muchos y al regresar a la floridiana ciudad inicié una modesta campaña de información tratando de socorrerlos. Lo primero que escribí rápidamente lo publicó La Nación, un pequeño periódico local. La muy deteriorada copia original de ese artículo la transcribo para que nuevamente sea leída:
LOS OLVIDADOS DE PACHACAMAC. Por Alberto Gutiérrez Barbero.
A principios del mes de Mayo estuve en Pachacamac.
Ustedes se preguntarán ¿dónde está Pachacamac? y después de todo ¿a mí que me importa?. Muy bien. Para comenzar les informaré que Pachacamac es un sitio de ruinas incaicas intangibles que se encuentran en un zona triste y desértica a 30 kilómetros al sur de Lima, la capital de Perú. En fin nada que pueda interesar de manera sobresaliente, a no ser a los estudiosos de la arquitectura indígena de Sur América. Desgraciadamente eso no es todo.Muy cerca de las milenarias ruinas diariamente subsiste un grupo de exiliados cubanos que aún no han perdido la esperanza de emigrar a los Estados Unidos para reunirse con familiares y amigos más afortunados. ¿Quién no recuerda los sucesos de la embajada del Perú en La Habana durante la primavera de 1980, exactamente once años atrás? La mayoría de los cubanos que pudieron salir de nuestra patria oprimida por la tiranía castrista paulatinamente arribaron a los Estados Unidos desde otros países. Sin embargo estos pobres compatriotas aún permanecen en condiciones precarias, olvidados entre colinas de arena donde la falta de lluvia es casi absoluta. Yo visité sus humildes casas construídas por la ONU en un momentp de generosidad. Allí muchos me manifestaron sus ansias de venir a los Estados Unidos. Otros más sinceros me confesaron que a veces padecen hasta hambre. Como todos sabemos la república peruana, atrapada en un pantano socio-económico, está pasando momentos muy difíciles y las fuentes de trabajo cada día son más escasas. La Parroquia de Pachacamilla les facilita a los exiliados cubanos y a sus vecinos peruanos la asistencia que cristianamente es posible, pero la miseria impera allí. Afortunadamente pude comprobar que hasta el momento no existen casos de cólera, aunque se necesitan medicinas. Una rústica bandera cubana en una pared de lo que pudiera considerarse una sala casi traicionó mis emociones controladas, pero también me hizo pensar ¡No se han desteñido! ¡A pesar de todo llevan la madre tierra en el alma!. No es este el momento apropiado para revelar sus nombres. Son simplemente seres humanos, blancos y negros. Cubanos que como muchos otros han sufrido demasiado.
¿Hasta cuando vamos a ignorar este pequeño destierro dentro de nuestro gran exilio?
¿No podemos arrancar al menos unas cuantas páginas del inmenso volúmen de nuestro largo vía crucis?
Después recibí el soporte del Municipio de Pinar del Río en el Exilio. otros municipios, el Miami Medical Team y hasta en Radio Mambí expuse lo que había visto en Pachacamac, a donde regresé con donaciones de medicinas entregadas a un médico peruano que atendía a mis desdichados compatriotas.
En conclusion, algunos con patrocinadores lograron viajar a Estados Unidos y otros permanecieron en Perú más o menos condenados a las vicisitudes. Cordialmente,
albertogutierrezbarbero@comcast.net
|