Última ofrenda de Obama a la dictadura castrista. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Fort Pierce. Estados Unidos. Muchos han comentado sobre el tema. Unos desde la simplicidad de un breve y poco comprometedor marco formal introductorio para dar paso con inmediatez a las opiniones de los que andan en camino o los que pretendían partir; otros con extrema superficialidad por ser desconocedores de los móviles, procedimientos y consecuencias reales de los recientes sucesos – no todos reúnen los requisitos para ser denominados politólogos y analistas a pesar de sus pretensiones para una especulación estéril que muy poco aporta al esclarecimiento de los hechos- ;algunos desde la perspectiva del sensacionalismo “periodístico” que tanto gusta a multitudes que “comparten” hasta el cansancio lo “último que ha salido”.
No han faltado los que de manera inexplicable se muestran conformes con la eliminación de la polémica política de pies secos/pies mojados, y lo peor, desde las comodidades de la tierra de la democracia y las oportunidades les exigen a los cubanos de la isla una responsabilidad de lucha que ellos también eludieron y al parecer lo han olvidado; y por qué no, también están los grandes que con conocimiento de causa y perspicaz visión de futuro se han pronunciado de manera enérgica, y a la vez profunda, contra las acciones del hombre que nos ha decepcionado y que con sus bondades ha complacido demasiado al peor régimen de la historia en el mundo occidental.
Justamente, como ya he consultado algunos de los pocos escritos ejemplares pertenecientes a esta última modalidad – los que con verdadero sentido han interpretado la derogación de dicha política- es que he preferido no comentar hasta el momento acerca del suceso más difundido en los últimos días, solo superado por la muerte del dictador Fidel Castro y el triunfo definitivo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.
No obstante, en ocasiones guardar silencio puede ser sinónimo de indiferencia y en el peor de los casos de complicidad, y creo que ningún hombre, independientemente de la fe que profese, de su posición política y de su visión y concepción del mundo, puede permanecer indiferente ante un hecho que frena una de las pocas posibilidades que tenían los cubanos para evadir un régimen social que les persigue, los encadena y los ataca, y por tanto, si son perseguidos políticos a pesar de la percepción que muchos muestran acerca del verdadero motivo por el cual dejaron su patria.
Les guste o no a los que ya pudieron llegar a “tierra firme” y disfrutaron de todos los beneficios que el gobierno estadounidense ofrece a los cubanos emigrantes, la condición de perseguidos políticos es una realidad; aunque ahora se aspire a interpretar desde su posible punto débil como muestra de un despiadado egoísmo propio del “hombre nuevo” que también son, independientemente del lugar donde estén.
Es fácil desde la sombra y los pedestales organizar eventos, ofrecer entrevistas y charlas, y convocar a la lucha a aquellos que son reprimidos cada día por las fuerzas policiales de la dictadura comunista cubana.
Con la derogación de la política pies secos/pies mojados igualmente se frena la esperanza de millones de hombres que quieren salir de una miserable vida, no solo materialmente, sino en espíritu, y la posible proyección de metas alcanzables en un país donde se trabaja hasta el cansancio, en el que la rapidez del curso de la vida lo aísla a veces demasiado, pero donde tienen la oportunidad de realizarse de acuerdo a sus aspiraciones y posibilidades, algo que en Cuba resulta imposible.
Si asumimos que la complicidad es igual a estar de acuerdo, sería un absurdo en las circunstancias actuales, pensar que nos podamos solidarizar con el pronunciamiento de Barak Obama, exceptuando como es lógico a la cúpula de la dictadura cubana, posiblemente los únicos beneficiados, que ahora están celebrando su triunfo a solo unos días de un desfile militar en que gritaban consignas contra el presidente estadounidense que ahora les hace una nueva ofrenda.
Si bien las reacciones que han tenido lugar en torno al tema del hecho han sido contradictorias al extremo, la decisión del presidente Barak Obama lo es también. ¿Cómo ahora asume una actitud que perjudica a los cubanos, quienes son emigrantes en busca de un refugio como consecuencia de las acciones de un régimen dictatorial?
Recordemos que en septiembre de 2016, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, durante la septuagésima primera Asamblea General de dicho organismo, el máximo órgano de deliberación de Naciones Unidas propuso fijar la atención en importantes temas entre los que se destacó el desplazamiento de millones de personas como consecuencia de la violencia en el mundo.
Paralelamente a los actos de la Asamblea General, el 20 de septiembre de 2016, el Presidente de los Estados Unidos, acogió la Cumbre de Líderes sobre los Refugiados, en la que convocó a los gobiernos para que anuncien nuevos compromisos importantes en apoyo de los refugiados. Si bien la Cumbre Presidencial se enfocó principalmente en los refugiados, y no en los migrantes, la reunión de la Asamblea General abordó los grandes desplazamientos, tanto de unos como de otros.
En aquella ocasión Obama se refirió a los miles de necesitados que buscan refugio cruzando las fronteras como resultado de los males originados por dictadores y estados frágiles, comprometiéndose con el aporte de $50 millones de dólares para enfrentar los desafíos de los conflictos de migrantes y refugiados del mundo.
¿Qué le faltó pues a Obama para complacer todas las peticiones del tirano Raúl Castro? Muy poco. La eliminación de la Base Naval de Guantánamo, y la supresión del embargo económico, llamado por el régimen “bloqueo”, algo que premeditó – como también fue bien pensada esta acción, que no es resultado de una respuesta a la ligera de última hora; aunque lo parezca- e intentó concretar objetivamente; pero que al no depender solo de su voluntad, resultó irrealizable, de lo contrario lo hubiera hecho.
Lamentablemente, la despedida del hombre que puso a pensar a los cubanos de varias generaciones después de su sonado discurso en La Habana, y que pretendió descorrer el velo que durante décadas nos separó y nos mantuvo en el aislamiento, termina con la decepción de millones de hombres que tendrán que buscar a partir de ahora nuevas rutas; pero continuarán un éxodo indetenible que se ha mantenido por más de medio siglo, y ni derogaciones de leyes, ni cambios presidenciales, lo van a impedir.
VIDEP DEBAJO: Barak Obama se refiere a la eliminación de la política de pies secos/pies mojados.
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