EL DESCONTROL DE LAS FRUTAS ENVENENADAS EN CUBA Por Sol García Basulto La Hora de Cuba 21 de junio de 2019
Los químicos logran una madurez hermosa y uniforme
“Una fruta no madura parejo (naturalmente), siempre se advierten zonas más verdes que otras”, Fotos: Iris Mariño
En un país tropical, donde el clima tiene condiciones propicias para los cultivos de estación, esperar por el fin del ciclo no es una práctica usual entre los campesinos. La cosecha se hace antes de que el producto pierda sus cualidades para resistir los traumas del viaje a la ciudad, una estrategia para contrarrestar los efectos negativos de la transportación en carretas o camiones de carga en que se traslada este tipo de mercancías. Por tanto, las frutas llegan al área de venta antes de estar listas para el consumo y es preciso que los comerciantes aceleren el proceso de maduración con métodos artificiales.
En un recorrido realizado por La Hora de Cuba en diferentes puntos de venta de Camagüey, advertimos que faltaba la oferta de plátanos fruta, producto habitualmente expuesto a la maduración química. Un día después varios de los puestos estaban surtidos con cantidades de esta fruta, según los vendedores, listas para comer.
El especialista en dieta alcalinizante o macrobiótica, Gregorio Hidalgo, comenta que “las frutas tardan al menos una semana en madurar naturalmente, después del corte, y con los químicos se pueden obtener resultados en solo 24 horas”. Los biorreguladores se usan a nivel internacional con este y otros fines. Sus efectos en la salud humana es tema controversial en la comunidad científica. El uso desmedido resulta un peligro inminente más allá de su posible inocuidad en cantidades adecuadas. Los comerciantes entrevistados para esta sesión no supieron describir el nombre de los químicos o la procedencia de los métodos empleados en el proceso de maduración artificial.
Uno de los llamados carretilleros explicó que, para el procedimiento, "se echan dos tapitas del líquido en un cubo de agua y se ponen las frutas, se sacan y se espera que maduren". Otro método es aplicar la sustancia directamente en el tallo de piñas, mangos, plátanos, y frutabombas, así consigue el mismo efecto, aunque “esto cambia el sabor de las frutas”. “En Camagüey todas las frutas tienen madurador, porque vienen así del mercado” agrega el vendedor quien, como la mayoría de sus compañeros, surte el carro en el mercado central, lugar donde se les aplica la sustancia.
A diferencia de las técnicas tradicionales, mediante plantas especiales o grados de temperatura, cultura perdida por la aparición de los productos químicos en el mercado, la maduración artificial afecta la calidad del producto. Pero lo peor es que pone en riesgo es la salud del consumidor a corto y largo plazo. Hidalgo refiere que las frutas tienen un ciclo de desarrollo normal cuya aceleración repercute también en el metabolismo de quienes las consumen. Otro de los riesgos que asechan al consumidor es la infinita cadena de comercio. Dado que los biorreguladores están al alcance de aficionados es imposible definir cuántas veces o en manos de cuántas personas los productos fueron sometidos al proceso.
Los métodos para distinguir entre una fruta contaminada y una sana son escasos. El especialista y algunos clientes entrevistados coincidieron en que los químicos logran una madurez hermosa y uniforme que la maduración natural no alcanza. “Una fruta no madura parejo (naturalmente), siempre se advierten zonas más verdes que otras”, agregó un cliente como elemento a tener en cuenta a la hora de comprar.
No obstante nadie está exento de ingerir maduradores. “En Cuba se madura hasta la caña de azúcar” comenta Gregorio Hidalgo quien también imparte el curso de “Higiene de los Alimentos y Alimentación Saludable” en la escuela profesional de cocina de Camagüey. “La gente ve las avionetas volar sobre los cañaverales y piensa que los están fumigando por las plagas y lo que le están echando es madurador. Luego el azúcar que se hace con esa caña está contaminada.”
Sobre las posibles consecuencias que traen estas peligrosas prácticas Hidalgo no puede especificar, pero teme su impacto, teniendo en cuenta estadísticas, como por ejemplo las del cáncer. “En el año 90 en este país el cáncer no figuraba entre las diez primeras causas de muerte, y hoy es la primera causa de muerte en Cuba y más en esta provincia.” “El año pasado en Cuba fue la segunda, pero en Camagüey se mantuvo como la primera.”
En el Código Penal aparecen indicios del interés de controlar el uso de sustancias químicas. En el artículo 198 de la sección referida a los delitos contra la salud pública se puede leer: “Todo el que se apodere, trafique, almacene, facilite, procese, reciba, emplee, transporte o exporte sustancias u objetos contaminados o contaminadores, o destinados a ser inutilizados o desinfectados, o los retenga indebidamente en su poder, incurre en sanción de privación de libertad de seis meses a dos años, o multa de 200 a 500 cuotas, o ambas”. Es difícil precisar para los inspectores de sanidad vegetal la infracción de este artículo en los casos aparentemente autorizados, como los trabajadores del área estatal del agromercado Hatibonico, principal foco de alarma.
Otra situación de alarma es que la atrevida imaginación popular no se conforma con aplicar sustancias industriales, medianamente seguras como el Etefón, para conseguir sus fines, sino que abusa de la creatividad y recurre a sustancias nocivas que tienen efectos semejantes en las frutas. Una cliente entrevistada en calle Las Palmas expresó su preocupación porque “están madurando con glifosato” (herbicida popular por sus efectos negativos en el medio ambiente).
El texto legal citado prohíbe y sanciona específicamente estas prácticas sólo cuando son actos masivos y están en contra de lo que las autoridades interpretan como seguridad del estado. El artículo número 108 del documento especifica:“El que, con el propósito de afectar la seguridad del estado, adultere sustancias o productos alimenticios o de otro tipo, destinados al consumo de la población, de modo que resulten capaces de causar la muerte o graves trastornos a la salud de las personas, incurre en sanción de privación de libertad de diez a veinte años o muerte.” La cita corresponde a la sección séptima del texto legal, titulada “Terrorismo”, o sea, mientras no se demuestre carácter de terrorismo o atentado en el acto el hecho es impune.
A la población le queda arriesgarse, desistir o idear redes de comercialización más seguras. Yuxel y Martha son una pareja que optó por dejar de comprar frutas. “Uno no sabe ni lo que le echan a eso, te arriesgas a cualquier cosa”. La pareja, que vive en el centro de la ciudad, se cohíbe de consumir frutas que no provengan directamente de la finca de una de sus primas en el campo, “ni en los restaurantes puedes estar seguro de la calidad”. La costumbre de esperar las entregas del campo familiar desarrolló un pequeño negocio con clientes fijos: “Estamos esperando que se maduren dos racimos de platanito de los que como no vamos a consumir todos, porque somos él y yo solos, le vendemos algunos a los vecinos, que saben que uno no le echa nada.”
Con una producción abundante, el vendedor estaría más preocupado por retrasar la maduración que por acelerarla, y por lo tanto disminuiría el uso de productos químicos sobre las frutas, pero ante las producciones reducidas y la consecuente escasez, no solo los precios se disparan. También la irresponsabilidad de quienes venden.
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