Con López Obrador la izquierda se impondrá en México. Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Este domingo 1 de julio tendrán lugar en México los esperados comicios en los que se elegirá al Jefe de Estado y de Gobierno de México, electo por única ocasión para un periodo de cinco años y diez meses sin posibilidad de reelección, 128 senadores como miembros de la cámara alta del Congreso de la Unión, lo que significa que 96 sean elegidos en elecciones por estado, esto es, tres senadores electos de manera directa por cada estado de la República y 32 electos por representación proporcional a partir de una lista nacional por partido. Todos por un periodo de seis años a partir del 1° de agosto del 2018 con posibilidad de reelección por un periodo adicional, así como 500 diputados federales como miembros de la cámara baja del Congreso de la Unión, de los que 300 serán elegidos por mayoría simple y 200 mediante el principio de representación proporcionada a partir de cinco listas regionales por partido. Estos últimos electos para un periodo de tres años a partir del 1° de agosto del 2018 con la posibilidad de reelección por hasta tres periodos adicionales.
Este 27 de junio fue el último día fijado como tope para el fin de campaña electoral, amén de que fuera el último día para que las encuestas de intenciones de voto en pos de los candidatos presentaran sus últimos resultados. Esto permitió que aparecieran múltiples encuestas que fueron rápidamente difundidas por doquier mediante las publicaciones de los diarios más influyentes del país.
Los resultados de dichas encuestas de sondeos de opinión no fueron nada sorprendentes toda vez que los resultados de última hora coinciden con los que han estado apareciendo desde hace meses, los que, lamentablemente, reafirman la popularidad del candidato Andrés Manuel López Obrador, ahora en estos tiempos de siglas, símbolos, números y cifras, reconocido como AMLO, por lo de sus iniciales. El promedio de sondeos lo sitúa cerca del 49% de votos con una ventaja del 22% para el próximo domingo. Le siguen en orden decreciente los aspirantes Ricardo Anaya en segundo lugar, con un promedio alrededor del 27%; José Antonio Meade en tercero, con un promedio alrededor del 21%.
Con estas cifras recién publicadas es muy poco posible – para no ser absolutos y afirmar de modo categórico que en realidad es imposible alguna variación– que puedan producirse cambios inesperados de última hora. Téngase en cuenta que solo nos separan unos días para que logre materializarse la realización de los comicios mexicanos. Esto presupone finalmente que el triunfo será para el representante de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, lo que sería el elemento discordante incidente en la variación del patrón que hasta ahora hemos estado presentando en la región. En México, por desgracia, no ocurrirá lo que en Costa Rica, Paraguay, y recientemente en Colombia, naciones en las que el dogmatismo, la rigidez y el izquierdismo no pudieron apoderarse del poder.
Estos patrones se han mantenido con estabilidad desde los comienzos del presente año, lo que evidencia que la posibilidad de variación en solo unos días es imposible. De acuerdo con un sondeo realizado por la casa especializada Buendía & Laredo –sondeo que se hizo a 1002 ciudadanos en su vivienda en el periodo del 19 al 25 de enero del 2018 con un margen de error de 3.53 puntos porcentuales–, publicada por el diario El Universal, el aspirante izquierdista Andrés Manuel López Obrador lideraba las preferencias en torno a la elección presidencial. López Obrador, del partido MORENA, obtuvo un 32%, seguido por Ricardo Anaya, de un frente formado por el derechista Partido Acción Nacional (PAN) y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), con un 26%, mientras que en el tercer sitio se colocó José Antonio Meade, del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), con un 16% de la intención de voto.
FOTO ARRIBA: Fuente: Oraculus. Según los datos más recientes de encuestas de opinión realizadas. (Gráfica tomada de El País).
Dicen algunos “analistas”, aunque de manera un tanto disparatada, que tendría que producirse un grave fenómeno noticioso que provocase un vuelco electoral. Esto es uno de los tantos absurdos que con frecuencia aparecen en ciertos medios que, más allá del análisis serio, tienden a especular sin conocimiento de causa. Tendría de cometer un asesinato López Obrador, o verse envuelto en algún escándalo sexual, de los que tanto abundan en estos tiempos, para que su posición experimentara la variación necesaria para salvar a México de la influencia comunista. Un error de encuestas resulta también demasiado utópico. Puede existir cierto margen de error, pero no que sobrepase el 20%, y por otro lado una encuesta puede tener algún fallo, pero varias no.
Surge entonces la necesaria interrogante. ¿Por qué las multitudes respaldan a Andrés Manuel López Obrador? Precisamente por ser multitudes, por ser grandes sectores poblacionales que de manera tradicional han estado apoyando – muchas veces sin saber en sí lo que apoyan, defienden y proclaman– lo que han creído que pueda solucionar sus males, sus conflictos y sus problemas con un mínimo de esfuerzo que no sea el de plasmar una firma, una huella, o un signo. Lo demás les “llegará” como caído del cielo, y es esto justamente lo que aprovechan aquellos que de manera inescrupulosa han estado jugando con los sentimientos de las masas ignorantes, a los que se les manipula con facilidad mediante promesas que una vez en el poder olvidan, y con actos que jamás llegan a concretarse.
En el caso de México hay muchos elementos en torno al absurdo comportamiento de sus ciudadanos con el apoyo mayoritario a AMLO. Una nación cuyos índices de pobreza, de desigualdad, de delincuencia, de violencia, de corrupción, de drogadicción, entre otros males, caracterizan el panorama social, es de esperar cualquier tipo de reacción por muy absurda que parezca.
Pero de todos los males de la nación azteca el peor de todos es la ignorancia en la que viven inmersos millones de seres a los que los términos izquierdismo, derechismo, socialismo, democracia, progresismo, neoliberalismo, globalización, etc., no son sino términos al extremo distantes y ajenos. A pesar de que el índice de analfabetismo en el país ha disminuido en las últimas décadas, no deja de ser un flagelo, y aunque el promedio nacional es de 6,31% para los hombres y de 8,89% para las mujeres, en muchos estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz, las estadísticas están muy por encima de la media nacional al oscilar entre un 15% y 20 %.
Los líderes socialistas han encontrado a través de los años un excelente caldo de cultivo para la proliferación de la descabellada idea socialista entre aquellos que no solo son desposeídos, marginados, rechazados o proscritos, sino ignorantes. Lo predijo Karl Marx desde la segunda mitad del siglo diecinueve con sus experiencias proletarias –a pesar de que jamás estuvo entre ellos, sino como bien diría José Martí, anduvo en la sombra–, y luego en Latinoamérica los dictadores Fidel Castro en el siglo XX y Hugo Chávez en el siglo XXI se encargaron de promocionar siempre mediante el engaño y la manipulación de los menos letrados y desposeídos.
Ahora López Obrador sigue sus pasos. Por desgracia en México no ocurrirá lo que en Colombia, nación en la que recientemente se logró impedir que el comunismo se apoderara no solo de los colombianos, sino que desde allí se diseminara a modo de maligno cáncer que hace metástasis por doquier.
Ya se decepcionarán los mismos que hasta ahora lo han apoyado incondicionalmente cuando lo prometido jamás se cumpla y cuando se apodere de todos los bienes del pueblo mexicano a pesar de su campaña anticorrupción.
Por lo pronto México tendrá un régimen de izquierda que como es esperar contribuirá a incrementar la corrupción, la delincuencia y la pobreza; pero los mexicanos lo han querido así. Todo efecto tiene su causa, toda causa tiene su efecto, toda acción genera una reacción, así pues, esperemos los efectos ante esta mal decisión de una nación que merece un mejor futuro, aunque este no es aun su momento.
¿Qué tendría que pasar para que López Obrador no lograse la victoria? Hay dos posibilidades y ninguna es probable. La primera opción es que se produjese algún fenómeno noticioso que provocase un vuelco electoral. No obstante, faltando sólo cuatro días para la votación, y después de un larga y exhaustiva campaña, el margen para una sorpresa es ya pequeño. La otra opción con la que pueden soñar Ricardo Anaya o José Antonio Meade es que los sondeos cometiesen un error mayúsculo.
Un error de las encuestas es posible, pero un error de 20 puntos es poco frecuente. En México no se han producido desviaciones así recientemente. Desde 2006, el error de las encuestas nunca pasó de los 3 o 4 puntos en una elecciones presidenciales o legislativas. Solo en 2000 hubo un error que rozó las dos cifras. Aquel año Francisco Labastida rondaba el 46% de votos en las encuestas, pero acabó logrando sólo un 36% —casi 10 puntos menos— y perdiendo la elección contra Vicente Fox.
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