¿Cómo poder perdonar? Por Félix José Hernández.
París, 1 de septiembre de 2018.
Querida Ofelia:
Ayer estuvimos todo el día en Normandía, en la bella playa de Deauville, caminamos por el paseo de madera, observamos las casetas con sus portalitos, que llevan nombres de los actores de Hollywood de los que participan cada año en el célebre Festival de Cine Americano de Deauville.
Muchas familias disfrutaban de los últimos días de vacaciones de verano, pues las clases comenzarán el día 3. Los niños hacían castillos de arena, muchas señoras leían en las tumbonas protegidas por las grandes sombrillas. Parejas de jóvenes paseaban tomados de las manos, mojándose apenas los pies por lo que de las olas llegaba a la fina arena. Otros se divertían en el agua con amigos o familiares.
A la una de la tarde fuimos al bello restaurante “Le Spinnaker” en la rue Mirabeau. Allí entre turistas chinos y rusos – que no se saben comportar - y educadas familias francesas, almorzamos excelentemente.
Pasamos la tarde paseando por la bella ciudad balneario, repleta de : tiendas, hoteles, restaurantes, bares de lujo.
Esperamos el crepúsculo sentados en la arena, frente al mar y…como me suele ocurrir, vinieron a mi mente tantos recuerdos de antaño, de aquellos años cincuenta de mi feliz infancia, de mi mundo que fue destruido completamente por un régimen abyecto, en nombre del pueblo.
Recordé los domingos en los que íbamos en un jeep hasta la playa de Caibarién y a veces desde ese pueblo en una lancha a las de los Ensenachos o Cayo Conuco.
Durante las dos horas y 12 minutos del trayecto en el cómodo TGV (tren a gran velocidad), que nos trajo a París, no cesé de recordar, recordar y preguntarme ¿Cómo poder perdonar?; perdonar a los que tanto mal nos han hecho.
¿Cómo poder perdonar a la Orden independiente de Odd Fellows de Camajuaní de la cual eran miembros mis padres? Ella se proclama como una orden laica de carácter filantrópico y humanitario a nivel internacional. Los preceptos éticos de la Orden son "visitar a los enfermos, ayudar a los desamparados, enterrar a los muertos y educar a los huérfanos". El emblema de la Orden consiste en tres eslabones de cadena, que simbolizan el lema de "amistad, amor y verdad", el cual compromete a los miembros a hacer obras de caridad y a mostrar una actitud humana y tolerante.
Sin embargo, cuando mi padre que había sido miembro de la policía nacional desde el 1947, cayó preso –por siete días- el 2 de enero de 1959, ninguno de sus miembros se interesó ni por qué causa estaba preso.
¿Cómo perdonar a Eliope Paz y a los que bajo sus órdenes organizaron en el portal de la Jefatura de la Policía la tristemente célebre Tribuna? A ella hicieron subir a todos los que habían sido: policías, funcionarios públicos, supuestos chivatos, empleados públicos, etc., para que la plebe camajuanense les insultara y escupiera, entre ellos a mi padre.
¿Cómo perdonar a mis condiscípulos de quinto grado del Plantel Escolar de la Ceiba? Al regresar a clases en enero, fui golpeado, pateado y escupido durante el recreo en el patio por ser hijo de un ex policía. La única persona que me defendió y me salvó de un posible linchamiento, fue mi maestra Veneranda Rojas. Fue mi último día en esa escuela.
¿Cómo perdonar a una tía materna y a su hija, que hicieron todo lo posible por acusar a mi padre de un asesinato que nunca cometió? Incluso fueron a ver a la madre del campesino Venancio, para convencerla de que acusara a mi padre de la muerte por ahorcamiento de su hijo. Por suerte que esa familia era honorable y no buscaba crear un mártir revolucionario en su familia. Mi prima pasaba por la acera de mi humilde hogar gritando ¡Viva Cuba Libre!
¿Cómo perdonar al bodeguero Calbera? Durante años comprábamos todos los mandados en su bodega y cada día 1 de mes mi padre iba y pagaba. Como ese día 1 no pudo ir a pagar, el Sr. Calbera le dijo que le retiraba el crédito, que tenía que pagar en efectivo. Sin embargo cuando mi padre recibió su cheque de diciembre en febrero, fue y le pagó a aquel señor los 30 pesos que le debía.
¿Cómo personar a los dos adolescentes que trataron de abusar sexualmente de mí en la casa de uno de ellos, situada en la misma cuadra de mi hogar –Fomento entre Luz Caballero y Santa Teresa- , mientras mi padre estaba preso? Yo había ido a buscar una gelatina que la madre de uno de ellos había tenido la amabilidad de poner en su refrigerador. En aquel momento la señora no se encontraba en su casa. No escribo aquí sus nombres y apellidos pues en el caso de que ya hayan muerto, no deseo empañar la imagen que de ellos puedan tener sus posibles viudas e hijos. Ya Dios se habrá encargado de juzgarlos. Aún hoy día me pregunto cómo logré escaparme de aquellos pedófilos.
Al mudarnos hacia La Habana en febrero de 1959 en tren, con dos cajas de cartón, nuestra fortuna personal era de solo 45 pesos. Pude terminar el quinto grado en una escuela pública a solo tres cuadras de mi nuevo hogar.
¿Cómo poder perdonar a Raúl, el vecino que nos insultaba diariamente en nuestro inmueble de Aramburu 409, cuando se enteró de que mi padre había sido policía?
¿Cómo poder perdonar al sargento que hizo suicidar a mi amigo Arturo Horta durante nuestro S.M.O.?
¿Cómo poder perdonar a las familias Dow, Arranz y a Ramón Vázquez que organizaron el Mitin de Repudio y amenazaron a todos los vecinos de mi cuadra, - Soledad entre Zanja y San José, Centro Habana- para que todos nos repudiaran?
¿Cómo poder perdonar a los chivatos cederistas, a los que fusilaron a miles de cubanos, a los que hundieron el remolcador 13 de Marzo, a los carceleros, a los sicarios, a los torturadores, a los que asesinaron a los jóvenes de las avionetas de Hermanos del Rescate, a los que han destruido a nuestra Patria, a los que han separado a las familias, a los que siguen sembrando el odio entre los cubanos?
Muchos atribuyen al gran Jorge Luis Borges las siguientes palabras:
“Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.”
Pero querida Ofelia, estimo que mi alma es normal no es de las grandes.
El hombre más grande que ha nacido en nuestra Cuba, como ser excepcional al fin, fue capaz de escribir:
Cultivo una rosa blanca en junio como enero para el amigo sincero que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo; cultivo la rosa blanca.
José Martí.
Y me pregunto si nosotros los cubanos, seremos algún día capaces de cultivar rosas blancas para los crueles que han tratado hasta de arrancarnos el corazón, a los que han destruido todo lo que amábamos.
¿Podré volver a recorrer los lugares de mi infancia, adolescencia y juventud (1949-1980) en mi amada Patria?
José Martí también escribió: “¡Es el sueño mío, es el sueño de todos; las palmas son novias que esperan: y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas!”
Considero que el destierro, aún en el mejor de los casos es una pena muy difícil de soportar.
Te quiere eternamente,
marcelo.valdes@wanadoo.fr |