MIGUEL DÍAZ-CANEL, UN HOMBRE DETENIDO EN EL TIEMPO. (Parte No. I) Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Por estos días el actual presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se ha dirigido a los cubanos, ya sea en lugares cerrados y para un público “selecto” como el que lo escuchó durante el reciente congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), o en la clausura del III período ordinario de sesiones de la IX legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, o en plazas abiertas para las multitudes, como lo hizo recientemente por motivo de lo que los comunistas de la isla siguen considerando el día de la rebeldía nacional, esto es, el 26 de julio, fecha en la que el dictador Fidel Castro protagonizó las acciones terroristas en el oriente de Cuba tomadas como aspectos referenciales para el inicio de la lucha de los que después fueron “barbudos” y que culminó con la toma del poder en 1959, y la instauración de un sistema comunista en 1961.
En la serie en tres partes publicadas recientemente por Cuba, democracia y vida.org abordé a manera de crítica, y al propio tiempo cuasi un análisis exegético, algunos puntos de su mediocre intervención ante los congresistas de la UNEAC, trabajos que los lectores pueden consultar para que tengan una visión diferente a lo que se ha comentado por parte del oficialismo cubano, cuyos protagonistas ya empiezan a adorar a su nuevo guía tal vez siguiendo mecánicamente las mismas pautas de unos años atrás cuando se veneraba al eterno comandante que creyeron invencible y que hoy le han atribuido enfermizas “cualidades” de eternidad e inmortalidad, aun cuando se autoproclaman marxistas y ateos.
En esta ocasión voy a comentar detenidamente su discurso al cierre del III período ordinario de sesiones de la IX legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el cual es aún más disparatado del que dictó en el congreso de la UNEAC. Así las cosas, dejo a consideración de los lectores y más que lectores, los que prefieren estudiar detenidamente los trabajos de corte analítico, estas nuevas reflexiones basándome en las palabras del presidente designado de la nación cubana.
Al escuchar o leer a Miguel Díaz-Canel, el actual presidente cubano no elegido, nos logramos trasladar a un pasado relativamente reciente en el cual se utilizaba un lenguaje que logró definir el argot de los comunistas cubanos de los años setenta y ochenta. La influencia del socialismo de los antiguos soviets, los “hermanos” inseparables del régimen cubano en sus andanzas y aventuras “progresistas”, se hacía notar sobremanera, y aquella nación caribeña que apenas tenía acceso a otras fuentes, exceptuando lo poco que llegaba del llamado campo socialista, tuvo que adaptarse a un nuevo lenguaje en el que no faltaban los términos abnegación, fervor revolucionario, sacrificio, integralidad, compañerismo, internacionalismo proletario, rezagos del pasado, rasgos pequeño-burgueses, etc., amén del inseparable calificativo de compañero en forzada sustitución de señor. Se mezclaba así una jerga procedente de la terminología y las conceptualizaciones del marxismo-leninismo, la única forma oficial de filosofía en Cuba a partir de la declaración del carácter socialista de la revolución cubana por el dictador Fidel Castro, con una nueva manera de decir las cosas a la usanza castrista, lo cual creó un estilo que, entre jerigonzas, eufemismos, consignas y frases descontextualizadas, llegó a ser prácticamente ininteligible para gran parte del mundo hispanoparlante. Los tiempos han cambiado. La llegada de un nuevo siglo nos sorprendió de repente sin ser conscientes del significado trascendental que un acontecimiento como este tiene para aquellos que, cuales seres elegidos, tuvimos la dicha de pasar por la experiencia de pertenecer a dos siglos. La era de la informatización y de la comunicación sin límites requería también de un nuevo lenguaje. Ahora escuchamos decir cibernautas, tuitazos, ciberespacio, viral, virtual y otra serie de términos en función del dinamismo que exige la rapidez del momento, y nos guste o no, se adapte o no a nuestros patrones tradicionales, hemos de aceptarlo para no quedarnos atrás en esta pragmática etapa donde las ciencias comunicacionales y de la informática adquieren un merecido protagonismo. Sin embargo, algunos se han quedado atrapados en el tradicionalismo de los antiguos soviets y entre los achaques de la “generación histórica”. En este sentido se destaca el actual gobernante cubano, quien al parecer se ha quedado detenido en el tiempo - independientemente del uso que está haciendo de las redes sociales mediante su cuenta de Twitter, devenida en instrumento contribuyente al adoctrinamiento forzado de los cubanos-, lo que resulta patente de manera muy particular cuando hace uso de la palabra, y como todos saben, los dirigentes de Cuba, si algo hacen en exceso es un uso ilimitado de la palabra siguiendo los patrones establecidos por aquel a quien siguen considerando su inspiración, y que por suerte para el mundo se despojó de sus vestiduras carnales hace ya casi tres años, aunque pretendan mantener su “pensamiento” como algo viviente y acudan constantemente a sus acostumbrados disparates y a sus delirantes ideas. La más reciente intervención de Miguel Díaz-Canel durante la clausura del III período ordinario de sesiones de la IX legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (¡que exceso de palabrería rimbombante!) constituye un ejemplo de lo que acabo de afirmar, esto es, de haberse quedado detenido en el tiempo sin ser consciente de su excesiva aprehensión a un pasado que dejó de ser realidad hace ya algún tiempo. Peca por empeñarse demasiado en querer ser continuidad -por aquello de su slogan “somos Cuba, somos continuidad”-, y este es su principal error, del cual derivan múltiples sesgos e incoherencias que le ridiculizan sobremanera. Pero el gobernante designado no está preparado para los cambios que exigen estos nuevos tiempos de informatización y excesivo pragmatismo, y también de nuevos bríos de liberalidad en el pensamiento de los hombres, esto es, romper con las ataduras de un pasado para mantenerse en un eterno presente como diría el místico hindú Jiddu Krishnamurti. Díaz-Canel comienza diciendo que el Parlamento no solo elaboró y aprobó tres nuevas leyes (Ley Electoral, Ley de Símbolos Nacionales y Ley de Pesca), sino que ha evaluado “en qué se avanza y en qué no y cuánto es posible y necesario hacer para solucionar nuestros principales problemas”. Lo relativo al posible avance de las cosas en Cuba y cuanto es posible hacer para solucionar los graves problemas de la isla es imposible que se pudiera debatir a profundidad en solo una reunión de este tipo. Además, la cuestión aquí no es debatir, sino hacer para solucionar la terrible crisis económica y social que parte de la existencia de un modelo económico ineficaz, y esto se sabe de antemano; pero declararlo constituye un pecado capital dentro de las altas esferas de la jerarquía encargada de preservar lo insostenible. Foto debajo: Miguel Díaz-Canel, el actual presidente de Cuba no es precisamente el hombre encargado de conducir la perestroika cubana. Está demasiado aferrado a la idea de ser continuidad, y al parecer, logró interiorizar demasiado lo aprendido durante su adoctrinamiento marxista-comunista.
De ahí que se necesiten sendas jornadas para poder encausar lo que durante seis décadas se ha estado degradando, y lo que llegó a un punto crucial que no admite reparos, revisiones y rectificaciones, sino acciones concretas que conduzcan a cambios sustanciales, algo para lo que Miguel Díaz-Canel no está preparado, toda vez que, como afirmé en un escrito publicado en este propio medio recién iniciado su mandato, este no es el hombre capaz de provocar el giro trascendental que la nación cubana necesita con urgencia. El presidente cubano hizo referencia a ciertos “avances”, entre los que señaló el crecimiento del Producto Interno Bruto del 2,2%, lo que resultó superior al 1,2% que se dio como estimado en el mes de diciembre de 2018; aunque también precisó que según estimaciones el crecimiento promedio de la economía en un 3,3%, inferior al 3,7% proyectado en diciembre del pasado año, lo que ocasionó ciertas incertidumbres entre los economistas oficialistas de la isla, y que Díaz-Canel ha reconocido. No obstante, omitió todo lo que se ha dejado de hacer y que pudiera hacerse en materia de derechos humanos, algo en lo que no se ha avanzado en lo más mínimo en Cuba, y que, contrariamente a lo que muchos esperaban, durante su gobierno, si bien no se han notificado penas de muerte por causas políticas como en el sangriento desgobierno de Fidel Castro, concretamente se ha incrementado de manera notable la represión.
Las redadas dominicales contra las Damas de Blanco, los asedios y persecuciones a los integrantes de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), las detenciones arbitrarias a líderes de movimientos opositores, activistas y reporteros independientes, entre otras tantas violaciones, constituyen ejemplos concretos de cuanto no se ha hecho en materia de derechos humanos en Cuba, lo que omite el presidente cuando se refiere a “en qué se avanza y en qué no”, y que como debe saber un presidente, no puede quedar limitado a los aspectos de tipo económico. Como sería interminable este análisis si me detengo a señalar todo lo que no se ha avanzado y todo lo que no se ha hecho en estos duros años de represiones, limitaciones, carencias y violaciones, me limitaré a citar solo algunos ejemplos más en este sentido. Téngase presente el control estricto que se ejerce sobre el pensamiento y la libertad de expresión de todos los cubanos, en lo que, aunque parezca increíble, se invierten millonarias cifras para asegurar la vigilancia de cada movimiento de todos y cada uno de los ciudadanos del país. Entre integrantes del Ministerio del Interior (MININT), miembros de la Seguridad del Estado, agentes encubiertos, informantes voluntarios, activistas de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), miembros de Brigadas de Acción Rápida, etc. se conforma un verdadero ejército al que se le deben pagar sus honorarios por la labor realizada en pos de la “defensa” de la “revolución”. Por otra parte, y como otro ejemplo que ilustra cuanto no se ha hecho o cuánto debe hacerse, la libertad de creación artística, ya sea literaria, pictórica, escultórica, musical, etc., está siendo bloqueada constantemente. Recordemos la citada frase del viejo comandante “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada” (Consúltese el escrito: La UNEAC, su congreso y los papelazos de Díaz-Canel, publicado en tres partes por Cuba, democracia y vida.org). Esta represión, aunque parezca mucho más sutil si se compara con las fuertes agresiones físicas a las Damas de Blanco, es mucho más trascendental, por cuanto tiene un efecto más duradero el privar a grandes sectores poblacionales de una obra artística que pueda transmitir una enseñanza que varios casos aislados de asedio político. También prefirió omitir el hecho de que en Cuba no exista pluralidad de partidos, al menos de manera oficial, lo cual demuestra la inconsistencia de una supuesta democracia, que se dijo en los tiempos de Fidel Castro que era la mayor democracia del mundo. Elemento que, como todos saben, constituye uno de los talones aquilianos más vulnerables al exponer la situación de los derechos humanos en la isla.
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