José Martí. La necesidad de descubrirlo en su real dimensión. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Escrito especialmente para la página Cuba, democracia y vida.org a propósito del aniversario 164 del nacimiento del Apóstol.
Fort Pierce. Estados Unidos. Quienes se interesaron y estudiaron con profundidad la obra de José Martí durante la primera mitad del pasado siglo XX no fueron simpatizantes del socialismo, ni marxistas, ni ateos; sino verdaderos intelectuales y hombres librepensadores, de formación profundamente humanista.
Con esta orientación merece destacarse, al menos, la encomiable labor de tres prominente figuras de las letras, la historia y la filosofía en Cuba. Me refiero a Jorge Mañach, quien además de múltiples ensayos y valoraciones de la obra del maestro, nos dejó para la posteridad una de las más completas biografías de Martí, conocida como: “Martí el Apóstol”. La otra figura que profundizó en el pensamiento del autor de “Versos Libres” fue Medardo Vitier, autor de un texto ejemplar, digno de ser consultado y estudiado, me refiero a “Martí. Estudio integral”, una de las más extraordinarias obras de este tipo, premiado en el año del centenario martiano y publicado luego por la comisión nacional organizadora de los actos y ediciones del centenario y del monumento de Martí, libro que jamás ha sido editado en la Cuba comunista de la segunda mitad del siglo XX. El tercero de los investigadores es Don Isidro Méndez, de origen asturiano, aunque radicado en Cuba. A él debemos las primeras recopilaciones de citas organizadas por materias en diferentes temáticas, entresacadas de la obra martiana, en tiempos en que aún no se contaba con suficiente material publicado, así como, de un breve, pero valioso estudio biográfico, no a la altura del que nos dejara Mañach, pero si hecho con rigor y sinceridad.
De estos escritores estudiosos y amantes de la obra del Apóstol, solo es mencionado de manera ocasional Jorge Mañach, quien murió en el exilio. Lamentablemente no tuvieron la suerte de resultar hombres gratos para el régimen de La Habana, por lo que fueron sepultados para siempre a pesar de ser figuras paradigmáticas en relación con el conocimiento y la valoración de la enseñanza de José Martí.
No haber sido marxistas fue el pecado no solo de estas tres figuras prominentes, sino de muchos que también estudiaron la vida y obra de José Martí, algo que hemos de dejar bien precisado, pues se pretende promover la idea de que el interés por la ejemplar vida y enseñanza del maestro surge con el proceso revolucionario cubano a partir de 1959, lo que constituye otra de las falsedades del régimen. Los ejemplos que he citado, y otros que he omitido por razones de espacio en un breve escrito evocatorio a la figura del maestro en el aniversario de su natalicio, son pruebas más que suficientes para defender la idea de que nuestro José Martí fue estudiado profundamente antes de 1959 y recordado y admirado por miles de cubanos.
Un repaso de los grandes monumentos escultóricos que tratan de perpetuarlo a través de su imagen esculpida nos podrá dar la medida de esa adoración al extraordinario hombre-héroe cubano, y que con contadas excepciones, todas fueron hechas antes de 1959. No incluyo en mi observación los miles de rostros que de forma seriada han sido realizados con la finalidad de que cada centro educacional tenga un busto de Martí, solo me he referido a verdaderos monumentos escultóricos.
Así las cosas, la dictadura comunista cubana que se apropió de bienes ajenos, que censuró a la prensa y otros medios, que llevó al ostracismo a cientos de intelectuales librepensadores, también se apoderó del pensamiento del símbolo de la nación cubana.
Su líder histórico, como se le ha llamado en los últimos tiempos, en 1953, seis años antes de adueñarse de Cuba, y ocho años antes de convertirla en una nación socialista, marxista y atea, fue capaz de burlarse del más grande de los cubanos, del hombre más puro de la raza, como diría la poetisa y ensayista chilena Gabriela Mistral.
Al ser interrogado por motivo de haber dirigido las operaciones de los ataques terroristas a los cuarteles Mocada y Carlos Manuel de Céspedes, en el oriente de Cuba, en tono de burla fue capaz de responder a un abogado respecto a la autoría intelectual de los hechos, afirmando que había sido José Martí, lo que ha pasado a la posteridad como algo “extraordinario” que han utilizado para vincular la imagen del maestro con el más terrible dictador de la historia moderna en el hemisferio occidental.
Pero no solo hizo esta bochornosa declaración, sino que evocó reiteradamente en su autodefensa, durante el juicio del Moncada, la imagen de José Martí: “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo su fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol”!
Negar que el cruel dictador hubiera estudiado la enseñanza de Martí sería mentir. Sin duda, lo había hecho; pero al parecer no fue capaz de llegar a su esencia, de lo contrario no lo hubiera invocado tanto, por cuanto, hay diferencias abismales entre el pensamiento de ambos, aunque muchos de los fanáticos y serviles “estudiosos” del momento pretenden establecer y defender ciertos lazos entre ambos, lo que constituye una irreverencia hacia aquel que se inmoló por el bienestar de su amada patria.
“Preocupar a los pueblos exclusivamente en su ventura y fines terrestres, es corromperlos, con la mejor intención de sanarlos. Los pueblos que no creen en la perpetuación y universal sentido, en el sacerdocio y glorioso ascenso de la vida humana, se desmigajan como un mendrugo roído de ratones”. (Monumento a José Martí en Quito, Ecuador, foto cortesía del autor).
Una aproximación a una serie de concepciones políticas de José Martí, algunas expresadas en los estatutos del Partido Revolucionario Cubano, por el fundado, y otras tomadas de su extensa obra, nos permitirán descubrir su grandeza y su sentido humanista, aun en circunstancias cercanas a una guerra:
“La guerra es inevitable, es necesario vigorizar una guerra que no podemos evitar para acabarla pronto”. (Obras Completas. T. VIII. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Pág. 56. Carta a Ramón Emeterio Betances).
“Establecer discretamente con los pueblos amigos relaciones que tiendan a acelerar, con la menor sangre y sacrificios posibles, el éxito de la guerra y la fundación de la nueva república indispensable al equilibrio americano”. (Obras Completas. T. I. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Pág. 280. Bases del Partido Revolucionario Cubano).
“La guerra no ha de ser para el exterminio de los hombres buenos, sino para el triunfo necesario de los que se oponen a su dicha”. (Obras Completas. T. I. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Pág. 56. Nuestras Ideas. Patria).
“Esta no es la revolución de la cólera. Es la revolución de la reflexión. —Es la única forma, es la única vía porque podemos llegar tan pronto como nuestras necesidades imperiosas quieren, a la realización de nuestros brillantes y enérgicos destinos. —Que, en esto de lo porvenir, la meditación severa y el frío juicio desvanecen los fantasmas que forjan o el interés tímido, o la ignorancia pretenciosa, o el tembloroso miedo”. — (Obras Completas. T. XXI. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Pág.105).
Sus ideales sobre la democracia, la libertad, la dignidad, la grandeza del hombre, así como la misión de los gobiernos y gobernantes que podemos encontrar en sus obras resultan bien distantes de los aberrantes conceptos del caduco socialismo modificado que persiste en Cuba:
“Un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos; empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevos, alza e informa conceptos de vida radicalmente opuestos a la costumbre de servilismo pasado, a las memorias de debilidad y de lisonja que las dominaciones despóticas usan como elementos de dominio sobre los pueblos esclavos. Tienden las clases orales a un altísimo fin: las Repúblicas se hacen de hombres: ser hombre es en la tierra dificilísima y pocas veces lograda carrera”. (Obras Completas. T. VI. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Pág. 209).
“La política oportunista, como ahora se llama, pretendiendo erigir en especial escuela lo que no es más que el predominio del buen sentido en la gestión de los negocios públicos, —la política oportunista que no consiste en esperar, ciegamente y a pesar de todo, sino en no impacientarse cuando hay derecho a tener esperanzas, —no puede ser el loco empello de fingir esperanzas allí donde no hay razón alguna que las alimente o autorice. La libertad cuesta muy cara, y es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”. (Obras Completas. T. XXI. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Pág. 106).
Tratar de descubrir su grandeza a través del estudio de su colosal obra es pues nuestro deber. Mientras que las multitudes son forzadas en días como hoy a marchar por las calles y plazas de Cuba como respuesta a una convocatoria hecha por la Unión de Jóvenes Comunistas, quienes premeditadamente elaboran consignas y pancartas, y de manera particular, este 28 de enero intentan consolidar los inexistentes lazos entre el noble héroe cubano y el tirano que recién se les ha muerto, otros podemos hacerle la contrapartida a través del estudio y la profundización de su enseñanza.
Pronto volveremos a evocar a Jorge Mañach, a Medardo Vitier, a Don Isidro Méndez y a todos los que hicieron perdurar la figura y la obra del maestro. Un José Martí despojado de las temibles influencias de un régimen que ha pretendido tergiversar su pensamiento podrá ser presentado a las generaciones que lamentablemente crecieron sin poder apreciarle en su real dimensión.
El hombre que se interesó en los conceptos de negación de límites para nuestro universo, en la posibilidad de existencia de vida en otros mundos, en la reencarnación y en la preexistencia y postexistencia del alma, en la inmensidad de un Dios Creador de todo lo existente, en la utilidad de la virtud y en el mejoramiento humano, es el mismo que unificó a los cubanos desde el exilio para asumir con decoro el deber en la contienda del final de siglo diecinueve, y también el que hizo juicios críticos severos sobre el socialismo como sistema social y modelo económico.
Presentarlo sin mutilar ninguna de sus facetas y sin tergiversar su legado es la mejor manera de honrarlo siempre, pero de manera especial en días como hoy que recordamos su advenimiento a la existencia y su paso terrenal por nuestra oprimida patria.
Nota aclaratoria: He tenido la precaución de poner entre paréntesis –algo que no es habitual en este tipo de escritos- las fuentes exactas con la indicación de sus tomos y páginas para que el lector pueda consultar con facilidad el escrito en su totalidad y en su contexto.
albertorot65@gmail.com
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