El futuro de Américalatina depende de Venezuela. Por Carlos Díaz Olivera.
Los jóvenes que se baten en las calles por Venezuela, están decidido a librar las batallas necesarias por librar al país de la sanguijuela Castro-Madurista que día a día hace aumentar las muertes por asesinatos en los campos santos de Venezuela.
La tierra venezolana a parido a esos llaneros del llano y del asfalto, que sin temor y con esa grandeza heredadas del lbertador de América, ponen sus pechos a los perdigones asesinos de una dictadura criminal que tiene sus raíces allá en la Habana desde donde emiten los dictados a seguir en Venezuela, que no le importa el coste de los mismos. Parece ser que el pseudogeneral de alma y estrellas rosadas, presiente que en Venezuela se está jugando la suerte de su doctrina fracasada y que como las fichas del dominó cuando de manera torpe se caen en carambola inevitable, también le llegará su fin, y pronto.
Estos cerebros de la estrategia insolente, prepotente y criminal, desarrolladas en oficinas con aire acondicionado y mapas, que llevan a la acción criminal de los verdugos foráneos, invasores y asesinos que los falsos generales de generales sin guerras, o con guerras perdidas por todas las latitudes donde se enfrentaron, no a un joven con un violín en la mano, sino a pueblos que pelearon como leones y con armamentos similares a los de su malcriada e ignorante tropa.
Venezuela no es Cuba, su territorio e historia se alzaron ante el invasor español y allí en tierras americanas les inflijó la gran derrota a la colonización, la misma que le infligirá a la colonia que manda el general rosado de estrellas.
El destino de Américalatina depende de la derrota que por segunda vez le inflija Venezuela a la metrópoli cubana, corazón y cerebro del mal americano.
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