Esperancémonos con el Si. Por Marta M. Requeiro Dueñas.
El pasado 24 de febrero tuvo lugar en Cuba el Referendo constitucional, acto que como se sabe, tiene a bien votar con el fin de aprobar las leyes que regirán el país en lo adelante y el cubano (en su mayoría el que no vive en la isla, a excepción del grupo de disidentes que hay en ella, puso sus esperanzas en que el silencio que amordaza el descontento, que ya se hace susurro, por fin explotara en un rotundo: ¡No!
Si nos remitimos a La Constitución en sí y leemos los primeros párrafos de la misma de inmediato podemos constatar que el documento oficial que es la norma suprema de un Estado de derecho soberano, es decir, la que establece las leyes por las que se regirá el gobierno en un territorio para fijar los límites y defender las relaciones entre el poder del mismo y de éste con sus ciudadanos. Donde se establecen las bases para la gobernabilidad y la organización de las instituciones en que tales poderes se asientan, buscando garantizar al pueblo sus derechos y libertades, podemos ver que en lo que va de creada no ha sido más que un compendio de burdos incumplimientos por parte del gobierno que por seis décadas ha llevado la batuta sin cambiar el modus operandi.
Si leemos los primeros párrafos vemos que ésta plantea existir para defender los principios de los aborígenes que prefirieron muchas veces el exterminio a la sumisión; por los esclavos que se rebelaron contra sus amos; por los que despertaron la conciencia nacional y el ansia cubana de patria y libertad. Por los patriotas que en 1868 iniciaron las guerras de independencia contra el colonialismo español y los que en el último impulso de 1895 las llevaron a la victoria de 1898 (***que les fuera arrebatada por la intervención y ocupación militar del imperialismo yanqui) Que existe por defender el legado de los obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales que lucharon durante más de cincuenta años contra el dominio imperialista, la corrupción política, la falta de derechos y libertades populares (cosas que aún no terminan de suceder en la isla), el desempleo y la explotación impuesta por capitalistas y terratenientes…
Entonces, yo me digo: El cubano que asistió a las urnas ese mítico domingo, sabía muy bien porqué estaba votando, no lo hizo como un reflejo condicionado, como una actitud mecánica a la que y estaba acostumbrado, como zombi cuyo cerebro infectado por el virus del miedo y la obediencia al opresor no le permitía ver y votar con libertad.
Sí. Ahora que lo analizo bien y me pongo en el lado del que votó contrario a como yo lo hubiera hecho, reconozco que puede que todo el que votó por el Sí realmente lo que este es pidiendo a gritos con este monosílabo de afirmación por excelencia para que por fin, si hasta ahora no se ha conseguido, se respeten sus derechos y no se les vulnere más la libertad de expresión y la de para poder protestar contra lo que realmente no esté funcionando, para que por fin hayan unas elecciones dignas de un pais donde se respeta la democracia, para que por fin sea Cuba un territorio libre como lo soñó Martí, Maceo, y por la que tantos dieron y están dispuestos a dar su vida. Por eso...
Esperancémonos con el Si!
***CDV.org (Intervención justificada, porque la guerra de Los Estados Unidos de América -muy aplaudida por el pueblo cubano- fue para sacar a los españoles colonialistas, asesinos y explotadores, que pretendían colonizar a Cuba por los siglos de los siglos…).
luis_balboa02@yahoo.es
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