Rechazo en Ecuador hacia las comunidades de cubanos y venezolanos. Por el Doctor Michel Larrondo.
Quito. Ecuador.- Una vez más me veo obligado a denunciar la mayor campaña xenófoba que he visto en los últimos tiempos. Solía ser esta solapada y discreta, pero hoy ya sucede a viva voz. Hace unos tres años comenzó la cubanofobia en Ecuador. Sin embargo la mayoría de cubanos se fueron, lograron irse de alguna u otra forma del país; y ahora, con la llegada masiva de venezolanos, se ha reactivado la campaña mediática ya no tan subliminal.*
Por suerte no son mayoría los que rinden culto al odio a los extranjeros. Sí, eso significa xenofobia señores: odio. Gracias a Dios los que odian no son mayoría, sin embargo, paradójicamente, siguen siendo muchos los que no soportan a alguien diferente, los que no logran adaptarse a un acento o vestimenta diferente, a personas con costumbres y hasta con chistes diferentes.
Ya no basta con letreros anti extranjeros o anti costeños (regionalismo), ya incluso no basta con estereotipos y exclusiones laborales, "la lucha continua", no se conforman con nada, ahora quieren motivar a los que nunca se lo han planteado, a odiarnos y a excluirnos aun más, ahora ansían deportaciones masivas, (crimen de lesa humanidad), cerrar fronteras peor que la Unión Europea o los Estados Unidos de América, no quieren siquiera que sus coterráneos le compren unos pocos dulces, que venden los venezolanos en los buses, para poder sobrevivir sin robarle a nadie, hasta les molesta a algunos vendedores nacionales , que los productos de los extranjeros sean higiénicos, más baratos y en presentaciones agradables a la vista del consumidor.
Les carcome a muchos médicos nacionales que los médicos extranjeros tengan carisma, sonrían y sean amables con los pacientes, les insulta a muchos intelectuales, ver a un foráneo dirigiéndolos u ocupando un puesto superior.
Nunca generalizo, no quiero que la gente buena se ofenda con esto, pero alguien tiene que llamar a las cosas por su nombre, no es un tema agradable, tengo muchos amigos nacionales, de hecho la familia que conformo con mi esposa e hijas es cubano-ecuatoriana; pero ya se está volviendo tenaz la convivencia, desde miradas en la calle que destilan odio, hasta puertas cerradas solo por ser extranjero.
Les pido de la manera más humilde en nombre de tanta gente desprotegida, que viene huyendo de los males del socialismo. No nos teman, siéntanse seguro de sí mismos, de su conocimiento, de sus encantos, de los dones que Dios le dio. El sol nace para todos.
Ustedes han sufrido crisis económicas y se han visto obligados a emigrar, han tenido dictaduras, pero jamás han conocido el comunismo, la peor miseria del comunismo no es la pobreza intrínseca que supone, es el culto al odio entre hermanos, es la ausencia de Dios en nuestras vidas.
11 de mayo de 2018. Quito. Ecuador.-
*Según estadísticas del Ministerio del Interior, que controla los puntos migratorios, entre enero del 2017 y enero del 2018, ingresaron a Ecuador 350.490 venezolanos, pero en ese mismo periodo salieron 279.517. Es decir que ocho de cada diez venezolanos que arribaron al país no se quedaron aquí. Ecuador es un país de paso para los migrantes venezolanos. Las estadísticas también reflejan que la mayoría de estos migrantes se transportan por vía terrestre. El 81% de venezolanos que ingresaron al Ecuador lo hicieron por el puente de Rumichaca, en la frontera con Colombia. Asimismo, el 72% de esos migrantes abandonaron el país por Huaquillas, en la frontera con Perú. Por eso allí también hay fuerte presencia de venezolanos saliendo. (Fuente El Universo, diario ecuatoriano).
Imagen debajo: Una muestra más que convincente del grado de xenofobia de los ecuatorianos hacia sus semejantes, principalmente de las comunidades de cubanos y venezolanos. (Cortesía de Michel Larrondo).
*Un comentario a modo de epístola. Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Estimado compatriota, hermano y colega Dr. Michel Larrondo.
Ya sabes que diariamente me siento a escribir. Siempre tengo nuevas ideas y muchos proyectos, algunos se llegan a concretar como acto y aparecen entonces en medios como Cubanálisis, Patria de Martí, Baracutey Cubano, Cuba libre digital, Triangulando, y como es lógico en Cuba, democracia y vida, que es como mi casa, medios que considero serios y dignos de que aparezcan las cosas que escribo. Me aparté de otros por ser demasiado sensacionalistas y poco profundos, en los que ya mis escritos dejaban de tener su lugar al apartarse de sus “normas”, hechas para complacer a mayorías en las que funciona más el aspecto emotivo que el intelectual, y en los que el poder de análisis y reflexión, al parecer quedó bloqueado.
También me aparté de redes sociales y de grupos. No los critico, ya sabes que soy un hombre de las montañas y de los volcanes y nevados, pero jamás alguien que ataca y critica menospreciando lo que otros creen que pueda ser de utilidad y donde se encuentran representados y reconfortados. Se trata de ciertos principios éticos que he seguido a través de mi vida.
En esencia, me resulta demasiado chocante que personas que deben tratarse como hermanos se insulten, se ofendan y se critiquen continuamente dejando a un lado la gran oportunidad que ofrecen los medios de la información actual para denunciar los grandes males que afectan a la humanidad.
Como cada vez es más evidente esos deseos enormes de sobresalir, de ganar un protagonismo y de conquistar ciertos peldaños – algo que percibo en muchos de los que comentan y comparten, como se dice ahora–, y lamentablemente esto se hace con premeditación y alevosía utilizando el matiz social y político, el que dejan en su segundo lugar para preponderar su individualismo y su personalismo, aunque para esto tengan que agredir a su semejante o criticar desde la distancia a otros que, con sus defectos y limitaciones, pero también con sus virtudes y sus méritos, han permanecido en su patria sufriendo directamente los embates de un régimen dictatorial que los humilla y los autoaniquila cada día.
Así las cosas, ya no me veis en comentarios, en “me gusta”, ni en “compartir”. Como tampoco han vuelto a ver mis escritos, los que son publicados y elogiados en los medios que antes cité, aunque ignorados por las multitudes que se dedican a compartir, comentar y dar like, amén de lanzar sus oprobios con frecuencia contra el prójimo y escribir las palabrotas más infames tan comunes en el vocabulario del hombre nuevo que tanto promocionó el Che Guevara.
Esta fue mi decisión, aunque desde el silencio creo estar haciendo algo mucho más útil que perder miserablemente el tiempo metido de lleno en las llamadas redes sociales y en grupos, estos últimos carentes de sentido cuando no se ha logrado interiorizar el concepto de fraternidad y de unidad que por ley deben reinar en toda agrupación.
No obstante, hace solo unos días di mi criterio sobre el hecho de estar difundiendo en un grupo una petición para la aprobación de la pena de muerte en Ecuador, lo que originó cierto descontento al entrar en contradicción con la propuesta de los defensores de dicha sentencia. Cuando comprendí que había resultado chocante que yo – al igual que José Martí a quien asumo como guía y referencia para todos mis actos, incluido un poco de vino y algún amorío, suponiendo que esto fuera cierto– me opusiera a la pena de muerte guardé silencio e hice mi retirada con la misma sutileza con la que entré en la polémica.
Pero ahora me veo en la necesidad y el deber de acercarme a un comentario del cual eres autor. Te confieso que desde hace varios años he guardado en silencio – tal vez por aquello de los principios éticos a los que ya me referí– mis opiniones respecto al tema de la xenofobia, la discriminación, el desprecio, la incomprensión, la prepotencia, la indiferencia, la ignorancia, la maldad, y otros tantos calificativos negativos que caracterizan a miles de ecuatorianos.
Como muy bien has expuesto esto no puede generalizarse; pero tampoco podemos pecar de ingenuos y decir que se trata de hechos aislados. Bien sabes, al igual que yo que también viví en Ecuador y estuve por otros países de América, incluido Estados Unidos, que somos víctimas del mayor desprecio por parte de muchos ecuatorianos, los que llevan en lo más profundo de su alma aquel sentimiento de frustración, de inferioridad, y de sumisión por reconocerse como indígenas, algo que ellos no quisieran toda vez que su racismo extremo los hace renegar de lo que son.
Sabes perfectamente que entre ellos se discriminan. Los de la sierra desprecian a los de la costa y a los del oriente. Los del oriente o la amazonía no se llevan con los de la sierra. Creo que el hecho de que en Quito, Riobamba, Cuenca, Ambato y otras urbes importantes no se vean negros, y estos quedaran totalmente aislados en la provincia de Esmeraldas, y que de manera muy particular en San Lorenzo, en la zona fronteriza con Colombia, prácticamente toda su población sea de la raza negra, es un hecho que nos puede dar la medida de ese desprecio racial que resulta inconcebible en pleno siglo XXI.
¿Cómo es la composición racial del gabinete de gobierno y de la Asamblea Nacional? ¿Cuántos líderes afrodescendientes o indígenas propiamente dichos dirigen centros de enseñanza, instituciones hospitalarias, colegios de abogados, etc.?
Entonces no esperes que acepten a un cubano, a un colombiano o a un venezolano. Sería pedirles demasiado. No les interesa que el pueblo venezolano esté sufriendo amargamente las consecuencias de un régimen dictatorial y sanguinario, como también son indiferentes al sufrimiento de los cubanos, que es cierto que invadieron su territorio – y tú y yo también sabemos cómo son algunos cubanos, muchas veces sobrepasando ciertos límites, violando normas de conducta, e imponiendo criterios en otras naciones–, el que muchas veces fue utilizado solo eventualmente para proseguir una larga y peligrosa travesía por intrincados parajes selváticos de Suramérica hasta llegar a Panamá, y desde allí seguir rumbo a Estados Unidos.
He visto imágenes muy recientes de las fuerzas policiales ecuatorianas agrediendo a nuestros hermanos venezolanos que venden sus productos para sobrevivir en medio del caos en que se ha convertido sus vidas. También estuve muy al tanto de todo y reporté al mundo todo el acontecer de los hechos protagonizados por cientos de cubanos hace alrededor de dos años, y que terminaron con el brutal ataque de la policía quiteña por órdenes del dictador Rafael Correa en combinación con la dictadura cubana, y bajo los auspicios de la propia embajada cubana y el inescrupuloso apoyo de organizaciones como ACURE.
¿Qué hubo detrás de todo esto, independientemente de las órdenes del gobierno de Correa? Odio brutal, racismo desmedido, sentimientos vengativos, y esas ansias de actuar siempre por la fuerza, algo tan arraigado en una nación con altos índices de criminalidad, donde cada día tienen lugar en ciudades como Guayaquil – la más poblada y de mayor desarrollo industrial– algún asesinato, un secuestro, una violación, un femicidio, o un robo, cuyos protagonistas no son cubanos, ni venezolanos, sino ecuatorianos de pura cepa.
Michel te confieso que en Estados Unidos de América los nacionales me trataron con amabilidad y con respeto. En Colombia –cuna de violencia y de grandes conflictos– andaba por las calles de Medellín con mucho cuidado y siempre con el temor que inspira una urbe tan sui generis, pero no me pasó nunca nada. Acá en Tenerife jamás he presenciado una escena de violencia ni de discriminación. Nunca me han asaltado ni robado en ningún sitio del mundo; pero en Ecuador perdí mis gafas de sol, todo parece indicar que un niño indígena por órdenes de su delincuente madre fue quien se apropió de ellas. Lo robado carece de valor, no tiene importancia alguna, pero me refiero al hecho, a la idea de que sus autores fueron ecuatorianos, no venezolanos, ni cubanos.
Terminas tu mensaje con un matiz de cierta religiosidad que me imagino practiques, al menos, desde la perspectiva de hacer el bien, de ser honesto, y un hombre sincero – como diría nuestro colosal hombre de Dos Ríos–. Ya sabes esa idea de la religión que se tiene por esos lejanos parajes andinos –no es tan diferente en otros sitios–. Odian al prójimo de lunes a sábado y el domingo se van a misa, y si son de las sectas protestantes pues muchas oraciones para comunicarse con su Diosito antes de cenar – que allá le llaman la merienda– y luego a desear que deporten a los migrantes que le ocupan su territorio, a humillar al prójimo – como yo lo presencié in situ, y a negarle posibilidad de trabajo para el sustento a aquellos que intentan sobrevivir.
Tu comentario es digno de ser colocado bien alto en cualquier parte. Siempre habrá quien te apoye y también quien te ataque. Tu sinceridad es envidiable y tu profundidad queda más que demostrada cuando concluyes afirmando que “la peor miseria del comunismo no es la pobreza intrínseca que supone, es el culto al odio entre hermanos, es la ausencia de Dios en nuestras vidas”.
Ellos no saben nada de socialismos, capitalismos, ni comunismos. Jamás tuvieron un socialismo propiamente dicho en Ecuador, aunque el cínico de Rafael Correa se empeñara en afirmarlo en todas partes. El llamado socialismo del siglo XXI que cual mortífera plaga se difundiera hace unos años por varios países de Latinoamérica tuvo sus peculiaridades muy sui generis en la nación andina. Esto ya lo he tratado en otras partes y se sale un tanto del contexto y de las pretensiones de mi comentario.
Cuando percibimos tanto odio y tanto rencor acumulados es difícil experimentar esa fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud, en las que si confió nuestro José Martí, y que lamentablemente, su brevedad por estos mundos no le permitió llegar ver.
Tal vez si no hubiera vivido tan de cerca y experimentado directamente esos sentimientos discriminatorios y ese injustificado odio hacia su semejante por parte de aquellos que hacen de la patria de Eloy Alfaro un calvario, hoy estuviera junto a ustedes tratando de ser útil y sirviendo a aquellos niños pobres que limpian zapatos y venden frutas y huevos por las calles de Quito para ganarse la vida, y que en aquella adversidad, y a modo de coraza, en un futuro serán los nuevos hombres que discriminen a su semejante.
Ellos no son culpables, no somos quienes para juzgarlos, pero es bien duro compadre….
Mayo 12 de 2018. Santa Cruz de Tenerife. España.-
albertorot65@gmail.com |