AMÉRICA LATINA ENTRE MARX Y ADAM SMITH. Por el Licenciado Frank Braña Fernández.
Extracto adaptado como artículo del libro en edición La Noche Oscura de América Latina, autor Frank Braña Fernández.
Bogotá. Colombia. No solo la pandemia del COVID-19 llegó para cambiar al mundo y convertirlo en un lugar más áspero y sombrío; junto a las víctimas de tan terrible azote, pretende arrastrar lo poco que la región logró avanzar en los últimos años en materia económica y social sumada a una endeble pero perceptible democracia.
La sociedad casi siempre se va de extremo a extremo y es una de las causas del dolor autoinflingido que más se aprecia en la política cuando de la historia de América Latina hablamos. En la región se evidencia un espiral que lleva a la alternancia en el poder como un fenómeno cíclico de distintos tipos de regímenes de gobierno, con distintas características según cada país, pero de solo dos tendencias izquierda y derecha. Pasaron los años de los movimientos de liberación nacional o guerrillas y de las dictaduras militares como formas clásicas que fueron sustituidas por regímenes democráticos, pseudodemocráticos o semiautoritarios.
Las raíces históricas de América Latina nos permiten analizar y poder constatar el caudillismo, regionalismo, la atomización del Estado, el resquebrajamiento de la sociedad y la poca valoración de la democracia como sistema institucional y político.
El castro-comunismo pro soviético con corte estalinista ha expandido durante más de 60 años su influencia en la región manipulando las sociedades democráticas en función de una ideología fracasada social y económicamente. La mutación obligatoria ante el empuje democrático transformó en socialismo del siglo XXI la política de extrema izquierda, luego de una embestida cíclica del neoliberalismo en la región nacieron gobiernos que aprovechando el agotamiento político-económico-social de las democracias liberales al estilo latinoamericano llegaron al poder reformando el statu quo de la gobernabilidad.
El problema de América Latina es sui géneris, las características de los habitantes, sus economías, la situación geográfica y la carga psicológica de cientos de años de colonialismo y neocolonialismo la alejan de cualquier comparación con otra parte del mundo; la propia región es en sí misma tan igual y diferente que no se puede dar el lujo de repetir modelos o copiar sistemas.
Entre su letargo y los deseos de despertar repite sus errores una y otra vez. Cuba continúa como ejemplo para muchas fuerzas políticas que tratan de repetir en el poder mientras a su gobierno dictatorial le es más rentable echar la culpa de sus problemas y cada vez peor economía a los de afuera, que resolverlos. En Bolivia regresa el Movimiento al Socialismo al poder por las urnas; Venezuela con sus riquezas atrapadas en el eje Moscú-Teherán-La Habana solo responde a los intereses de una élite gobernante, y ni mencionar a la dinastía de Nicaragua. Pero qué decir de las alternativas; una derecha xenófoba, rencorosa y con proyectos de recorte social. Una nueva opción es necesaria pero no está y hasta tanto los ciclos políticos sociales se continuarán alternando.
En los cerros, las comunas, en las tierras que fueron llamadas Nuevo Mundo sigue el indio, el negro, el ciudadano de a pie buscando aún su redención, entre Marx y Adam Smith, pero allí con pocas esperanzas y futuro.
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