Aún sin respuestas a seis años de la muerte de Oswaldo Payá en Cuba Por Armando de Armas Martí Noticias 22 de julio de 2018
En el aniversario del fallecimiento del líder del Movimiento Cristiano Liberación, y del activista Harold Cepero, en un accidente provocado por la Seguridad del Estado cubana, el 22 de julio de 2012.
No hay mucho que decir ante la muerte; la muerte es en sí síntesis extrema de toda palabra pronunciada o pronunciable. Nada que añadir al acto de la muerte. Y, si esto es así para el más común de los mortales, cómo no lo habría de ser para un hombre excepcional, un patriota de la índole de Oswaldo Payá Sardiñas. Pero, estamos obligados a palabrear, a intentar darle sentido al sinsentido mediante la palabra. Sobretodo si se trata de la sospechosa muerte del líder del Movimiento Cristiano Liberación, Premio Sajarov del Parlamento Europeo 2002.
En el sistema de Justicia estadounidense hay una premisa que asegura que usted es inocente hasta tanto y en cuanto no se demuestre lo contrario. Pero, tratándose de un Gobierno, lo más sensato sería invertir esa premisa, más si ese Gobierno es una dictadura, mucho más si ese Gobierno es una dictadura comunista, y muchísimo más si se trata de la dictadura comunista de Cuba que, como verá el observador no prejuiciado, tiene un largo prontuario de muertes sospechosas que irían en un oscuro arco, desde el comandante Camilo Cienfuegos, pasando por el exministro del Interior José Abrahantes, la Dama de Blanco Laura Pollán y el exprisionero político Juan Wilfredo Soto García, hasta la muerte de Payá Sardiñas. Luego, la dictadura comunista de Cuba (específicamente el general Raúl Castro y su hermano el comandante) es culpable de la muerte de Payá Sardiñas hasta tanto en cuanto no demuestre lo contrario.
Algunos han dicho que a Payá le costó la vida, el 22 de julio de 2012, el ser la cabeza más visible de la oposición para una salida moderada a la situación socialista en Cuba. Pienso, por el contrario, que a Payá le costó la vida el haber radicalizado, profundizado, su discurso respecto al régimen cubano. Payá, auténtico líder, iba con los tiempos y sabía que la dictadura podía, y de hecho lo hacía, manejarse con la moderación al uso y que se habría hecho necesario desmoderar, quiere decir, desestabilizar, para poder obtener un cambio en el status quo en la isla, frente a un aparato militar, de muerte, que no ha dejado ningún espacio para ir de la ley a la ley y hacia la democracia, según deseaba y había venido proclamando insistentemente desde su Proyecto Varela.
Movimiento Cristiano Liberación, Payá (el líder curtido), Harold Cepero (joven y dinámico y de origen humilde), en alianza con las juventudes de los partidos de la derecha europea representadas en las personas del español Ángel Carromero y el sueco Jens Aron Modig (en un país controlado por la izquierda al menos desde la revolución del 33 para acá, más de 70 años, de los cuales 53 han sido de dominio de la izquierda radical, comunista), en una gira de trabajo por lo profundo de las provincias orientales del país (las más empobrecidas), era en verdad una mezcla, una mezcla en un escenario, que podría resultar peligroso para el poder apoltronado, acostumbrado al disenso en el devenir retórico, pero no en el práctico. Ya lo han dicho: las calles son de los revolucionarios. Lo han dicho porque saben que en la calle pierden; que si pierden la calle pierden el poder.
Quizá sea hora de cambiar el método.
Me refiero al método de lucha pacífica, y no necesariamente a cambiarlo por el método de lucha violenta sino a radicalizarlo. La lucha pacífica, por su misma naturaleza, no admite medias tintas o eso que llaman moderación, so pena de descender entonces al nivel de la lucha pasiva; es decir, a la no lucha. Me refiero a implementar el método de resistencia cívica según lo postulado por el teórico Gene Sharp, quien desde el Instituto Albert Einstein, 1983, ha promovido el estudio y uso de prácticas no armadas como estrategia para lograr cambios en la realidad socio-política en países sometidos a regímenes de fuerza.
Así su libro De la dictadura a la democracia, su puesta en acción más bien, se estima como responsable del inició de la cuenta regresiva para el fin de los más férreos sistemas de opresión de los últimos tiempos, con acontecimientos históricos de la índole de las revoluciones de colores en Europa del Este y la Primavera Árabe.
El Dr. Sharp detalla en su libro, traducido a más de treinta idiomas en el mundo, cómo funciona el motor que impulsa y sostiene esta efectiva estrategia contra las estructuras monolíticas de poder.
Es bueno destacar, cosa que algunos suelen obviar, que su metodología de lucha no sería más que un sustituto de la guerra que usa su propio arsenal de armas que serían de tipo político, propagandístico, psicológico, social y económico; pues, obviamente, las dictaduras no se derrumban, sino que se empujan para que se derrumben.
Porque, contrariamente a lo que se suele asegurar entre muchos de los que, dentro y fuera de la isla, se suscriben al pacifismo, para Gene Sharp las sanciones económicas son importantes pilares con objeto de derrotar a las dictaduras.
También es bueno apuntar que el radicalismo en la lucha no violenta esgrimida por el erudito estadounidense, lleva de suyo a considerar fundamental el no entendimiento, establecimiento de diálogo alguno, con la dictadura imperante o sus representantes, pues asegura el científico que el dictador no tiene que dimitir, que las manifestaciones de protesta han de seguir hasta que se desmorone todo el aparato del poder, hasta que no haya nadie en el poder para dimitir, para dialogar, y que no hacerlo así conlleva a que las fuerzas del régimen ganen el tiempo suficiente para reagruparse y continuar mediante metamorfosis en el ejercicio del poder, es decir, hacer los cambios pertinentes para no cambiar.
Payá era una especie de político que, por desgracia, ha escaseado en los predios no ya cubanos sino latinoamericanos, no era un payaso, era sobrio, era serio, casi gris, y por lo mismo, entre tanta exuberancia e insustancialidad tropical probablemente hubiera sido un buen presidente para la República nueva que advendrá en algún momento.
Ninguna muerte es útil; es mentira la utilidad de la muerte. Útil es la vida, bueno, algunas vidas. Pero, la muerte de Paya debería servir a los opositores al castrismo, dentro y fuera de la isla, para ver en qué han fallado, qué les ha impedido el poder arribar al objetivo último, el objetivo único en sí, tratándose de oposición política; sobre todo tratándose de la oposición política a una tiranía. El objetivo de tomar el poder. No ya por el legítimo deseo de tomar el poder; sino por la más legítima necesidad de evitar que esa tiranía, los sicarios de esa tiranía, los siga cazando como a conejos.
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