Una nueva clase social en Cuba: Los Nebulosos. Por Marta M. Requeiro Dueñas.
A nivel de política no hay nada claro, eso es conocido. Pero para el que nació en Cuba, en los sesenta, y proviene de una familia simple, de la clase obrera, como yo, el haber creído en las consignas y los planes de la Revolución Cubana, haber crecido siendo parte de sus supuestos planes de crear una sociedad más equitativa y justa, aparentemente alejada del pecado del que padecía el mundo. Viviendo con la percepción de estar protegidos por paredes de agua que nos mantenían al margen de lo que pasaba fuera de allí, pero también alejados de los flagelos de todo vicio que afuera podían encontrarse: como la corrupción y la mentira. Me hacen ahora, viendo el resultado de casi sesenta años de un mismo gobierno al poder, reconocer que fui engañada.
Si después de adultos, por ejemplo, descubrimos que nuestro padre era un alcohólico o nuestra madre se entregaba al placer carnal; reconocemos, sin dudas, que es algo chocante. Mas, no tanto si hemos podido vivir sin traumas nuestra vida. Sin embargo, la Revolución Cubana nos moldeó: acudimos a La Plaza a escuchar arengadores y motivadores discursos, creímos fielmente que lo que el país devengaba por concepto del turismo, del comercio internacional de los productos estrellas, como el azúcar, el tabaco, la ganadería, la industria, etc., iba a formar parte de un fondo común que aumentaría la calidad de vida de los ciudadanos... Y vimos que no fue así. Nos preguntamos entonces: ¿Qué pasó entonces, en qué empleamos nuestros mejores años de vida, qué pasó con los que creímos en ese plan? ¡Reconocer ese engaño si fue chocante!
Hoy, a pocos meses de cumplirse las seis décadas del poder de los Castros, los que vivimos fuera apreciamos que cada vez la desigualdad del cubano común es mayor, como mayor es su desaliento. Descubrimos hace mucho que en un país donde alguna vez se habló de igualitarismo y diafanidad, ocurre todo lo contrario. Qué hay un sinnúmero de incongruencias que cubre el discurso de los actuales dirigentes del país, incluso de la Constitución, y que detrás se esconde la terrorífica realidad de que nada ha cambiado, que el poder absoluto sigue siendo de los Castros, sus descendientes y sus secuaces.
Esto ha dado lugar a una capa social rodeada de una inescudriñable bruma que solo un experto en sociología, quizás un gurú o hasta un babalawo tirando sus caracoles o leyendo el tablero de Ifá, pueda llegar al fondo de tal oscuridad y develar la verdad. Como no soy nada de eso, sino una simple cubana emigrante que le tocó vivir cuarenta años de mentira y percibo de cerca las consecuencia de estar dentro, pero también fuera de la isla, voy a tratar de hacerme entender.
He podido constatar que la población cubana se divide en dos grandes grupos que a su vez tienen distintos niveles o rangos. Está el grupo, que para llamarlo de alguna manera emplearé una denominación muy criolla: Los pudientes. Y el otro grupo, al que pertenecía antes de emigrar, que por querer vivir mejor queda al límite de lo permitido, moral y humanamente posible, que llamaré: Los no pudientes.
En el primer grupo, ya saben o imaginan, está la élite castrense del país. Los que se han ido apernando y apoderando de a poco de todas las riquezas naturales del archipiélago y se enfrascan en hacer creer, a los ciudadanos crédulos (que son pocos o se hacen), y al mundo, que cada supuesto avance en cualquier renglón económico, o de cualquier índole, generará frutos que serán encaminados al desarrollo del país y a un mejor estándar de vida de sus ciudadanos. En el otro grupo, sencilla y tajantemente, está el pueblo compuesto por los desvalidos y los que al alzar la voz en protesta son castigados y encarcelados.
Hasta ahí todo claro, pero con el tiempo, tras los casi sesenta años del poder absoluto de un solo gobierno, se han ido mezclando ambas partes, como en cualquier sociedad de la que la cubana ya no es la excepción. Y entonces ha surgido una tercera capa social que forma lo inescudriñable que mencionaba al principio.
Existiendo entonces: Los Pudientes, los de bien arriba que se desentienden de los de abajo como pasa en cualquier país, que son los que tienen la mejor calidad de vida, las mayores oportunidades.
Los Nebulosos, que están en el medio y de los que hablaré a continuación.
Y en el extremo inferior, Los no pudientes, los desamparados, a los que se les aplica el poder. Esta clase social intermedia vive en un limbo, falta de principios básicos. No les molesta el desparpajo de la autoridad, pero tampoco no los motiva la filantropía o son empáticos con el de abajo. Viven en el devaneo, no se autoproclaman ser de un lado o de otro, van sacando lo mejor de ambas partes. Sí, lo mejor de ambas. ¿Piensan que pertenecer al pueblo no tiene ventajas? La tiene, porque esos que aparentan no tener, piden y se les ayuda (los ayuda muchas veces la misma familia, amigos, hasta desconocidos, que de afuera les cree).
Muchos, como aspecto identificativo, tienen Internet y se conectan para transmitir en vivo pasajes de su vida cotidiana, ¡y dicen ser un ciudadano común afectado! ¡Ahí ya me surge la duda! ¿Quiénes son estas personas realmente?, porque el verdadero ciudadano común no tiene Internet o al menos no con que pagarla porque tienen que ocuparse del pago de su sustento. Entonces me doy cuenta que hay una neblina que envuelve sus vidas, un punto en el que nada es claro con ellos. Y esas, desgraciadamente, son las personas que mantienen el país como está que distraen al extranjero o al que ya no vive hace mucho en la isla con el aparente sentimiento de que las cosas no están tan mal, que hay libertad de expresión, cuando la realidad es otra.
Pondré un ejemplo: una tarjeta que permite a los cubanos estar conectado durante una hora vale 1,50 CUC (un CUC equivale a un dólar y a su vez a casi 25 pesos cubanos, moneda nacional). O sea, la tarjeta que vende ETECSA (Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, Sociedad Anónima -otra cosa chocante-, cuesta aproximadamente 75 pesos en moneda nacional. Si bien los precios han ido bajando, porque hace unos años oscilaba entre 5 y 6 CUC, y en el 2016 todavía valía 2 CUC, para la mayoría es aún impagable. Para el "cubano de a pie" que antes de estar conectado a internet prefiere comprar la libra de carne de cerdo a 50 pesos cubanos (2 CUC), para alimentarse.
Otro dato que considero de relevancia es que un médico, licenciado, especialista, profesor, tiene un sueldo que ronda los 2000 pesos cubanos, casi 80 dólares mensuales. ¿Puede el médico tener Internet en su casa, al menos, para que sus hijos, o nietos, hagan la tarea? ¡Seguro que no! Entonces, ellos viven mucho mejor que Los no pudientes porque se dan el lujo de tener internet.
Pongo este servicio como ejemplo porque es lo que mantiene comunicado al mundo en estos momentos y porque delante de un PC o un celular pasamos mucho tiempo, algunos entretenidos con estos sujetos que no dejan apreciar el verdadero termómetro que marca la dura vida de un ciudadano simple. Que no permite ver que en Cuba, en ese pedacito de tierra donde alguna vez hablaron de transparencia e igualdad, hay ricos que cada vez son más ricos y pobres que lo son cada día más. Y, por ende, ¿quiénes son verdaderamente Los Nebulosos?
luis_balboa02@yahoo.es
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