Todos los días son veintiocho de enero. Marta M. Requeiro Dueñas.
Este veintiocho de enero tuve la certeza que el espíritu de Martí se va apoderando cada vez más de los cubanos. La energía, el ánimo y el valor del apóstol han ido dejando sus huellas visibles en forma de protestas en las calles donde habitan los oprimidos.
Eso ya viene pasando desde hace mucho tiempo, la fuerza del poeta, el escritor, el orador, el luchador incansable, el defensor de lo justo, se ha hecho presente desde dentro de la isla y son muchos más los que se han expresado a través de consignas escritas con el color de la sangre en las paredes y muros desgastados por el tiempo y la insensibilidad, son más los que pierden el miedo y se lanzan a las calles a levantar pancartas y vociferar consignas. El legado de él, el ejemplo de patriotismo y firmeza, que él poseía y del que cada uno de nosotros está orgulloso ha comenzado a manifestarse con más frecuencia. La disidencia en la isla está cada vez más unida, con tareas mejores planificadas, y la prensa independiente que divulga el clamor llega a confines insospechados, y todo esto ha sido clave.
Martí nos enseñó que también desde el exilio se puede hacer mucho aunque se viva con tristeza por la lejanía y se sienta la feroz mordida de la nostalgia. Desde los cuatro puntos cardinales todo cubano exiliado que conoce un hecho lo propaga y siente al menos el gozo de que el cubano ahora puede estar más informado, que puede enterarse aunque le llegue de fuera de lo que les trata de ocultar la prensa oficialista, así van conociendo que cada vez son más los que han decidido bien, han decidido hacerse escuchar.
Conocen que, sin importar las represalias, hay quienes se han atrevido a alzar la voz en contra de la policía que quiere defender a ese gobierno indefendible que ha permanecido en el poder usurpando las riquezas de un país antiguamente próspero y hoy sumido en una gran miseria.
Sí, he visto un alza en las manifestaciones para protestar contra la injusticia y la desigualdad en la que el pueblo vive, he visto que cada vez son más los que usan las redes sociales con este fin y además son más los que graban, siempre que les es posible, esos actos para darlos a conocer al mundo. Este último tiempo se ha sentido más fuerte el latir de la esencia del legado martiano. De él aprendimos que hay cosas que para lograrla han de andar ocultas y eso lo han puesto en práctica los que están dándoles dolores de cabezas al gobierno oficialista con acciones sin precedencia. Esas valerosas atribuciones hacen que arrecie más el atropello y la persecución en contra de activistas pero el temor que puede causar cualquier acto del gobierno no es el suficiente para paralizar los que en pos de la libertad definitiva realizan miles de protestantes.
Los intentos de rebelión por mínimos y sutiles que se crean no pueden despreciarse porque todo suma, todo importa, y hace que muchos más conozcan la situación imperante en la mayor de las Antillas. Cuando supe que a los bustos de Martí les habían echado pintura roja por encima enseguida pensé que era un acto de vandalismo que atentaba contra la figura del maestro de todos los cubanos; sin embargo me detuve a pensar que si eso quería dar a entender otra cosa, que podía ser una llamada de atención, una estrategia, y que realmente lo que habían querido simular era al apóstol herido como le sucede a cualquiera de los cubanos que se manifiestan últimamente en la isla y resultan golpeados por los servidores del gobierno. Pensé que si esa tinta escarlata sobre las blancas estatuas significaba la sangre derramada de los silenciados... Entonces comprendí que había sido una buena idea, que al fin y al cabo esos bustos eran objetos de material rompible, nada importante en sí, y que lo que importaba era el revuelo que esto estaba trayendo y que aquellas figuras, al fin y al cabo, no representan el legado martiano.
También un hecho leve pero inteligente se unió a los tantos levantamientos y focos de descontentos que se ven a diario en distintos lugares a lo largo y ancho de la isla y es el hecho que muchas fachadas al borde del colapso han servido de mural para que se pinten en ellas carteles haciendo un llamado de alerta de posible derrumbe y como son tantas las edificaciones en gran parte del territorio nacional se encuentran en esa situación el color púrpura pronto invadirá las calles y todas las miradas estarán sobre él y se verá aún más el desastre y el deterioro la falta de preocupación de los gobernantes hacia el pueblo. Entonces si alguien pretendía hacerse de la "vista gorda" ya no podrá.
Debemos procurar que todos los días sean veintiocho de enero, que todos los días recordemos a Martí y lo llevemos en nosotros en nuestros actos. No importa si es un pequeño paso el que se da, no importa. Cada paso es un paso al fin y al cabo hacia la definitiva libertad, un paso más para hacer cumplir los sueños del apóstol.
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