¿Qué tan verde, es el verde esperanza?. Por Marta M. Requeiro Dueñas.
La impresión que se tiene del entorno que nos rodea es muy importante. Es sabido que pintar de blanco una habitación de pequeñas dimensiones nos da la sensación de que es más amplia y luminosa. Algo así pasó cuando la Revolución Cubana triunfó en 1959 con Fidel al frente, muchos cubanos, entre ellos mis padres, que aspiraban a ver en el país una reestructuración, una "remodelación" general sobre todo en el ámbito político. Vieron en ese hecho histórico significativo "el blanco" que iluminaría sus ilusiones, ampliaría sus horizontes, y les iba a dar mayores y mejores posibilidades de vivir una vida plena acordé a su estatus de ciudadanos comunes.
Si bien es conocido que al principio algunas cosas sí fueron meritorias, como la alfabetización por ejemplo, y que en algún porciento algunas reformas y procesos mejoraron la vida de muchos, también es sabido que ese "blanco inmaculado" del que se pintaron las promesas fidelistas del comienzo de la gesta revolucionaria se fue volviendo gris con pespuntes negros a medida que se fue corrompiendo el poder y se fue volviendo omnipresente, omnipotente, ya tras más de medio siglo de una inmerecida dictadura para el pueblo indefenso y desarmado, después de conocer y sufrir en carne propia, de las vicisitudes por las que el llamado cubano de a pie pasa para sobrevivir en ese pedazo de tierra llamado patria, es sabido y ha quedado demostrado que de ese blanco de ilusión no queda nada.
Por eso, ahora si me preguntaran si creo que el "verde esperanza", el "verde de mejor porvenir" del que pretende pintarse la imagen de Cuba con la puesta en escena de la figura del nuevo "presidente", hecho que hace un tiempo se creyó impensado, peso que recae en el Sr. Miguel Díaz-Canel, elegido a dedo por su predecesor Raúl Castro (porque sabemos que así son las elecciones en Cuba, todas provenientes de las del "poder popular")y viendo además que el nuevo jefe de gobierno ha sabido lidiar y moverse en la élite de la cúpula castrense de la isla, si esto será sinónimo de cambio real o se mantendrá todo como tal.
Si todo realmente cambiará a partir de este simulacro de cambio, sí todo a partir de ahora será para mejor, si todo será distinto, sí habrá más posibilidades de apertura al mundo, de conectividad, de transparencia y de confianza en el nuevo mandatario que liderará al país y a los cubanos..., si me preguntan si ese verde mantendrá su viveza y lozanía.
Si me preguntan... no me quedará más remedio que decir: ¡Esperemos que así sea! Porque al fin y al cabo, después de todo, la esperanza es lo último que se pierde.
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