UNA "ÚNICA" NO TAN ÚNICA. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Cuentan que la gran mezzosoprano cubana Alba Marina se resistía al asumir el rol protagónico de la ópera La Médium, del compositor italo-norteamericano Gian Carlo Menotti. El motivo de su rebeldía era - según supe directamente de sus colegas de la ópera Nacional de Cuba- que se le aparecía sentada en el público la imagen espectral de Rita Montaner, artista cubana que nació un 20 de agosto, pero de 1900, en Guanabacoa, La Habana, y quien asumió hacia el final de su carrera el rol titular de La Médium.
Con exactitud se que esta fue su única incursión en el género operístico, al menos si de óperas completas se trata, y no de arias de ópera, que es algo diferente, esto es, la interpretación de algún fragmento breve de una obra de este género, algo que si hizo la Montaner de modo ocasional en los inicios de su carrera.
Llama la atención que el personaje protagónico de la médium, madame flora, está concebido por su autor para ser asumido por una contralto, o en su lugar una mezzosoprano como es el caso de alba marina, pero jamás por una soprano, y hasta donde se sabe, y se sabe bien, Rita Montaner ha sido clasificada como soprano. De ahí la imposibilidad de interpretar a Madame Flora como Dios manda, o como quiso el músico italiano, nacionalizado luego como estadounidense.
¿Qué hizo la Montaner con su Madame Flora? Nadie lo sabe, y lo poco que se dice de esta actuación que tuvo lugar en La Habana, en 1956, en la Sala Hubert de Blank, si no falla mi memoria, es lo mismo de siempre, toda vez que unos copiaron de otros y otros de otros, y como es lógico, tratándose de "la única" - que era de armas tomar y le armaba un escándalo a cualquiera- los pocos comentarios la favorecieron; aunque nunca he leído ninguna valoración exacta donde se haga referencia al desempeño vocal de la artista en esta obra.
De cualquier modo, esta fue su única incursión en la ópera, y en una ópera de cámara, esto es, una obra breve, en solo dos actos que se puede representar con un acompañamiento de pequeña orquesta o solo a piano, independientemente de las exigencias vocales y dramáticas de sus personajes.
Foto debajo; Rita Montaner, mulata de una belleza extraordinaria, estuvo muy vinculada en sus inicios a figuras de la altura de Ernesto Lecuona, Alejandro García Caturla, Eusebio Delfín, y principalmente a Ignacio Villa (Bola de Nieve), quien fuera su pianista acompañante en numerosas ocasiones.
Esto no justifica la afirmación de que Rita Montaner se desempeñara como cantante de ópera. La Montaner fue una artista muy versátil, aunque jamás superó a la gran diva cubana Rosa Fornés, pero no puede decirse que fuera una cantante de ópera, sino que asumió algunos pocos roles en zarzuelas cubanas (algo muy diferente), y tuvo un repertorio de canciones tradicionales cubanas, principalmente. en esto último jamás se le puede acercar a la verdadera dama de la canción cubana, que es Esther Borja y no la Montaner.
Pero ya sabemos como suelen ser los cubanos. No se conforman con creer que tienen buenos deportistas, artistas o médicos, sino que tienen que sentirse reafirmados en una grandeza imaginaria que les hace ver, y afirmar, que tienen los mejores deportistas, artistas y médicos del mundo. La Montaner no ha podido escapar a esta estereotipación y el sobrenombre de "la única", acuñado por el periodista Augusto Ferrer de Couto, ha trascendido más allá de su real dimensión.
Grande fue la soprano Zoila Gálvez, quien triunfó en la Escala de Milán, Italia, la cuna de la ópera mundial, y los cubanos no tienen la menor idea de quien fue. Grande y única de verdad fue la soprano Margarita Díaz, quien murió en el olvido a pesar de haber viajado el mundo entero y de haber cantado para reyes, príncipes, emperadores, mandatarios, y empresarios de lo más selecto de la política y el arte de la primera mitad del siglo XX. Más grandes que la Montaner fueron las ya mencionadas Rosita Fornés, quien triunfó en el género lírico (operetas y zarzuelas) en Cuba y España, la cuna de la zarzuela, considerada la mejor Viuda Alegre de Cuba y parte de América, y Esther Borja, un verdadero ejemplo de saber cantar, de dominar el arte de la impostación vocal y de la emisión, la verdadera dama de la canción cubana.
Un cantante lírico no se prueba interpretando canciones populares, afros, negro spiritual, etc., sino óperas y zarzuelas, y esto no lo demostró la artista que han querido considerar como "la más grande", "la única", lo que no significa que niegue sus virtudes en el arte, su versatilidad, su imagen impecable, su belleza, y hasta alguna que otra bien lograda interpretación; pero hasta un punto.
Rita Montaner una excelente artista, aunque no la única, ni la más grande.
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