LA SALUD EN LA CUBA SOCIALISTA, EL OTRO LADO DE LA MONEDA. /Primera parte/. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Naples. Estados Unidos. “Los países con el mejor sistema de salud de América Latina” es el título de un interesante escrito que el medio Infobae ha publicado recientemente. En dicho escrito se insiste en la idea de que distintos modelos sanitarios, incluso contrapuestos, han obtenido resultados buenos -y hasta de excelencia- en la región; garantizando una baja mortalidad y una mayor esperanza de vida. Estos dos elementos considerados con justicia como indicadores de salud, esto es, como categorías de carácter universal, las que manejadas por expertos y académicos, previo consenso, ofrecen la medida del estado de la salud de una nación determinada o de un territorio, y del funcionamiento eficaz o no de su sistema de salud.
Al considerar la esperanza de vida de la población Chile ocupó el primer lugar, por cuanto sus habitantes viven como promedio 80 años, dato que obtuvieron según las publicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En segundo lugar, con 79 años como promedio, se encuentran Colombia, Costa Rica y Cuba. Al analizarse la mortalidad infantil, el primer puesto lo ocupa Cuba, pues según la OMS, la probabilidad de morir antes de los cinco años es de 6 por cada 1.000 nacidos vivos. En segundo lugar está Chile, con 8, y luego Costa Rica, con 10.
A estas cifras añado la más reciente de mortalidad infantil en Cuba, la que se comportó en 4.3 por cada mil nacidos vivos al finalizar el año 2016, y de manera sorprendente al concluir el primer semestre de 2017 se encuentra en 4.1 por cada mil nacidos vivos, la más baja tasa de su historia, según los últimos datos divulgados por medios oficialistas de la isla caribeña.
FOTO ARRIBA: Gráfica que ilustra el comportamiento de la esperanza de vida en los países latinoamericanos según el reporte de Infobae asumido de los datos referenciales de la OMS. Obsérvese el segundo lugar que ocupa Cuba en este indicador de salud. (Fuente: Infobae).
Se analizan otros aspectos como los costos de los servicios médicos, la accesibilidad a la atención, la capacidad de los directivos, entre otros. No obstante, e independientemente del carácter imparcial de dicha información desde el punto de vista político, resulta significativo que se insista en los resultados de naciones como Chile y Cuba que tienen sistemas políticos y modelos económicos completamente diferentes, de hecho, se hace referencia a la ausencia de libertad y a la falta de democracia de Cuba, la que de manera paradójica exhibe la mejor tasa de mortalidad infantil de la región a pesar de su marcado atraso económico y de la oleada de profesionales de la salud hacia otras naciones, ya sea por concepto de colaboradores médicos como parte de los convenios del régimen cubano, o por el gran éxodo de sus médicos como vía para establecerse por sus medios en otros países.
FOTO ARRIBA: Gráfica que ilustra el comportamiento de la mortalidad infantil en los países latinoamericanos -según el reporte de Infobae asumido de los datos referenciales de la OMS- en la que se resalta el primer lugar que ocupa Cuba. (Fuente: Infobae). Pero estos resultados vistos fríamente, y desconociendo la amplia gama de elementos que se deben considerar para poder evaluar de manera integral el estado de salud de una población determinada, pueden ser motivo de una falsa apreciación. Dentro de estos indicadores deben considerarse los resultados de otros parámetros, como tasa de crecimiento media anual de la población, tasa de fecundidad, esperanza de vida al nacer, mortalidad materna, embarazo precoz, bajo peso al nacer, índice de enfermedades transmisibles, control de natalidad, comportamiento de enfermedades crónicas, índices de suicidios, entre otros, los que unidos al desarrollo de programas de prevención y control de enfermedades, así como a acciones de promoción de salud, determinan el verdadero estado de bienestar de una nación.
De modo que resulta superficial hacer declaraciones acerca del estado de salud de las naciones considerando solo unos pocos parámetros. La mortalidad infantil y la esperanza de vida -independientemente de su importancia- por sí solos no determinan la calidad de la salubridad de un país determinado o de una región.
La célebre frase “no solo de pan vive el hombre”, resulta aplicable a la idea de que una nación -refiriéndome al caso particular de Cuba- no solo se sostiene mostrando parcialmente algunas cifras; y por el hecho de que estemos en desacuerdo con su sistema político y en contra de su gobierno dictatorial no podemos omitir, aunque si precisar, que solo se exhibe ante el mundo lo que resulta conveniente y se oculta aquello que pudiera ir en detrimento de una imagen que desde hace décadas pretenden vender al mundo, no solo como elemento científico y social, sino con una marcada proyección política. Téngase en cuenta que cada acción de salud de un galeno cubano -en aquellos países en los que participan como colaboradores- lleva implícita otra de carácter político consistente en una propaganda de la llamada revolución cubana.
La gratuidad de sus servicios utilizada sobremanera por la propaganda comunista carece de sentido, toda vez que numerosas naciones del mundo tienen sistemas de salud que garantizan una asistencia médica totalmente gratis y de una excelente calidad, y otras que independientemente a los servicios privados ofertan una esmerada atención en el llamado sector público, además de los sistemas de ayudas y de asistencia a los más desposeídos.
Cuando cursaba los estudios universitarios en Cuba tuve que estudiar, junto a las asignaturas propias de mi carrera, Filosofía Marxista, disciplina de obligatorio cumplimiento que de de manera premeditada se incorporaba desde el noveno grado en la enseñanza básica, todo el bachillerato, y los dos primeros años de la universidad, suficiente para adoctrinarnos en un acérrimo materialismo y una “concepción científica del mundo” acorde a los principios supuestamente socialistas impuestos por el dictador Fidel Castro cuando recién comenzaba la revolución cubana por el liderada.
En dicha asignatura se trataba el tema de las necesidades espirituales, o sea, aquellas que más allá de lo material -alimentarse, vestirse, tener vivienda, salud, etc.- resultan un complemento para mantener un estado de equilibrio en el hombre. Entre dichas necesidades se cuentan leer, ir a teatros y museos, ver películas, escuchar música, entre otras cosas, que nos permitan el entretenimiento y la distracción.
En este sentido, la mayoría de los cubanos carecen de las posibilidades mínimas de distracción y de entretenimiento, es decir, algunas de esas necesidades espirituales de las que han hablado hasta los marxistas, amén de las condiciones mínimas de alimentación tanto desde el punto de vista cuantitativo como de su calidad, o de las múltiples libertades necesarias para poder llevar la vida con una mejor perspectiva y un verdadero sentido.
Esto debe ser parte también de las preocupaciones de los gobiernos de todas las naciones. ¿De qué vale el esfuerzo por mantener el bajo índice de muertes de infantes por cada mil nacidos vivos en una nación si con el transcurso de los años muchos jóvenes y adolescentes, los que se supone fueron protegidos por el sistema de salud, caen en estados de depresión que los conduce en ocasiones al suicidio ante la frustración, justamente por la incapacidad de poder suplir esas necesidades espirituales?.
Las cifras de mortalidad infantil y las de esperanza de vida son tan solo una cara de la moneda. ¿Acaso se conoce la contrapartida de estas cifras que tanto admiran en el mundo? Tal vez se conozca poco que Cuba tiene uno de los más altos índices de suicidios en el mundo, o que está entre las naciones del orbe con mayores índices de embarazo en la adolescencia, así como con un lugar elevadísimo de acuerdo a la cantidad de abortos que cada día son realizados, o de sus altos índices de alcoholismo, y el incremento marcado de enfermedades transmisibles como el dengue, el zika, y la aparición de otras inexistentes por décadas como el cólera, o la tuberculosis, que se ha mantenido de manera casi silente, pero siempre acechando a ciertos grupos poblacionales de alto riesgo.
Continuará...
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albertorot65@gmail.com
Publicado originalmente en /Cubanálisis/.
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