Criminalizar las inconformidades y no sus causas: el conflicto del tabaco continúa en Mayarí Por Osmel Ramirez Alvarez Diario de Cuba 25 de Mayo de 2017
Criminalizar el hecho de hacer públicas las inconformidades, y no las causas de estas, parece ser la fórmula que siguen las autoridades ante el conflicto entre productores de Mayarí, Holguín, y la estatal Cubatabaco por los injustos pagos de las cosechas.
En anteriores artículos, he narrado la situación adversa en que nos encontramos los productores por el precio del llamado "tabaco afectado" o de tercera, una clase completamente útil y comercial, que genera pingües ganancias a Cubatabaco, pero es pagado como basura, a un tercio de su costo de producción.
La situación ha empeorado porque el volumen de esa clase de tabaco se incrementó en la última cosecha debido al efecto adverso de una misteriosa e inevitable afectación llamada "mancha verde".
Los planteamientos de la cooperativa de productores ante a directivos y técnicos de la empresa estatal han sido en vano, nada fue canalizado. El acuerdo de la Asamblea de Asociados de no vender el tabaco hasta que se resolviera el problema del precio injusto, fue violado por todos, comenzando por la presidenta de la cooperativa, que se siente más representante de los intereses estatales que de los intereses de los campesinos.
En medio de esta situación polémica, corrió el rumor de que finalmente las autoridades se estaban tomando en serio el problema del precio. Lamentablemente, no fue por el hecho, más que suficiente, de que el pago ha sido injusto, sino por la repercusión de los artículos sobre el tema publicados en medios alternativos.
La Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), que debería detectar cualquier injusticia con los campesinos y luchar por su solución, por supuesto que no lo hace, a pesar de que los productores sostenemos la organización con gravámenes a nuestros ingresos.
Entre la dirección municipal de la ANAP y la de la cooperativa manejan "el problema de Osmel Ramírez", no el problema del precio injusto. Son cautelosos porque saben que estoy en defensa de una queja colectiva y cualquier acto en mi contra me daría protagonismo.
Finalmente, hasta mi casa llegó a mediados de mayo una comisión para analizar mis artículos sobre las inconformidades con el precio de la cosecha. Estaba integrada por el director de la empresa de tabaco en el municipio, el director adjunto a nivel provincial, la subdirectora agrícola a nivel provincial y el asesor jurídico al mismo nivel. Todos muy amables y receptivos.
Fue un intercambio acalorado, pero respetuoso, en el cual las incongruencias iniciales fueron transformándose en consenso tácito. "¿Consideran ustedes que el precio de 292 pesos por quintal de tabaco de tercera es justo, sabiendo que representa solo el 30% del costo de producción y que el producto proporciona miles de pesos de ganancia?", fue mi pregunta.
Primero trataron de dar vueltas al asunto para camuflar su verdadera esencia, pero terminaron aceptando la realidad y prometieron canalizar esta insatisfacción, que ellos insistieron en llamar "problema" y yo "injusticia". Les aseguré que continuaría luchando por nuestros intereses.
Defendí mi derecho a escribir libremente sobre la realidad que me rodea y publicarlo en internet. No hubo cuestionamientos manifiestos por parte de ellos. Resalté mi apego a la más estricta ética de escribir honestamente y siendo fiel a los hechos.
Minutos después del encuentro, llegaron hasta mi casa varios campesinos. Uno de ellos, por casualidad, se había acercado en medio del diálogo y avisó al resto. Querían saber sobre lo ocurrido y, para mi sorpresa, sabían de mis artículos, porque los rumores han circulado ampliamente.
Claro que no navegan por internet, pues es algo ajeno a la mayoría del pueblo por el precio de boutique en los puntos WiFi. El que lo hace, generalmente es para hablar más barato por IMO o revisar Facebook, no para leer noticias y mucho menos artículos. Por ello es fácil desvirtuar y estigmatizar cualquier cosa que se publique y lograr asustar a mucha gente. Pero este tema es muy sensible porque afecta los ingresos vitales de miles de familias y engorda las arcas del Estado con ganancias inmerecidas.
Aún está por discutirse nuevamente esta problemática en una reunión de la cooperativa y, aunque la batalla parece muy difícil de ganar, es ya un deber luchar por un precio justo para todo el tabaco que cosechamos.
Estamos obligados por ley a negociar con Cubatabaco, la única empresa de su tipo existente en el país. La alternativa que tenemos es convivir en deshonrosa complicidad con la injusticia. Es una opción que no podemos considerar; por tanto, el conflicto continúa.
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