El 10 de octubre. Una fecha olvidada en nuestros tiempos. Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Resulta difícil poder precisar con exactitud cuándo fue que el 10 de octubre dejó de tener la importancia que tuvo en otros tiempos, aunque sí, con seguridad podemos estimar que el día que marca el inicio de las luchas independentistas de la nación cubana, conocido también como el día del Grito de Yara, fue perdiendo su protagonismo desde el fin de la década del setenta, para pasar a ser una fecha de museo con la llegada del nuevo siglo.
¿Podrán decirnos las llamadas “nuevas generaciones” el significado de este día para los cubanos? Recuerdo que cuando ejercía el magisterio en Cuba, pregunté a mis estudiantes de cuarto año de la carrera de medicina en la parte inicial de una clase – tal y como recomiendan los expertos en el arte de enseñar- y la respuesta más cercana a lo real solo llegó a la idea de la libertad de los esclavos; pero qué esclavos, por qué fueron liberados estos esclavos y ante todo, quién liberó a dichos esclavos, ya era mucho pedir a aquellos nobles muchachos que se esforzaban por aprender el oficio de sanar y lo hacían bien; aunque las “lagunas” que arrastraban en otras áreas del conocimiento eran tan grandes que resulta bien difícil poder insertarles en la categoría de hombres cultos, a los que se refirió el delirante comandante en su empeño por convertir a Cuba en el país más culto del mundo. Pero cómo hombre de bien y como maestro que enseñó por amor a la profesión, lejos de criticarles y señalarles para siempre, como habitualmente se hace, preferí comentarles algo acerca del hombre ejemplar que dejando detrás todas sus posesiones – que no eran pocas- , su privilegiada posición como hacendado acaudalado y su prestigio como hombre de leyes, emprendió el camino junto a un puñado de esclavos, a los que liberó, y tomó las armas para liberar a su patria del yugo español, siendo este el inicio de la guerra de los diez años o de la gesta del sesenta y ocho, como también se le conoce, o dicho con propiedad y de acuerdo a las circunstancias actuales, como se le conocía en el pasado, cuando la historia patria se enseñaba con dignidad en los colegios sin dispersarse tratando de enseñar sobre supuestos héroes que en realidad son espías, derrotas que se han convertido en triunfos de ideas, o justificaciones de los llamados errores cometidos. Pero retomemos la olvidada fecha para cuestionarnos entonces acerca del por qué los cubanos de hoy han olvidado el significado del 10 de octubre, y desconocen al llamado Padre de la Patria.
Un análisis de las posibles causas nos conduce inevitablemente a un breve recorrido por ciertos hechos de nuestra historia. Hacia el final del siglo diecinueve José Martí se encargó desde el exilio de que el trascendental hecho permaneciera como algo viviente entre los cubanos. Sus sendos discursos en Nueva York cada 10 de octubre, ente 1887 y 1891, en el Masonic Temple y en el Hardman Hall, son una muestra de lo que representaba el 10 de octubre para el colosal cubano. Esta evocación al día del inicio de la heroica gesta se mantuvo durante la primera mitad del siglo XX a pesar de que ya no estaba el apóstol para evocarlo con su inigualable elocuencia, su don de la palabra y aquel ímpetu que electrizaba a todos los que le escuchaban. Pero aun así la fecha siguió manteniendo su vitalidad durante los años de la república. Céspedes era respetado, había ganado un digno lugar en la historia de la nación cubana, y las autoridades políticas, los historiadores y maestros, los periodistas y estudiosos, y de manera general, la inmensidad de los cubanos de aquellos tiempos, conocían de su vida y obra y de su papel en la gesta independentista de los diez años.
A pocos años de haberse instaurado el régimen comunista en Cuba se conmemoraba el centenario del 10 de octubre. El dictador Fidel Castro organizó un pomposo acto en La Demajagua, Manzanillo, pronunciando uno de sus extensos discursos, en el que además de referirse a la acción de Céspedes, intentó relacionar su altruista gesto con los hechos protagonizados por los barbudos rebeldes en la década del sesenta del siglo veinte, no sin perder la oportunidad de arremeter contra su fantasmal eterno enemigo imperialista -que siempre “pretende adueñarse de todo y de todos”- durante su participación en la naciente república. Acudiendo a todos los recursos de la oratoria y la retórica caudillista se refirió a la idea de una continuidad desde los tiempos de Céspedes hasta el presente: “en Cuba solo ha habido una revolución: la que comenzó Carlos Manuel de Céspedes el 10 de Octubre de 1868. Y que nuestro pueblo lleva adelante en estos instantes”.
Así se recordaba el centenario del comienzo de la heroica hazaña, y al propio tiempo se mezclaban los sucesos de las heroicas luchas emancipadoras contra el yugo español con las fechorías de los revoltosos rebeldes dirigidos por el megalomaníaco tirano que se apoderó del poder sin ser electo por nadie. Comienza así a desplazarse todo aquello que no fue liderado por las tropas rebeldes, por lo que fechas como el 10 de octubre, día del grito de Yara, inicio de las luchas independentistas, y hasta el 20 de mayo, verdadero día de la independencia cubana a partir del nacimiento la República de Cuba, quedarían sepultadas. En su lugar aparecieron el primero de enero, día del llamado triunfo de la revolución cubana, y el 26 de julio, día de la rebeldía nacional, a los que se les daba un protagonismo inmerecido, pero a fuerza de una reiteración desenfrenada, al propio tiempo que los acontecimientos del pasado se dejaban a un lado, dichas fechas fueron reemplazando a los tradicionales e históricos días en los que ocurrieron acontecimientos que contribuyeron a la reafirmación del nacionalismo cubano.
De esta forma los cubanos actuales son desconocedores del significado de una fecha determinante en el curso de nuestra historia. Alguien se encargó de variar no solo los designios de la historia de una nación, sino además sus héroes, sus fechas históricas, sus costumbres, y hasta su pensamiento. Un “hombre nuevo” se fue forjando bajo las garras de un comunismo que se les dispersa cada día, hasta quedar enterrado para siempre. El restablecimiento de un orden democrático con plenitud de libertades nos devolverá la esencia de la real historia de nuestra nación. Pronto los cubanos volveremos a recordar el día de nuestra verdadera rebeldía nacional y al gran Padre de la Patria, cuya inmensidad volverá a ser evocada cada 10 de octubre.
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